lunes, 30 de abril de 2012

MAS SOBRE LA INTERNACIÓN ILEGAL DE ARMAMENTO DEL PC.CARRIZAL BAJO




Carrizal Bajo






Iglesia de Carrizal Bajo, considerada Monumento Nacional.

Para otros usos de este término, véase Carrizal (desambiguación).

Carrizal Bajo es una localidad al norte de Chile, en la Tercera Región de Atacama. Se ubica cerca del Parque Nacional Llanos de Challe y a 50 km de Huasco, la localidad más cercana.

 Historia

Durante los años 1850-1900, esta ciudad fue uno de los puertos más importantes de Chile, contaba con hospital, teatro e iglesia para una población de 8.000 habitantes hasta ese entonces. Aquí se instaló el segundo ferrocarril (después del de Caldera-Copiapó) en 1864 que la unía con poblados y sectores mineros cercanos, como Canto del Agua y Carrizal Alto. Hacia 1878, su producción de cobre era de 3.614.872 kg, una de las mejores producciones anuales. Después del año 1900 la minería declino, Carrizal Alto desapareció y el ferrocarril fue cerrado en 1961.

De mayo a agosto de 1986, Carrizal Bajo fue el lugar por donde el Frente Patriótico Manuel Rodríguez llevó a cabo la internación de armas provenientes de Cuba. En esta caleta chilena, se almacenaron armas por un costo de 30 millones de dólares y con un total de ochenta toneladas de material bélico, hasta la acción de las fuerzas de seguridad del gobierno de Augusto Pinochet, que descubrieron el 90 % de las armas desembarcadas. Lo que constituyó un duro golpe para la resistencia comunista, y un acierto de inteligencia para el gobierno militar; que en ese entonces tenía un veto del senado Norteamericano, que impedía la venta de armas al pais, por parte de USA.





INTERNACIÓN DE ARMAS DE CARRIZAL BAJO

LOS SERVICIOS DE LA CNI SALVARON LA VIDA DE MUCHOS CHILENOS MAL AGRADECIDOS QUE IBAN A SER ASESINADOS POR ESTOS TERRORISTAS DEL PC.


La internación de armas de Carrizal Bajo fue una fallida operación llevada a cabo por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) a mediados de 1986. Esta consistía en ingresar a Chile, por vía marítima y de manera clandestina, un cuantioso arsenal de armamentos enviados por el gobierno cubano de Fidel Castro hasta la nortina localidad de Carrizal Bajo. Estas armas serían empleadas por el FPMR en acciones armadas contra el régimen militar de Augusto Pinochet. La operación fue descubierta por los servicios de seguridad del gobierno chileno el 6 de agosto de 1986.
Contenido
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• 1 Génesis de la operación
• 2 Desembarcos
• 3 Descubrimiento del Arsenal
• 4 Actualidad
• 5 Curiosidades
• 6 Véase también
• 7 Referencias
• 8 Enlaces externos

 Génesis de la operación

La historia de cómo se montó la operación se habría iniciado a principios de 1985. Distintas versiones apuntan a que el apoyo cubano para llevarla a cabo se consiguió en La Habana, durante un encuentro entre el general Alejandro Ronda Marrero, jefe de la división de Tropas Especiales del ministerio del interior cubano, y Guillermo Teillier, jefe de la comisión militar del Partido Comunista de Chile. Sin embargo, éste siempre se ha apresurado a aclarar que la iniciativa de llevar a cabo la internación nació del propio seno del Partido Comunista chileno.
Muchas veces se ha querido responsabilizar de esto a Cuba, pero no, todo lo de la internación se decidió en Chile, fue un acuerdo político nuestro. Guillermo Teillier

Luego del acuerdo, las gestiones para adquirir el armamento quedaron a cargo del general Patricio de la Guardia, en ese entonces jefe del Estado Mayor del Ministerio del Interior cubano, Minint. De La Guardia se encargó de una transacción que constituiría el grueso del cargamento. Sin embargo, el general cubano no realizó esas gestiones exclusivamente para el FPMR chileno.
De La Guardia se hizo cargo de las negociaciones para que Vietnam le cediera a Fidel Castro gran cantidad de armamento abandonado por los estadounidenses para la guerrilla latinoamericana. De allí provino la mayoría de las armas de Carrizal. Jorge Masetti, ex agente de inteligencia cubano
El armamento era en gran mayoría armas norteamericanas (fusiles M-16 mayormente) obtenidas por Cuba en Vietnam, a las que se les sumó otra partida recolectada por los países socialistas, las que fueron acopiadas en La Habana y luego trasladadas hasta Nicaragua, desde donde el barco cubano "Río Najasa" las transportó hasta las costas chilenas.
El grupo operativo del FPMR encargado de recibir las armas fue encabezado por "Pedro", nombre político de uno de los principales jefes del Frente Patriótico, siendo secundado por otros importantes dirigentes del movimiento como Alfredo Malbrich Baltra, Claudio Molina Donoso y Sergio Buschmann Silva.

