martes, 24 de julio de 2012

EL PODER BURLADO


EL PODER BURLADO
Patricio Quilhot Palma


La derrota electoral de la izquierda en 2010, trajo a los chilenos una bocanada de aire fresco, junto con la esperanza de poner término a los abusos de poder y la corrupción con que nos hartó la coalición socialista-cristiana. La Alianza por el Cambio y su líder electoral, contra todo lo esperado, no actuó con la firmeza que anunciaba el llamado al “desalojo”, evitando en cambio provocar cualquier enojo en su adversario, al que gentilmente otorgó el tiempo y espacio suficiente para que se retirara sin daño desde las posiciones de privilegio que disfrutó durante veinte años. Es más, muchos de los integrantes de la coalición derrotada permanecen hasta hoy en sus cargos, actuando como “tropas de retaguardia”, es decir, cuidando las espaldas de sus camaradas, encubriendo los rastros de sus andanzas o sembrando cortinas de humo con escandalosas denuncias que afectan a las actuales autoridades y jamás a las anteriores.
El tono conciliador de la “nueva forma de gobernar” recibió desde un comienzo una agresiva respuesta de la izquierda, la que confirmó su conocido estilo “de población callampa”, en que el trato caballeroso es confrontado con garabatos y ofensas destinadas a amedrentar a quien se opone a sus intereses. Por desgracia, en vez de mostrar la firmeza requerida desde el primer momento y ejercer en pleno el poder otorgado por el voto popular, el gobierno ─particularmente su líder─ se deshizo en gestos conciliadores y de acercamiento a la oposición, evidenciando un especial interés por el sector democratacristiano, el que más de alguien considera ideológicamente más cercano al presidente que los partidos de su propia alianza.
Así, a medida que transcurría el tiempo, quienes votaron por el cambio ─más que por Piñera─ fueron pasando rápidamente desde la agria sorpresa inicial a una frustrante desilusión, al comprobar ─en algunos casos─ que quienes se esperaba ver alejados del poder eran confirmados en sus cargos, sin ser reemplazados por gente de confianza o siendo testigos de cómo diversas organizaciones abiertamente al servicio de intereses izquierdistas, como la Oficina de DD.HH. del Ministerio del Interior, el Museo de la Memoria, agrupaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos y otras similares, continúan operando con la anuencia y apoyo económico, comunicacional y político de La Moneda, contando algunas incluso con oficinas en el propio palacio de gobierno, al igual que en sus mejores tiempos. Completan el cuadro anterior las múltiples, normalmente innecesarias, pero siempre patéticas declaraciones realizadas por altas autoridades del gobierno que salen a proclamar su repentino descubrimiento de que en Chile “hubo violaciones a los derechos humanos”(sólo de un lado, por supuesto), renegando en consecuencia de toda relación con el Gobierno Militar, para confirmar a continuación su “irrestricto compromiso con la defensa de los DD.HH.” y su rechazo a la “dictadura”. La ingenuidad de estos personajes y del creador de la línea estratégica que los dirige es de tal magnitud que no les permite comprender que con sus palabras y acciones están sirviendo directamente a sus oponentes, quienes cosechan gratuitamente el apoyo publicitario a su mejor “idea- fuerza”: la propia “victimización” y la consiguiente necesidad de venganza.
Junto con el súbito “arrepentimiento” de un ministro con muy mala memoria y poca vergüenza, acabamos de escuchar a otro ministro-candidato que ahora declara que adoptará medidas para “restringir el acceso a los hospitales de las FF.AA.” al personal uniformado en retiro que ─en condición de presos políticos─ permanece encarcelado por delitos prescritos, amnistiados o simplemente no contemplados en la Ley vigente en el territorio soberano de Chile, dictando para ello “instrucciones a los hospitales institucionales y a Gendarmería” (¿Tendrá algo que decir el Ministro de Justicia, de quien depende exclusivamente Gendarmería?). Pareciera que la ambición por ganar publicidad lo hizo incluso superar la cobarde medida del ex – ministro Bulnes, quien llegó a imponer a los presos políticos la obligación de asistir esposados a los centros de atención sanitaria institucionales, superando la más osada medida jamás implantada por la Concertación.
En medio de un innegable éxito en la conducción económica y esta porfiada insistencia en adherirse a la persecución al mundo militar en retiro, observamos cómo la conducción presidencial
