lunes, 2 de abril de 2012

LA DESTRUCIÓN DE LA MORAL DEL SER HUMANO.


Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por supuesto no es un invento de la Iglesia Católica.
Muchos siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.
La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano.
Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo es poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana a la que está hecha de peras.
Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, van y te llaman intolerante.
No sé lo que harán los parlamentarios a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votan por razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves. Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho? La sociedad se quiebra. El concepto de FAMILIA la izquierda la ha destruido: Todo lo que la izquierda hace cuando llega a gobernar lo destruye, todo es como si fuera mafioso, turbio, violento y por lo tanto, violenta al SER en su Esencia, tarde o temprano destruye pudriendo la sociedad en sus valores. La izquierda es intrínsecamente perversa.
No hay que olvidar que la desaparición de muchas civilizaciones se debió en su mayoría a la pérdida de los valores morales. Un ejemplo de ella es la caída del Imperio Romano, que se debió justamente a este motivo, ya que a nadie le importaba que los bárbaros lo destruyeran, sino que les interesaba solo el dinero, la corrupción, y los bajos instintos.
“La historia se repite con otros actores.”


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