CFK decidida a marginar al moyanismo de las candidaturas

Por Carlos Tórtora para el Informador Público

El lunes pasado, Víctor Santa María, secretario general del SUTERH (sindicato de los porteros) y principal figura del PJ porteño, habría irrumpido en el despacho de Hugo Moyano poniendo el grito en el cielo. Es que horas antes, el sábado, por orden de la Casa Rosada, la lista de candidatos a diputados locales del PJ había quedado conformada casi sin participación sindical. La Cámpora fue la gran beneficiada, porque Juan Cabandié ocupa el primer lugar, en tanto que Laura Alonso y Juan Carlos Dante Gullo, del mismo sector, quedaron también en posiciones expectables. Pero Juan Manuel Olmos, presidente del PJ porteño y ladero de Santa María, gracias a la pluma de Carlos Zannini, terminó aterrizando en el décimo puesto, o sea, destinado casi con seguridad a no ser electo. Pero lo significativo del episodio es que marcaría la tendencia. Desde distintas fuentes, Moyano y su séquito recibieron la misma versión. En Olivos la decisión ya estaría tomada: la participación sindical en las listas de legisladores nacionales y provinciales sería mínima y ningún Moyano ocuparía una banca. Las razones centrales de esta decisión serían dos: la Presidente está decidida a demostrar que no está dispuesta a ceder ante las embestidas de los camioneros. Pero el motivo más importante sería el temor de que el protagonismo que tendría Moyano como candidato termine por restarle varios puntos al kirchnerismo.

La operación para bloquearle a la CGT el acceso a las listas para legisladores contaría con el respaldo de Daniel Scioli y de la mayor parte de los gobernadores, deseosos de casi no tener que repartirles bancas a los sindicalistas.


¿Oyarbide al ataque?
De sostener el cristinismo este plan en las próximas tres semanas, Moyano no sólo quedaría desairado sino que también se frustraría su plan estratégico. Esto es, hacer retroceder el reloj de la historia, devolviéndole al sindicalismo su capacidad de controlar el PJ. Un objetivo claramente incompatible con la obsesión kirchnerista de que el justicialismo se convierta en un partido de Estado, manipulado a control remoto desde el gobierno. Este futuro se empezó a vislumbrar ayer en el congreso que el PJ nacional celebró en Parque Norte. Con 640 congresales presentes, la reunión duró apenas 40 minutos, no hubo debate y las mociones se aprobaron por unanimidad, con una disciplina digna del PC chino.

El caso es que Moyano estaría estudiando el rumbo a seguir si efectivamente CFK le hace el desplante. Una hipótesis pasaría por dar batalla en la primaria bonaerense con listas propias de la CGT. Pero no es una opción sencilla porque, para desafiar a Scioli, el único candidato que mide lo suficiente es Sergio Massa, que no estaría dispuesto a pelearse por segunda vez con la Casa Rosada. Además, Moyano ya probó suerte en marzo pasado apoyando en Salta la lista que llevó para gobernador a Walter Wayar. Éste apenas obtuvo el 8,6% de los votos y encima Juan Manuel Urtubey se dio el gusto de tratar al camionero de “piantavotos”.

Como ya sucedió antes de los anteriores rounds entre Cristina y Moyano, el clima se está enrareciendo una vez más. Tal vez como arma disuasoria, vuelven a escucharse comentarios acerca de que el juez federal Norberto Oyarbide estaría a punto de firmar un doble procesamiento en la causa de la mafia de los medicamentos, el del líder cegetista y -apuntando a golpear la candidatura de Eduardo Duhalde- también el de Gerónimo Momo Venegas, jefe de las 62.

Golpear a Moyano en los próximos quince días sería especialmente tentador para el cristinismo. El electorado porteño, el más voluble del país, podría reaccionar el 10 de julio dándole a Daniel Filmus la victoria sobre Macri. Y esto tendría a su vez el suficiente impacto como para convencer a la sociedad de que en octubre el triunfo en primera vuelta será irreversible.
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