jueves, 22 de diciembre de 2011

Muerte de Kim Jong-il confirma a 2011 como un annus horribilis para tiranos y terroristas


Los decesos más impactantes:


Con el fallecimiento del líder norcoreano, se completa un año de fuertes remezones con las muertes de Osama Bin Laden en Pakistán, Moammar Jaddafi en Libia y Alfonso Cano en Colombia.

jean palou egoaguirre
El Mercurio

El vertiginoso ritmo de este 2011, con revoluciones que han sacudido el orden establecido como no ocurría desde el fin de la Guerra Fría y una crisis económica que amenaza el sitial de varias potencias, ha estado marcado también por la muerte de gobernantes reconocidos como déspotas por Occidente y de algunos de los terroristas más buscados del mundo.

"Es un mensaje claro de que no importa cuánto tarde, la justicia siempre llega", afirmó el Presidente estadounidense, Barack Obama, cuando anunció en mayo pasado la muerte de Osama bin Laden , el líder terrorista que no sólo dirigió el atentado más brutal en suelo norteamericano, sino que durante diez largos años pareció burlarse de la superpotencia, que con toda sus recursos, tecnología e inteligencia no podía dar con el paradero de su enemigo número uno.




Bin Laden, por cuya cabeza EE.UU. ofrecía una recompensa récord de US$ 50 millones, finalmente cayó en una pequeña ciudad paquistaní, Abbottabad, a sólo 55 km de la capital del país que se suponía colaboraba con Washington en la llamada "guerra contra el terrorismo". No estaba escondido en una cueva en las montañas ni se había hecho la cirugía plástica, sino que vivía en relativa comodidad junto a su familia en una amplia casa con televisión satelital y un huerto. Un grupo de elite de los SEALs demoró apenas 40 minutos en la Operación Gerónimo, en la que un oficial, hasta hoy anónimo, abatió de un tiro en la cabeza al líder de Al Qaeda. Sin demora su cuerpo fue llevado al portaaviones USS Carl Vinson y fue lanzado al mar, donde nunca nadie le rendirá tributo. Probablemente pasarán años para que se difunda una fotografía de su cadáver.

La muerte de Osama fue un gran éxito para la administración de Obama, que revalidó su estrategia antiterrorista y dio un golpe durísimo a Al Qaeda, que perdió a su principal referente. Sólo meses después, a fines de septiembre, se confirmó que no fue casualidad, luego que un drone estadounidense diera muerte en Yemen a Anwar Al Awlaki , un clérigo radical nacido en EE.UU. que se había convertido en uno de los terroristas más activos del grupo, conocido por reclutar miembros gracias a sus dotes como predicador talentoso y diestro en las artes de internet. Pasará a la historia, además, como el primer ciudadano estadounidense que fue considerado por la CIA como un blanco "vivo o muerto".



Washington también dijo adiós este 2011 a otro de sus históricos enemigos, el ex dictador libio Moammar Jaddafi . El estrambótico y megalómano coronel, quien rigió Libia a su antojo y sin contrapesos desde 1969, parecía inamovible hasta antes de este año: reinventándose varias veces, logró sobrevivir al aislamiento de Occidente -que condenaba su apoyo a grupos terroristas- e incluso sorteó un bombardeo de EE.UU. en 1986. Pero cuando embistió en contra de su propio pueblo, bombardeando y calificando a los manifestantes de "ratas, drogadictos, cobardes y traidores", no se le perdonó.

El capítulo más sangriento de la Primavera Árabe llevó a una guerra civil que, con el determinante apoyo de la OTAN -y sobre todo de Francia-, no acabó hasta que los rebeldes libios vieron a Jaddafi muerto. Ya despojado del poder en Trípoli, el ex dictador trató de resistir en su bastión, Sirte, pero cuando ya vencido se dio a la fuga en octubre, fue atrapado y brutalmente linchado por una eufórica muchedumbre. Una controvertida ejecución sumaria terminó con cualquier intento de llevarlo a la justicia, aunque incluso en Occidente se admite que su desaparición era clave para el nuevo periodo que comienza en Libia.

Golpe a las FARC




Latinoamérica tampoco se quedó atrás con la muerte en noviembre de Alfonso Cano , máximo comandante de las FARC. El líder rebelde, cuyo nombre verdadero era Guillermo León Sáenz, había heredado el cargo directamente del fallecido Manuel Marulanda, el fundador y jefe histórico de la guerrilla colombiana, y representaba uno de los pilares ideológicos del grupo. Pero a diferencia de "Tirofijo", quien falleció tras un ataque cardiaco, Cano fue ultimado en una acción militar, por lo que según algunos analistas, se trata del golpe más fuerte sufrido por esa banda insurgente.

Alfonso Cano, además, era un hombre dado a la fuga. Lejos del poder que ostentó la guerrilla una década atrás, con más de 16 mil hombres y territorio bajo su control, el líder rebelde había sido acorralado por el Ejército y obligado a esconderse en el Cañón de las Hermosas, uno de los más agrestes terrenos de los Andes colombianos. Como prueba de que se sabía vulnerable, se había cortado su tradicional barba.



El obituario anual, finalmente, lo parece cerrar Kim Jong-il . A diferencia de los anteriores, al dictador norcoreano no lo perseguía nadie -al menos oficialmente-, pero su muerte el sábado pasado parece marcar un punto aparte en uno de los regímenes más herméticos del mundo, un país que vive en una especie de experimento social estalinista donde las libertades personales son reducidas al mínimo y el culto a la personalidad lo es todo, y que recurrentemente amenaza a sus vecinos mostrando su capacidad nuclear.

La desaparición del "Amado Líder", quien gobernó durante 17 años y dejó todo el poder a su hijo menor, remueve el mapa geopolítico en Asia. Y confirma este 2011 como uno de los annus horribilis para algunos de los hombres más controvertidos del mundo.

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Una de los logros más importantes para EE.UU. fue la eliminación de Anwar Al Awlaki, uno de los líderes más activos de Al Qaeda.




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