UN RECONOCIMIENTO A NUESTROS MARINOS
Toda buena descripción de nuestro país mira hacia el mar, aunque vivamos, la gran masa de los chilenos como si no lo conociéramos, resulta que la mayoría de las ciudades de Chile están lejos de la costa, por eso el Mar suele resultarnos una sorpresa, recordamos sólo a veces que nuestro litoral es amplísimo, pero nos cuesta mantener plena conciencia de un hecho tan favorable. Podríamos definirnos como gente de tierra adentro, ciega, casi irremediablemente a nuestras posibilidades y exigencias marítimas. Es una extraña realidad que caracteriza a gran parte de los chilenos.
El año 1978, se instituye en nuestro país el mes de Mayo, como “El Mes del Mar”. Podríamos decir que esta norma visionaria del entonces Comandante en Jefe de la Armada Nacional, el Almirante don José Toribio Merino Castro, es la primera medida tendiente a entregar al imponente y frío Pacífico que baña nuestras costas, un grado de importancia y reconocimiento a todo lo que significa para el desarrollo de nuestro país.
Lo más lejano de la historia naval chilena se remonta a los episodios vividos después de la Patria Vieja, cuando nuestra incipiente Independencia cae en Rancagua frente a los últimos acechos españoles por mantener el dominio, éste episodio hizo que el Prócer Independista y Padre de Chile, el General don José Miguel Carrera y Verdugo, en Estados Unidos adquiriera con su herencia familiar una flota de barcos, con los que se traslado por el Atlántico a las costas argentinas, desde donde pretendía reconquistar la perdida Independencia chilena. La muerte en Mendoza de don José Miguel y sus hermanos, hizo que esos navíos nunca llegaran a Chile y quedaran en el olvido, pero nuestra historia naval los debe reconocer aunque sea simbólicamente, como la Primera Escuadra Nacional, ya que estuvieron destinados a la reconquista y defensa de nuestra soberanía.
Más tarde y después de su victoria en Chacabuco, O’Higgins diría:
“Este triunfo y cien más, se harán insignificantes, si no dominamos el mar”.
Esta frase resultó ser visionaria, él lidió por nuestra independencia y para cumplir su objetivo necesitó de las comunicaciones marítimas, pero más allá de eso y con el correr de los años, las futuras generaciones de chilenos recibieron una herencia inconmensurablemente magnánima...
El Mar Chileno, como concepto general puede ser analizado con una amplitud indescriptible de variantes, entre ellas los conceptos: “geográfico” y “geopolítico”.
No se puede abarcar adecuadamente un estudio geográfico de nuestro territorio, sin referirse al mar chileno.
La geografía de nuestro país en sus diversas ramas, está estrechamente ligada al elemento que constituye una constante en nuestro territorio: el Océano.
En su análisis físico, el océano Pacifico en su sector suroriental, se caracteriza en el contexto internacional por ser un espacio altamente organizado, limitado y conformado, por regiones bien definidas. Entre ellas y entre las diferentes zonas de la franja costera, se llevan a cabo distintos procesos de intercambio dinámico, que influyen en el paisaje físico y en la organización de los asentamientos humanos de nuestro territorio.
Más extenso aún que la porción terrestre, el Mar Chileno abarca un área de cerca de cuatro millones de kilómetros cuadrados, en contraposición a un poco más de dos millones de superficie terrestre, incluyendo en esta última, la porción continental antártica, y la superficie de todo el territorio insular.
La inmensa extensión de nuestro mar, ha hecho difícil su conocimiento y estudio. A partir de 1957, se organizan las primeras expediciones oceanográficas chilenas, las que hasta la fecha pueden exponer estudios acabados, sobre la explotación de recursos.
Pero este trabajo debe ser permanente. Como chilenos no nos debemos conformar nunca en aspectos marítimos, menos aun si tenemos dos países limítrofes con la insolente pretensión, de apoderarse de parte de nuestro mar.
Es bueno entonces que el aspecto humano de nuestra geografía marítima, nos permita mostrar al mundo un Chile con una concepción cada vez más Oceánica, donde ya existe conciencia de este valiosísimo patrimonio otorgado por la Divina Providencia, especialmente por esa parte de nuestra población que vive aledaña al Pacífico y que hace de él una forma de vida.
