abril 22, 2012
By Emilio J. Cárdenas
Los resultados de la gestión pública de la empresa petrolera estatal venezolana, PDVSA, poseedora (fundamentalmente como consecuencia de lo que podríamos llamar “suerte” geológica) de una de las reservas petroleras más importantes del mundo, es un ejemplo meridianamente claro de cómo el “Estado-administrador”, cuando está infectado por el populismo, es capaz de destrozar o demoler una empresa que hasta ese momento no sólo era viable sino exitosa.
Ocurre que en los últimos cuatro años, PDVSA aumentó la nómina total de su personal en un 27%. Esto es la consecuencia de las nacionalizaciones, de la conformación de toda suerte de empresas mixtas y de la participación de PDVSA en empresas de distinto tipo que muy poco o nada tienen que ver con su objeto social primigenio.
Para este año se anuncian más contrataciones, para así favorecer -en un año electoral- a amigos y correligionarios con el “regalo vitalicio” de ser “empleado público” y estar entonces exento de las contingencias que son típicas del mercado laboral real: el privado. Las que todos aquellos que nos ganamos el pan fuera del sector público enfrentamos diariamente.
En rigor, los gastos operativos de PDVSA, en su conjunto, han también aumentado fuertemente. De un año a otro, si comparamos las cifras del balance del 2011 con las del 2010 de esa empresa, al aumento ha sido nada menos que un impresionante 29%. La ineficiencia de la gestión empresaria de la petrolera es absolutamente notoria, según queda visto.
El crecimiento de la nómina del personal, como cabía sospechar, no fue acompañado, ni de cerca, por el aumento correlativo de la producción de hidrocarburos. En rigor, ésta ha caído. La productividad se ha deteriorado, consecuentemente.
En el 2007, PDVSA extraía en total unos 3,1 millones de barriles de crudo diarios. Al cierre del 2011, esa cifra había descendido a unos 2,9 millones de barriles diarios, los que, además, se utilizan -en alguna medida- para subsidiar con ellos la economía de Cuba y las de otros aliados políticos de Hugo Chávez, cubriendo “prioridades políticas” que ciertamente son absolutamente extrañas a la gestión empresaria misma de la empresa petrolera. Y, más aún, hasta los intereses nacionales venezolanos. Una pena para Venezuela, como país y para su sufrida sociedad.
Emilio J. Cárdenas
Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
domingo, 22 de abril de 2012
EL POPULISMO DESTRUYE LAS EMPRESAS DEL ESTADO
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