Amigos
El epicentro fue frente a Papudo, a medio camino entre Pichidangui y Maitencillo.
Aquí en Pichidangui vivo yo, a cinco metros de altura sobre el nivel del mar, pero encima del monstruo mismo, y allá vive mi prima Ximena, a ras del mar, pegada a la playa.
Entonces la evacuación preventiva no fue para nosotros, los primos, solo un flash noticioso. No, ella durmió arriba de un cerro, o algo así, tapadita con su poncho, y yo me mame dos horas escuchando una radio a pila para saber si rajaba o no.
Y resulta que ahora salen eminencias gringas y locales diciendo que no era para tanto
.
Bueno, lo que sea, lo mejor es saltar en pijamas al auto y mandarse a cambiar, con bolsas de plástico conteniendo la ropa "formal".
De paso yo habría ido a rescatar al Mañungo, mi vecino, que no tiene ni bicicleta.
No tuvo la misma delicadeza una vecina de mi prima que mientras ella, mi prima, intentaba hacer arrancar el motor del auto, la vecina paso soplada en el suyo gritando ¡arranquen!
Y todo por una placa que se mete bajo la otra, o encima, y nos sacude el alma y el cuerpo.
Placa cochina, pienso yo.
Ahora todo vuelve a la normalidad. Los representantes de los pobres insisten en sacrificarse con 23 millones de pesos al mes, y nosotros --verdes de envidia y rabia--soñamos con abstenernos en el próximo circo.
Uds. votan y nosotros robamos. Por mientras, todos nos sacudimos por dos placas que se refriegan entre ellas.
¿Evacuación preventiva? si claro pero de que. ¿Del tsunami o de ellos, los apóstoles frugales de la Democracia?
Los expertos extranjeros no atinan a responder. Nosotros tampoco.
martes, 17 de abril de 2012
EVACUACIÓN PREVENTIVA
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