Así en nuestra geografía económica, aunque no se ha explotado debidamente nuestro potencial marítimo, éste nos permite llegar con nuestra producción a todos los mercados del planeta, lo que contribuye permanentemente al desarrollo de la economía nacional, pero tenemos que reconocer que en este aspecto, queda aún mucha tarea por cumplir y debiera ser un objetivo permanente.
El Mar debe ser analizado y considerado siempre, como un recurso de vida, como una necesidad ineludible, de la cual dependiera cada uno de los chilenos.
El afamado escritor Benjamín Subercaseaux, confirma con elocuentes expresiones, la vital importancia del mar que baña nuestras extensas costas:
“Chile no es donde termina la tierra, sino donde comienza el Mar”.
“Chile es una tierra de océano, que por su estructura y posición geográfica, no tiene mejor destino ni mejor riqueza que el Mar. Para el Mar nació, del Mar se alimentaron sus aborígenes; por el Mar se consolidó la Independencia, del Mar extrae su sustento; y sin el Mar no tiene sentido su comercio”
Si regresáramos a los orígenes de la patria, podríamos observar que la visión que tuvo O’Higgins en Chacabuco sobre el dominio del Mar, se pudo concretar muy luego, cuando por la vía del “Armado en Corso”, que significa equipar los barcos para acciones de guerra, se fueron transformando distintas naves mercantes, en bélicas.
Nuestro primer buque de guerra fue el mercante español “Aguila”, el que fuera capturado en las costas de Valparaíso, para luego continuar con la adquisición del bergantín “Rambler” a Estados Unidos y la fragata “Windham” a Inglaterra, esta última que más tarde llevaría el nombre de “Lautaro”, fue utilizada para capturar las fragatas españolas “Perla” y “San Martín”.
Pero formar una Escuadra en una época de pobreza y atraso, era una obra magna, ese “imposible” fue realizado por la vía de la adquisición y de la captura.
En Octubre de 1818 O’Higgins observaba desde uno de los cerros de Valparaíso, lugar que hoy se conoce como el “Mirador O’Higgins”, el zarpe de cuatro buques destinados a la captura de navíos españoles, en esa ocasión el Director Supremo dijo:
“De esos cuatro palos, penden los destinos de América”.
La expedición naval fue exitosa y permitió incorporar a nuestra Escuadra las fragatas: “Fortuna”, “Minerva” y “Santa María”; y los bergantines: “El Chileno”, “Congreso”, “Nuestra Señora del Carmen”, “Fortunata” y “Los Andes”; más las naves mercantes ibéricas: “San Miguel”, “Venganza”, “Plazuela” y “La Esmeralda”, la que años más tarde se convertiría en la legendaria y heroica fragata de Iquique.
Así empezó nuestra historia naval, con los años fueron muchos los navíos que pasaron por la Escuadra Chilena, muchos los hombres que engrosaron las filas de nuestra Armada Nacional y muchos los hechos, que hoy nos llenan de orgullo.
O’Higgins fundó el 4 de Agosto de 1818 la “Academia de Guardiamarinas”, precursora de nuestra Gloriosa Escuela Naval, cuna de Héroes, donde se forman los más hidalgos hombres de mar de las Américas, que han contribuido permanentemente al crecimiento de nuestro país.
El Almirante Ingles Lord Thomas Cochrane, fue el primer Comandante en Jefe de nuestra Armada, el mismo que inmortalizó el siguiente mandato a nuestros hombres de Mar:
“La palabra imposible queda borrada del diccionario de la Marina Chilena”.
No se equivocó O’Higgins cuando encomendó a este Almirante Británico la conducción y estructuración de nuestra Armada, transformando para la eternidad a nuestra escuadra en un cimiento de imposibles.
