de Bernardita Huerta Dunsmore, el Martes, 31 de mayo de 2011 a las 0:56
RELATO DE UNA HISTORIA QUE NO DEBE REPETIRSE.
de Bernardita Huerta Dunsmore, el Martes, 31 de mayo de 2011 a las 0:56
Trataré de llevar este relato con la cronología de su ocurrencia, respecto lo que ocurre con un preso político uniformado que, desde el penal Punta Peuco debe ser trasladado a un establecimiento hospitalario institucional, tema que no tocaré por ser tema de investigación.
Su arribo dio el tono de esta dramática historia: inmediatamente que llegó a la Sala del Hospital, personal de Gendarmería que lo acompañaba le arrebató el teléfono con el cual tenía contacto con sus familiares para informar de su estado de salud y de sus necesidades. Incluso para mayor gravedad llegaron a desintalarlo, anulando todo tipo de comunicación con el exterior.
Del momento que, reconociendo mi calidad de preso hospitalizado, asumí que me correspondía entregarme al tratamiento que los médicos y el Hospital de la dirección de Previsión de Carabineros, dispusieran para tal efecto y lograr mi recuperación.
Asumí también que el personal de Gendarmería le correspondía velar por mi seguridad ante terceros y principalmente evitar mi fuga eludiendo el cumplimiento de mi condena. Debo hacer presente que mis actuales condiciones físicas: sordera; prácticamente ciego; diabetes avanzada (insulino dependiente), etc., hacen imposible que pueda representar un peligro de fuga.
Sin embargo y pese a ello, el celo por parte de estos señores de Gendarmería llegó al extremo de copar el espacio y las instalaciones de la pieza, incluso el baño, ambos claramente señalados como exclusivos para el paciente. Llegaron con sus bolsos, mochilas, notebook y demás vituallas, ocupando mesas, sillas y cuanto especio dispusieran, no respetándose mi privacidad y cuidados que merecía mi estado de salud.
En un comienzo permanecieron día y noche en la pieza, no respetando mi intimidad cuando requería ocupar el baño o cuando era atendido por el personal del hospital. En las noches dormían en la pieza e incluso por el espacio que ocupaban impedían el normal tránsito de las enfermeras que concurrían a atenderme.
Hicieron uso indiscriminado de los útiles de aseo del baño, agotándose estos rápidamente e incluso llegaron a apropiarse del control de la TV, lo que significó mi protesta y no se los permití, significando privarme de esta entretención. Mis visitas fueron controladas e incluso molestadas por su presencia fuera de toda norma de conducta y privacidad que le asiste a cualquier ciudadano, aunque esté recluído.
Con el correr del tiempo la situación se hizo insostenible y pese a que ante mis reclamos, manifestaban que cumplían estrictamente las instrucciones recibidas, logré por erradicarlos totalmente de mi habitación.
Empero su hostigamiento no cesó y siguieron intentando estar presente en la pieza y llegar a entrometerse en las visitas de los médicos en las curaciones de mis heridas, debo hacer presente que mi llegada al Hospital y amputación de parte de mi pié se debió a no haber recibido en el penal la atención requerida y la tardanza en trasladarme al Hospital. Lamentablemente pese a esta flagrante intromisión los médicos y enfermeras del hospital no reaccionaron y menos la Dirección del Hospital.
Durante la noche, y en varias oportunidades, observé cómo el personal de guardia de Gendarmería se paseaban por mi pieza sin respetar mi descanso.
El colmo de estas actuaciones sin criterio y desafortunadas por parte del personal de Gendarmería, estuvieron marcadas por los siguientes hechos:
. El día 20 de Abril, fecha de mi intervención quirúrgica, uno de los guardias intentó, por todos los medios, estar presente dentro del quirófano mismo, de lo cual me opuse en la amenaza de rechazar mi operación, ante esta actitud de mi parte, el médico optó por no permitir la presencia de personal ajeno al Hospital.
. En otras oportunidades, trabaron discusiones disonantes y fera de control en contra de personas que iban a visitarme e ignoraban que debían identificarse a la entrada, ello por tratarse de un establecimiento médico y perteneciente a una institución como lo es la de Carabineros de Chile; incluso llegaron al extremo de amenazar con detener a una de estas visitas que se oponía a identificarse por las razones señaladas y además no había ninguna instrucción o aviso que indicara esta exigencia y que la misma debía cumplirse.
. Llegaron al extremo de exigir identificación a los médicos que ingresaban a controlarme.
En resúmen, pese a tratarse de un establecimiento institucional, el personal de Gendarmería ejercía a su antojo sus instrucciones, con una absoluta falta de criterio y humanidad con un paciente grave, pasando a llevar incluso al persona de médicos y enfermeras del hospital y como consecuencia, ante tanta incomodidad, pese a no estar totalmente recuperado de mi dolencia y el peligro que significa para mi salud regresar al penal donde no existen las condiciones para atender una emergencia de la naturaleza de mi enfermedad, se precipitó mi alta pese a no estar apto, por presión de alguna autoridad del hospital, ministerial o judicial, lo ignoro sólo puedo decir que SE ME DIO DE ALTA POR PROBLEMAS QUE MI PRESENCIA, COMO PRESO POLÍTICO ACARREABA AL HOSPITAL DE CARABINEROS.
MARCELO CASTRO MENDOZA, Capitán (r) de Carabineros.
Me fue enviado por su hija Anita, amiga mía.
viernes, 3 de junio de 2011
RELATO DE UNA HISTORIA QUE NO DEBE REPETIRSE.
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