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nos lleva hacia la conformación de un estado asistencialista del mismo tipo que el que está dejando en la ruina a las naciones europeas, obligadas éstas a pagar la farra del euro-socialismo. Sin esperarlo, nos encontramos de pronto sumergidos en una loca carrera de bonos y subsidios de todo tipo que generan en los sectores más desprotegidos una dependencia que pronto llegará a asfixiar la generosidad del estado. Este asistencialismo postizo, al provenir de un gobierno calificado por sus opositores como el “representante de los ricos”, comienza a ser hábilmente manipulado por una izquierda que consigue bloquear cualquier lazo de lealtad hacia el gobernante de parte de la masa votante, la cual rechaza su gestión y personalidad, expresando su preferencia por la ex – presidenta socialista que prepara su regreso a La Moneda. En suma, quienes dieron su voto para que gobernara la derecha, con ideas de derecha y para conseguir los objetivos de la derecha, ven su capital desperdiciado y puesto al servicio de los mismos que creyó haber desterrado del poder, a los que se les facilita su retorno por medio de la mantención de sus exclusivas banderas de lucha y líneas de acción vengadora, mientras la coalición gobernante se debate en un mundo de desacuerdos y conflictos derivados de las recurrentes desviaciones de la ruta acordada.
Dentro del cada vez más numeroso grupo de desilusionados con este torcido eje de gobierno se escuchan opiniones que atribuyen su debilidad política a la lejanía ideológica de su líder con las bases electorales de los partidos de la Alianza. Otros, la asignan a la indiferencia del gobernante con la sucesión, suficientemente satisfecho con la gloria personal alcanzada. Lo que queda claro es que el quid del problema no está en los ministerios ni en los ministros técnicos, si no en una conducción política caprichosa que en vez de cohesionar a sus partidarios los disocia, favoreciendo gratuitamente a sus adversarios políticos, los que se benefician de cada gesto de debilidad ideológica para mantener control sobre una cuota del poder que quienes votaron por Piñera no esperaban precisamente compartir con ellos. Todo mesianismo ciego acaba potenciando al adversario político y debilita a los propios partidarios, pronosticando un difícil resultado en los próximos procesos eleccionarios, al amparo de señales confusas y contradictorias que provocan un dañino efecto en las expectativas de quienes erigieron al poder al actual representante, comenzando a escucharse voces que indican un peligroso conformismo, al aceptar la posibilidad del “diablo conocido” que aún siendo de izquierda “no lo hizo tan mal” y al menos se sabe lo que piensa y como actuará.
Hace unos años fuimos testigos de la declaración del “nunca más”, para muchos un gesto inoficioso por su unilateralidad y nulo resultado práctico. Sin embargo, el concepto es válido para ser aplicado al derecho soberano de quienes con su voto influyen en el futuro que desean para sus hijos. Hoy parecemos haber llegado al momento de decir “nunca más” a quienes ─por la razón que se quiera─ no han estado a la altura de lo que se esperaba, traicionando las promesas electorales sin la menor vergüenza y ─peor aún─ favoreciendo con su actitud a los intereses de la venganza marxista, en claro beneficio de esfuerzos electorales ajenos quienes los eligieron y en perjuicio directo de miles de ex – uniformados, ayer jóvenes subordinados, hoy perseguidos por la mafia internacional de los “Derechos Humanos”.
Grandes fueron las esperanzas cifradas en la llegada de la Alianza por el Cambio al poder. Grande es la desilusión alcanzada con la caprichosa conducción de su gobierno y con el desamparo en que nos deja su porfiada subordinación al poder de la izquierda. Esta traición al sector que dicen representar no puede ser premiada con nuestros votos y el “Plan Ahora” ─que promueve castigar a la Alianza negando el apoyo a sus candidatos a concejal─ debiera ser ampliado a los alcaldes y a todo candidato que la represente. Al menos, hasta que los verdaderos interesados en ejercer el poder del cambio consigan hacer rectificar el rumbo hacia el logro de los objetivos propios del sector que los llevó al gobierno y deje éste de servir los intereses de un sector que no merece regresar al poder, al menos por un largo tiempo.

22 de Julio de 2012
Patricio Quilhot Palma

1 comentario:

Horacio dijo...

Una carta sincera, valiente y patriótica dirigida al actual ministro del interior del gobierno de Chile enviada por el General Hernán Núñez Manrique. Es triste y lamentable que el ciudadano chileno Rodrígo Hinzpeter Kirber, hoy a cargo del ministerio del interior,se haga eco

de la mendaz propaganda terrorista, que los asesinos de ayer hicieron recaer con su maléfica promoción en las FFAA de Chile y en el gobierno a cargo del entonces General don Augusto Pinochet. ¡ Cuánto desgradecimiento y cuanta pusilaminidad en su maliciosas aseveraciones contra la historia de Chile !. Esta carta será recordado por los hombres justos y la memoria de estas palabras, reflejarán por siempre la hidalguía chilena de un hombre armas que no supo callar ante tanta injusticia.Tampoco se olvidarán a los Judas Iscarioti que desde el Sanedrín quieren seguir asentando puñaladas a la Santa Cruz de Cristo, asesinos de la Verdad y Traidores a su propia bandera