El lento correr de los años es el mejor testigo de lo anterior, la Armada chilena fue el paladín que necesitaba América, para su liberación definitiva del Yugo Ibérico, la expedición libertadora del Perú así lo confirma, el bloqueo del Callao sirvió para cortar definitivamente las comunicaciones españolas, lo que permitió una consolidación irreversible de las independencias de todas las naciones americanas del Pacifico y el Caribe. Más tarde, nuestra Armada capturaría la Plaza de Valdivia, conocida como “El Gibraltar de América”, por la majestuosidad de sus fuertes; luego vino la liberación de Chiloé; la ocupación del Estrecho de Magallanes; el conflicto con España, los combates de Papudo y Abtao; las conquistas de todo nuestro Chile insular; la legendaria Guerra del Pacifico, la ocupación de Antofagasta y la muy conocida por todos nosotros gesta gloriosa de Iquique, mas tarde Angamos y la captura del Huáscar, luego las incursiones del mismo buque acorazado pero con nuestra Bandera Chilena en el Palo Mayor de Mesana, Pisagua, Chipana, las capturas de La Unión y la Pilcomayo, el bloqueo de Arica y el hundimiento del Manco Capac, entre otras gestas gloriosas; para culminar el Siglo XIX con un gran acontecimiento nacional: la incorporación vía adquisición, de la Isla de Pascua a nuestro territorio, este magno suceso, también fue obra de un Marino chileno, el Comandante Policarpo Toro, quien conocedor del peñón polinésico y poseedor de un alto espíritu geopolítico, comenzó a desarrollar los estudios y proposiciones, a través de la misma Armada, al Gobierno de la época, que le permitieron consolidar en forma personal la negociación, en Tahití, el año 1888.
La visión del Comandante Policarpo Toro tuvo una fuerte trascendencia Geopolítica. Su acción permitió a Chile transformarse en un País Intercontinental. Pero en esos años el concepto “Geopolítica” no se conocía, no era relevante ni significativo.
En nuestros tiempos, toda nación que se precie de tal, debe proveerse de adecuadas normas geopolíticas, Y TODO ESTADISTA QUE SE PRECIE DE TAL, DEBE NUTRIRSE DE UNA CONCEPCIÓN GEOPOLÍTICA.
Mar y tierra son la primacía de los espacios marítimos, la proporción de las superficies marítimas y terrestres constituyen un hecho primario de la geografía. Esta simetría tiene tanta importancia política como física. Resulta que la más pequeña de las zonas costeras, da una imperecedera proyección, sobre el océano mundial. La proximidad del mar aumenta el valor de la tierra, las comunicaciones ganan allí, en extensión y el poder político, en expansión.
El Mar en sí constituye el conjunto principal de nuestro planeta, y Chile con su extensión marítima no puede abstenerse de esta valiosa posibilidad de desarrollo. Por mucho tiempo se consideró como Mar territorial, a las primeras 20 millas marítimas de océano más inmediatas a las costas, pero a partir del año 1952, las Naciones Unidas con el voto de más de 150 países, aprobó la proposición chilena de aumentar ese espacio marítimo a 200 millas.
Sin embargo, las costas no bastan para sentirse una potencia marítima, el dominio de los mares requiere de una apropiada infraestructura naval, con una adecuada flota mercante que surque los comercios del todo mundo y una potenciada escuadra que proteja el patrimonio económico de estos extensos territorios marítimos.
Además en Geopolítica el concepto espacio se refiere principalmente al terreno, o a las extensiones territoriales, y entre estas se encuentran los territorios insulares, o simplemente las Islas.
Nuestro país, es poseedor de una inmensa extensión insular, especialmente en la zona Sur Austral. Aunque no nos demos cuenta, la ausencia de nuestras Islas, restaría valor a nuestra proyección oceánica y por su puesto a nuestra extensión territorial.
Los estudios cartográficos de la Armada Nacional, determinan que las Islas chilenas son aproximadamente seis mil, sin incluir las del continente antártico.
Pero una Isla no vale sólo por su territorio, tiene un recurso de importancia mucho mayor: su población.
La masa humana que habita en una isla, o población isleña, reúne características muy especiales, por la incomunicación o retraimiento, que los diferencia y separa de los demás centros poblados. Ellos no son culpables de querer en demasía a su tierra o a su Isla. Esta situación que en sí parece natural y de menor importancia, podría llegar a convertirse en un problema geopolítico mayor, ya que si esta suerte de ostracismo, los lleva a sentirse desamparados o desprotegidos por la nación a la cual pertenecen, con facilidad pueden perder el cariño a esa tierra, en otras palabras se puede perder el patriotismo.
Delicada situación que obliga al país en conjunto, a mantener una constante preocupación por esos compatriotas, comenzado por las autoridades, para quienes esto constituye una obligación. Debe ser norma de preocupación permanente, el incorporar a esas miles de personas a todas las actividades del país, y nuestro sistema imperante debe mantener un permanente desvelo, en la búsqueda de soluciones que permitan satisfacer sus necesidades de abastecimiento, comunicación, energía, salud, educación, por nombrar algunas, de sus naturales carencias.