 Desembarcos
La primera entrega de armamentos se realizó con éxito entre el 24 y 25 de mayo de 1986 a 200 millas de las costas de la localidad de Carrizal Bajo, donde la "Chompalhue", una de las embarcaciones adquiridas por el FPMR, esperaba para llevar la carga a tierra firme.
Luego del desembarque de alrededor de 35 toneladas de armas, éstas fueron depositadas en camionetas cubiertas con huiros y trasladadas hacia escondites que se habían construido en socavones mineros próximos. La segunda etapa consistía en el traslado de las armas hacia Santiago, trayecto en el cual los vehículos frentistas debían sortear numerosos controles carreteros. Pese a ello, en esta labor nunca fueron descubiertos. Otra cantidad de armas fueron llevadas directamente a barretines acondicionados en localidades cercanas, como Huasco. Luego la Chompalhue fue trasladada a Bahía Inglesa, donde su cubierta y bodegas fueron lavadas para borrar todo rastro de lo transportado.
Los más de mil fusiles M16, además de las toneladas de explosivos y lanza granadas ya ingresados no parecieron suficientes para el FPMR. El plan original organizado por Pedro contemplaba un único desembarco, pero al constatar la facilidad con que había resultado el primero se decidió sobre la marcha preparar un segundo desembarco.
Efectivamente el 20 de julio, zarpó desde Huasco el pesquero “Astrid Sue”, otras de las embarcaciones con las que contaban los frentistas. Luego de varias horas en altamar, y pasadas las 200 millas de navegación, se produjo el segundo encuentro. El barco cubano esta vez era de 45 toneladas, por lo que la capacidad de la goleta frentista se vio ampliamente sobrepasada. Pese a ello, inmediatamente se inició el traspaso de las armas. A diferencia del apacible viaje de la Chompalhue, en su regreso la Astrid Sue debió resistir los embates de un terrible temporal que estuvo a punto de hacer zozobrar la embarcación.
Sorteando el temporal y los peligros, la Astrid Sue llegó a Caleta Corrales al atardecer del 26 de julio. Arribó con 40 toneladas de armamento, sobrepasando ampliamente su capacidad de carga. La única diferencia con el primer desembarco es que esta vez fueron 120 personas las que esperaban el arribo de las armas, lo que facilitó su rápido traslado.

