Fernando Thauby , Capitán de Navío (R) es Profesor de Estrategia Conferencista
Magallanes no tiene amigos
Apr. 26 , 2012
A fines del año 2011 a instancias de Ginés González, embajador de Argentina en Chile, se organizó un grupo de chilenos “Amigos de las Malvinas” constituido por un selecto número de ex diplomáticos, empresarios, políticos, intelectuales e incluso un vicealmirante en retiro de la Armada, destinado a apoyar y promover el reclamo del gobierno argentino respecto a su soberanía sobre las Islas Falkland/Malvinas (en adelante, Las Islas).
Mediante la carta de un ex canciller chileno publicada en un importante medio de comunicación social, el grupo dio a conocer su compromiso de mantener una acción continua en apoyo a las políticas del gobierno de Cristina Fernández en este tema.
Todo un éxito el del embajador transandino y una muestra de la capacidad y disposición de importantes actores nacionales para movilizarse cuando una causa les interesa y los motiva.
Magallanes por su parte, lleva largo tiempo luchando contra la indiferencia nacional; mirando como es desplazado de su condición de base logística para las operaciones antárticas; resignándose a recibir el turismo sobrante de Ushuaia; arrebatado de sus merecidos títulos como ciudad patagónica por antonomasia; resistiendo la presión constante de los operadores de turismo de Argentina, -con el enérgico apoyo de sus gobiernos-, para incursionar en los canales, glaciares y recursos turísticos existentes en el territorio nacional y esperando que el gobierno central se decida respecto a las concesiones marítimas que permitirían iniciar una industria de acuicultura importante, entre otras muchas otras aspiraciones fallidas. Pero Magallanes no tiene Amigos que lo pongan en los medios de comunicación, que difundan sus argumentos y que promuevan sus aspiraciones.
La violenta crisis política que produjo el aumento sorpresivo del precio del gas en Punta Arenas, -consecuencia de una decisión tomada en una oficina del centro de Santiago en base a sólidos argumentos económicos pero desconectada de la realidad política y social de la región-, puso de relieve esta orfandad y carencia de amigos.
El inicio de la solución de los problemas que enervan el desarrollo austral descansa en la construcción de un muelle de pasajeros decente y funcional en Punta Arenas, otro en Puerto Williams y un aeropuerto de verdad en la Isla Navarino, peticiones modestas si las comparamos con los gastos que implican obras como el puente de Chiloé, el Transantiago, el Metro de Santiago o el fallido tren a Puerto Montt. La Antártica y Magallanes son una sola unidad geográfica y política, no puede haber una política antártica autónoma o independiente de la política de desarrollo de Magallanes y ambas pasan, ineludiblemente, por la conectividad entre ambas partes, con el resto del país y con el mundo.
¿Para qué teníamos tanto interés en conservar esas islas bajo la soberanía nacional si las hemos dejado en el olvido y siguen vegetando entre el desinterés que la administración central muestra respecto a lo que no ve ni conoce y la carencia de amigos organizados?. Miles de marinos, soldados y aviadores, miles de ciudadanos puntarenenses estuvieron listos a dar sus vidas por esos territorios y ¿para qué?, ¿para que sean explotados desde Ushuaia?
Que no se diga que no hay dinero, lo que no hay son prioridades justas: expertos viales sostiene que se necesita una inversión de aproximadamente US 2.000 millones para “mitigar” los efectos viales de un edificio recientemente edificado en lo que se conoce como Sanhattan, y la inversión se hará, ¿alguien tiene alguna duda?. No importa que esa obra sea el resultado de un proyecto aprobado sin considerar seriamente sus efectos en el tránsito vehicular, ni que se trate de una iniciativa de un particular. En realidad Santiago no habría sufrido ningún menoscabo si la construcción no se hubiera llevado a cabo. En breve, esos US 2.000 millones son “un gusto caro” de la hacienda chilena; sin embargo, para apoyar el desarrollo normal de Magallanes no hay recursos.