Una adecuada gestión geopolítica en el territorio insular, representa un deber, basta con observar detenidamente el mapa del Mar chileno, especialmente el de la zona Sur, para darnos cuenta que en ese laberinto de canales y fiordos también hay chilenos, y chilenos que verdaderamente, hacen patria.
El único nexo permanente que ellos tienen con el territorio continental lo cumple nuestra Armada Nacional, específicamente nuestros Marinos, quienes en su constante patrullar de soberanía, son los únicos que les entregan patria y fraternidad.
Esta norma naval que caracteriza a nuestros hombres de mar, no es nueva, desde los inicios del siglo XX, cuando nuestra patria se consolida como nación independiente, necesitó de la ardua y permanente participación de nuestros Marinos en múltiples acontecimientos, muchas veces desconocidos, pero que llevaron el nombre de Chile a muchas partes del mundo.
Mas de alguna vez escuchamos hablar de las hazañas del Piloto Pardo, quien al mando de una reducida embarcación, la Escampavía Yelcho, surcó los mares australes en socorro de muchos navíos de mayor eslora, que trataban de cruzar el temido Cabo de Hornos, cuando no existía el Canal de Panamá. En esos años el Rey de Inglaterra, Jorge V, envió una carta de agradecimiento al Presidente de Chile, por la valiente actitud demostrada por Pardo, durante el rescate de una nave inglesa atrapada en los hielos australes, en el escrito el monarca decía: “La dimensión de la Yelcho, no guarda relación con el temple de su Comandante”.
Así también, fueron Marinos chilenos los que construyeron, fundaron y mantienen soberanía en Puerto William, apoyando a muchos compatriotas que viven en los gélidos canales que circundan Navarino.
También fueron Marinos chilenos, los primeros en pisar las tierras antárticas, luego del tratado internacional que otorga a Chile soberanía en el continente helado.
Para continuar navegando con la historia hasta nuestros días; como no reconocer el invaluable servicio de nuestros marinos haciendo patria en los lugares más recónditos de nuestra geografía, desde la calidez del mar nortino hasta las gélidas aguas antárticas. Su presencia en los millares de islas de nuestro sur y su constante patrullar por canales, fiordos y glaciales. Su estampa serena y valiente en el conflicto del Beagle, Puerto William, Navarino, las Islas Nueva, Picton, Lenox; y en fin, muchos otros hechos patrióticos que han dado a Chile grandeza. Como la participación de la Armada Nacional en la Liberación Nacional del 11 de Septiembre de 1973 y más tarde en la reconstrucción de un país destrozado por el comunismo.
La Historia es la savia vivificante de los pueblos, como era la tierra en la mitología de Anteo, que renovaba sus energías apoyándose en ella. Así también es y tiene que ser la Historia de nuestra Patria, como savia y tierra que vigorizan al pueblo.
La verdadera historia es el espejo en que se retratan las naciones; y la nuestra tan llena de románticas y gloriosas epopeyas es como un trozo vivo y fecundo de esta tierra.
En el día de las Glorias Navales damos gracias a nuestra querida Armada Nacional; gracias por el apoyo permanente que dan a los chilenos de norte a sur; gracias por llevar patria y sustento a tantos chilenos aislados y apartados; gracias por las mil victorias en combate y por la sangre derramada; gracias por nuestra libertad y por el abnegado trabajo realizado en todas nuestras desgracias. Gracias por los miles de vidas que salvaron dando oportuno aviso de tsunami en esa fatídica madrugada, oportuno aviso que una irresponsable gobernante escondió causando la muerte de más de un centenar de chilenos inocentes.
Gracias a cada uno de los marinos de Chile, los de hoy y de la historia por todo los que han dado a nuestra Patria.
La historia universal tiene un famoso y nombrado Marino, el Almirante Nelson, celebre Marino inglés que alcanzó un hito fundamental al vencer a la Escuadra Napoleónica en Abukir, el 1 de Agosto de 1798, permitiendo la liberación de Europa.
La historia chilena también tiene a un Grande, el Capitán Arturo Prat Chacón, el que saltara a la cubierta del buque enemigo negándose a arriar su Bandera.
“Todos los Marinos del mundo, quieren imitar al Almirante Nelson. Pero ningún Marino del mundo, podrá superar al Capitán Prat”.
Alejandro Russell O’Kuinghttonss
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