DE CHILE INFORMA EDICIÓN Nº 871
UNA HISTORIADORA Y LA SOLEDAD
INSTITUCIONAL
Escribe don Mario Ríos Santander
Aquel día que Gisela Silva Encina, (sobrina por partida doble
de Raúl Silva Henríquez y Francisco Encina), terminaba de
escribir su último libro, (le conocemos una docena a lo menos),
referido éste, a la historia de los Krassnoff en Rusia y en Chile,
sumando en sus páginas la historia judicial en contra de uno
de sus integrantes, el Brigadier Miguel Krassnoff, oficial del
Ejército de Chile, nunca imaginó que la doctrina del odio,
surgida en tiempos modernos de la mano del “Che” Guevara,
iba a estar presente en la entrega oficial de dicha publicación.
¿Por qué a Gisela, le iría preocupar un acto como éste,
repetido cien veces durante el año en nuestro país como en el
mundo libre?
La libertad, aquel fundamento esencial de la vida, surgida de lo
más profundo de la razón, adquiere en el arte, literatura y otras
manifestaciones, expresiones reales, concretas, es decir, no
hay segundas imágenes, ni menos, escondidos argumentos.
Es simplemente eso, la libertad en toda su manifestación.
El problema de Gisela Silva Encina, es que termina su trabajo
literario en medio de una sociedad intolerante en extremo,
pletórica de odios, en que los fundamentos de la justicia y la
razón por una parte y el acto político por el otro, se han
transformado en “funas” o hechos delictuales que pretenden,
eliminar las libertades, identificatorias de la Nación.
“El odio, es el arma de la revolución, el odio es más fuerte que
un carro de asalto, que una unidad militar completa, el odio en
manos de un revolucionario, lo hace fuerte, invencible, divide
la sociedad y por ese quiebre, ingresa la dictadura del
proletariado”, escribía el “Che” Guevara desde las Selvas de
Ñancahuazú en una carta enviada a la Internacional Socialista
que se reunía en Budapest, aquel año de 1963.
Por ello se comprendió el acuerdo del partido Socialista de
1968, en que destacaba “el uso de las armas para alcanzar el
poder”, como un acto legítimo.
Por ello también, Chile fue destruido, en los años que
siguieron.
El Che transforma el campamento deÑancahuazú en una base militar
Efectivamente, el “Che” tenía razón, el odio era (y es), un arma
violenta, destructora, hace a quienes lo practican, intolerantes,
antisistémicos, violentos.
Y esto fue lo que vimos, por los medios de prensa, en aquel
acto en que una mujer, de estructura física débil, anciana,
presentaba, en mérito de la libertad, un trabajo de investigación
literaria, oponiéndosele a ella, medio millar de odiosos, que
lanzaban piedras, vociferaban en su contra, de su libro, de su
libertad.
¿Habrá otro lugar en el mundo, en que 500 personas lleguen a
un lugar para intentar destruir a una anciana de 80 o más
años?
¿No es un acto cobarde?
Y otra interrogante, ¿Por qué los directivos UDI, que han
señalado su defensa a la libertad, en este caso, se lo niegan a
una anciana y de paso, comprometen al Presidente que retira
su confianza a una secretaria que solo respondió una
invitación?.
Las opiniones que se tengan del Brigadier Krassnoff, en este
caso, son absolutamente marginales a lo que es la libertad de
expresión, de la cual hizo uso Gisela Silva Encina.
Y esto es lo más delicado.
En el futuro, quienes escriban algo, que no sea del agrado de
quienes le negaron a esta anciana su derecho a ser libre,
afrontarán sin duda la soledad institucional, es decir, de
quienes tienen que defender la libertad, partiendo por el propio
Presidente.
¿Hay alguna duda?
Mario Ríos Santander
Noviembre de 2011.-
jueves, 1 de diciembre de 2011
UNA HISTORIADORA Y LA SOLEDAD INSTITUCIONAL
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