 Descubrimiento del Arsenal
Pese a los exitosos desembarcos realizados por el FPMR, los rumores sobre extrañas maniobras en la costera localidad crecían día a día entre los habitantes del sector. Estos rumores no tardaron en llegar a oídos de Magaly Salinas, alcaldesa de Carrizal, quien decidió compartir sus inquietudes con la alcaldesa de Huasco. Esta a su vez pidió a la intendente de la III Región de Atacama que investigara los rumores. Dicha investigación se dispuso para el 6 de agosto.
Ese día tres agentes de la Central Nacional de Informaciones llegaron hasta Carrizal para chequear el sector costero. En la playa los agentes interceptaron a un grupo de cuatro frentistas, quienes fueron confundidos en un principio con traficantes de locos. En la revisión encontraron documentos y vainillas de balas, lo que derivó la investigación hasta las armas que aun permanecían ocultas en el lugar.
Sin embargo, la detención fue observada a la distancia por otros frentistas, quienes dieron aviso a sus superiores y en poco tiempo concurrieron al lugar para intentar rescatar a sus compañeros detenidos, produciéndose un enfrentamiento sus captores.
En tan sólo unas horas todo el sector costero de la III Región de Atacama fue copado por numerosos agentes de seguridad y grupos de militares, los que en las jornadas siguientes capturaron a más de una veintena de implicados en el caso, descubriendo de paso la mayor internación clandestina de armas en la historia de Sudamérica.
Posterior a ello, las investigaciones llevaron al descubrimiento de otros arsenales en piques mineros abandonados en la III Región (Huasco Bajo, Palo Negro, Vallenar, Cerro Blanco), en Santiago (La Pintana, Lo Hermida), en Paine y en un sector a ubicado a pocos kilómetros de Vallenar en la posada "Árbol de Marañón" (donde se encontró el mayor de todos los arsenales), todos ellos ubicados dentro de "barretines" de excelentes características.
El trabajo de la policía y la CNI permitió que en las dos semanas siguientes se incautaran 3.115 fusiles, más de 300 lanzacohetes, alrededor de dos mil granadas de mano, decenas de ametralladoras pesadas y toneladas de explosivos. Además de todo ese armamento fueron decomisados dos barcos, una decena de vehículos, miles de detonadores, equipos de comunicaciones, trajes de buceo y elementos de campaña, entre otros.
Se estima que el armamento incautado correspondería aproximadamente a la mitad del ingresado. Del resto aún no se conoce su paradero.
Se ha determinado que a pesar de las precauciones tomadas por los frentistas, el descubrimiento de la operación se debió principalmente a dos factores:
• El relajo de las medidas de seguridad por parte de los frentistas, quienes entre otros descuidos llegaron a tomarse fotografías con el armamento, y a comentar la operación a personas ajenas mientras concurrían a locales de diversión nocturna.
• La enorme cantidad de armas ingresadas, que eran más de lo que el aparato logístico del frente podía soportar.
 Actualidad
En la actualidad todos los implicados en el caso se encuentran libres, o viviendo fuera de Chile. Circuló durante años la versión de que el entonces ministro del interior cubano, José Abrantes, apostó, de propia iniciativa, por entregar más armas de las que el FPMR era capaz de ocultar. Ello le habría costado una dura reprimenda de Fidel Castro cuando vino el descalabro. También se especuló que para la policía chilena fue vital la colaboración de los Estados Unidos, cuyos servicios de inteligencia habrían detectado por satélite los desembarcos de armas.
En el año 2006 el programa Informe Especial de Televisión Nacional de Chile identificó a "Pedro", el líder de la operación, como Orlando Bahamonde Barría.
El destino de una porción de las armas del operativo ha sido objeto de especulaciones durante años. A este respecto, en algunos medios de comunicación se suele hacer notar la frase pronunciada por el ex dirigente comunista Luis Corvalán, quien al ser consultado por las armas del PC afirmó que habían sido resguardadas "por si las moscas".1 2 De este modo, luego de protestas en poblaciones marginales en las que se usa armamento como M-16, o luego de la incautación de armas similares a activistas mapuches, resurge la sospecha de que se trate de armas provenientes de la fallida internación frentista.

Manuel Contreras Valdebenito, hijo del ex director de la DINA, Manuel Contreras Sepúlveda, trabajaba en la época de la internación en la Fiscalía Militar y le correspondió participar en la investigación del caso. Sostiene que todo el armamento que se logró incautar sumó un total de 63 toneladas, y que, al haberse producido 3 desembarcos, la cantidad faltante de armas y explosivos correspondería a 27 toneladas.4


Dentro de la historia de carrizal podemos encontrar una de las anécdotas mas importantes para el país, como la que se detalla continuación.


El Famoso 1 – 2 – 3



A pesar de que el propio Corvalán reconoce que “algunos miembros del comité central del PC residentes en el extranjero” no compartían el planteamiento del Año Decisivo , en marzo de 1985 un cerrado núcleo de dirigentes dio su venia al FPMR para montar un inédito desembarco de armas en las costas del norte chileno, gracias al apoyo del gobierno cubano y de su más eficiente fuerza militar: la división de Tropas Especiales. Un año después, la decisión de los mismos dirigentes de atentar contra la vida de Pinochet marcaría el derrotero de lo que debía ser el Año Decisivo.

De acuerdo con el testimonio de dirigentes de entonces y de ex frentistas, entre los que decidieron esas acciones estuvieron Luis Corvalán, Gladys Marín y “Sebastián”. Este último era el nombre ficticio de Guillermo Teillier, jefe de la comisión militar del partido, hombre de absoluta confianza de Marín y nexo con el gobierno de La Habana.

Juntos, Corvalán, Marín y Teillier conformaban lo que en el lunfardo partidario se conocía como el “un-dos-tres”. Es decir, el equipo de dirección más íntimo y, a la vez, el que ejercía el control efectivo sobre las acciones que realizaba el FPMR.







Y DESPUES…



El descubrimiento de las armas en Carrizal Bajo y el fracaso del atentado a Pinochet, sin embargo, arrastrarían hacia la debacle a todo el planteamiento del Año Decisivo. De allí en adelante comenzaría el ocaso de la vía armada chilena.