En medio de la crisis de Aysén un periódico publicó una infografía que sería risible si no fuera insultante. Aseguraba que la inversión pública per cápita en Aysén era la más alta de Chile así es que no tenían de que quejarse. Si en Puerto Aysén o en Magallanes se adquiere un bus para llevar pasajeros, lo más probable es que durante un día transporte menos pasajeros que en Santiago, pero, ¿significa eso que dado que los ayseninos son pocos deberían movilizarse a caballo?. Es de Perogrullo que si no hay transporte público, la población difícilmente aumente para hacer más eficiente la inversión. La inversión genera actividad económica y ella trae población; es el “círculo virtuoso” del desarrollo.
La respuesta santiaguina: ¡váyanse a vivir a Santiago!. Ahí está todo: poder político, económico, recursos financieros y masas capaces de gritar sus frustraciones.
La vida en Magallanes es dura, el clima no es fácil, el esfuerzo constante cansa, el costo de vida es alto, no hay buenos servicios de salud y si muchos otros inconvenientes, pero hay muchas personas que insisten y siguen ahí, haciéndose cargo de las dificultades siguen adelante, cargan con lo malo sin reclamar, sin embargo, cuando aparece una oportunidad que les permite avanzar, que compense sus sacrificios y “empareje la cancha” respecto a los chilenos de otras latitudes, entonces sus intereses son pospuestos, dejados de lado y sin ni una explicación se les priva de aprovecharla. Fue el caso de la ganadería y luego del petróleo, la plata fue a contribuir al desarrollo “nacional”, que incluye marginalmente a esa región.
Ahora tenemos el caso de la explotación petrolera en Las Islas. Después de muchos años, surge una gran oportunidad para que Magallanes avance y se consolide como centro logístico e industrial petrolero, pero se les impide hacerlo. Chile prioriza la buena voluntad con el gobierno de Fernández; sus Amigos se organizan y se mueven; los organismos gubernamentales centrales desconocen la realidad y las decisiones se toman con una perspectiva del “valle central”. En Chile se desconoce la relación comercial y familiar entre Las Islas y Punta Arenas; se ignora que tan pronto como comience la explotación de los recursos petroleros, habrá una migración de trabajadores especializados magallánicos que aumentará la ya importante población nacional en Las Islas; se menosprecia la importancia y magnitud de la base industrial y logística para la industria del petróleo costa – afuera ya existente en esa región. Es difícil competir con un brazo amarrado.
En Argentina se viene un drama económico mayor y para conjurarlo se levantan vientos nacionalistas. Cuando el conflicto con Gran Bretaña quedó congelado en Cartagena por falta de apoyo regional, el gobierno de Cristina Fernández levantó otra causa patriotera, “poner fin al vaciamiento que YPF hacía del petróleo argentino” ¿Qué viene después?. Imposible adelantarse a la creatividad transandina. Este es el camino que siguió Galtieri y terminó en guerra.
Enap, empresa estatal chilena, “de todos los chilenos” como gustan de decir algunos, en esta pasada de chovinismo está perdiendo 47 millones de dólares invertidos en Argentina. Según el Ministro de energía, las peticiones que planteará Chile en Buenos Aires es altamente probable que sean desatendidas. Peor aún, en la eventualidad de que Argentina conceda algo a Chile, no es seguro que a lo que se comprometa hoy lo cumpla mañana. Ya tenemos experiencia en ello, basta con recordar el episodio del gas.
Y mientras tanto, los chilenos siguen solidarizando con la aspiración argentina sobre las Islas y no solo en el ámbito político donde todos los países lo hacen ya que es gratis, sino también sacrificando la oportunidad de dar a Magallanes la oportunidad de crecer y potenciarse económicamente. Pareciera que Magallanes no solo no tuviera amigos, sino que estuviera rodeada de enemigos.
¿No estaremos haciendo el loco?
viernes, 4 de mayo de 2012
MAGALLANES ABANDONADO POR CHILE
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