La mano de Washington

Iniciada con el descubrimiento de Carrizal Bajo, hasta hoy algunos miembros del FPMR achacan el derrumbe del Año Decisivo a las presiones norteamericanas y a la intervención de la CIA. Mientras Washington hizo gestiones para lograr una salida no rupturista a la dictadura, la agencia de inteligencia estadounidense habría alertado a Pinochet de la presencia del gigantesco arsenal en el norte.

La tesis de las presiones de la Casa Blanca es descrita detalladamente por Corvalán en sus memorias. La versión sobre la alarma de la CIA para denunciar los arsenales en el norte, en cambio, es mucho más difusa. Uno de los pocos hechos que la avalarían habría ocurrido meses antes del hallazgo y fue conocido por al menos dos ex dirigentes comunistas entrevistados, uno de ellos en calidad de testigo directo. En Buenos Aires, la inteligencia cubana recibió un listado de nombres extraídos de una agenda telefónica. La agenda pertenecía al encargado de Asuntos Internacionales del FPMR, Ilya Rodríguez, apodado “Loquillo” o “Niño Maravilla”, uno de los más altos responsables de Carrizal Bajo y estrecho amigo de Galvarino Apablaza. Los nombres abarcaban a varios frentistas participantes en la internación de armas. “Para los cubanos era una típica advertencia de la CIA, que quería dejar en claro su conocimiento de que el FPMR estaba en algo grande”, explica un ex miembro de la dirección del PC.

Sin embargo, los archivos desclasificados de la CIA y el Departamento de Estado no entregan hasta ahora indicios sobre un alerta al régimen chileno. Por el contrario, según documentos del Departamento de Estado fechados en agosto de 1986, Washington habría dudado de la veracidad de Carrizal Bajo, y una misión secreta norteamericana viajó al país para comprobar que el gigantesco arsenal no era un montaje.

De acuerdo con un ex frentista, el argumento definitivo para dudar de una participación estadounidense en Carrizal Bajo es que la primera patrulla que llegó a la zona donde el FPMR almacenaba las armas la integraban tres agentes de seguridad. “Si la CIA le hubiera informado a Pinochet que teníamos 80 toneladas de armamento, habría llegado el Ejército completo”, concluye este ex combatiente, quien responsabiliza del descubrimiento a los errores propios del FPMR, surgidos de la falta de profesionalismo, disciplina y preparación de algunos encargados de recibir las armas.

Lo cierto es que el descubrimiento de Carrizal Bajo marcó el inicio del fin de la estrategia comunista que dio nacimiento al FPMR, lo que se acentuaría un mes más tarde con el fracaso del atentado. A partir de entonces, las críticas contra el PC arreciaron de todos los sectores, sumiendo al partido en el más agudo aislamiento de sus últimas décadas.

Según revelan las agencias de inteligencia occidentales, incluso la Unión Soviética dejó de apoyar con entusiasmo al PC chileno y su brazo armado. Si Moscú había vuelto a creer en la posibilidad de un triunfo revolucionario en Latinoamérica tras el éxito en Nicaragua, Carrizal Bajo fue un balde de agua fría para los ideólogos moscovitas. “Castro aparece inperturbable por el descubrimiento de las 70 toneladas de armas (de Carrizal Bajo) entregadas por Cuba (...), mientras los soviéticos han mantenido un bajo perfil sobre el tema” consigna un informe de la CIA de octubre de 1987.

“El creciente aislamiento del PC que siguió al descubrimiento de los arsenales y el intento de asesinato de Pinochet provocaron que Moscú evaluara los daños y concluyera que algunos actos, tales como la ocultación de armas, habrían sido contraproducentes (...). Moscú podría estar persuadiendo a los líderes comunistas a restablecer un férreo control partidario sobre cuándo y cómo los miembros del PC y el FPMR llevarían a cabo actos terroristas”, concluye el informe de la CIA.

Por entonces, las fuerzas opositoras de centro ya eran las protagonistas de la lucha contra Pinochet y levantaban una clara estrategia de enfrentar a su régimen en las urnas. A pesar de haber hecho todo lo posible por forzar las cosas, el PC y su vía rupturista habían quedado bajo la mesa. Según reconoce Corvalán con un dejo de amargura en sus memorias, 1986 resultó efectivamente decisivo, “aunque no en el sentido que se le diera primitivamente, el de terminar entonces con la tiranía, sino en cuanto al carácter que revestiría la transición a la democracia. En este sentido fueron también decisivos 1987 y 1988, año en que, como enseguida veremos, se configuró y plasmó la salida burguesa a la dictadura”.









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