Otra vez armas tácticas en el escenario del Oriente Medio

By George Chaya

Algunos diplomáticos de Bruselas y Washington temen que Damasco utilice armas neuro-tóxicas contra la población civil en su intento por aplastar a los rebeldes. Sin embargo, no son pocos los que sostienen que Assad puede estar tratando de proteger el material de sus oponentes.

Lo cierto es que decenas de sirios continúan muriendo a diario mientras algunos diplomáticos sostienen que Assad no tiene intención de utilizar tales armas, sino que puede ser una estrategia más del presidente para contrarrestar lo que denomina el complot contra Siria.

Cualquiera sea la motivación, la evidencia de que las armas químicas entran en juego puede intensificar el conflicto en Siria y la región. Esto podría sentar precedentes de que armas de destrucción masiva se utilizan bajo la supervisión sobre el terreno de veedores de la ONU y es un elemento muy peligroso para la totalidad de la seguridad internacional. La diplomacia occidental debería estar particularmente preocupada por las reservas de gas sarín que posee Siria, el sarín es un agente nervioso mortal y muy versátil, por tanto no deberían mostrarse dubitativos en una materia tan sensible.

¿Cómo responderá la comunidad internacional si Assad se inclina por utilizar sarín? Ni Washington ni Bruselas podrán evitarlo aumentando la presión sobre Rusia para quitar a Assad del poder. Rusia continuara bloqueando las iniciativas internacionales dirigidas a encontrar una solución a la crisis. Muchas armas suministradas en el pasado por Moscú se están utilizando en los ataques actuales. A pesar que ha trascendido que las autoridades rusas no suscribirán nuevos contratos de armas con Assad en el futuro inmediato; por tanto, esta medida no servirá de nada si al mismo tiempo siguen cumpliendo los contratos existentes.

Damasco posee uno de los mayores arsenales de armas químicas y biológicas en Oriente Medio. Siria nunca firmó la Convención de Armas Químicas de 1992. Ese acuerdo prohíbe la producción, el almacenamiento y uso de armas tácticas. Siria siempre tuvo la capacidad de colocar químicos en sus proyectiles de artillería y misiles Scud. Las armas químicas y biológicas son difíciles de fiscalizar cuando se accionan. El sarín puede ser utilizado como un gas o para envenenar suministros de agua pues es más pesado que el aire, pero es inmanejable cuando se utiliza como arma contra una multitud de personas y constituiría un peligro no sólo para los opositores, sino también para las fuerzas del propio gobierno y para toda la población. En 2007, un accidente en una instalación donde se almacenaba gas mostaza ocasiono la muerte a varias decenas de ciudadanos sirios.

Assad sigue en el poder debido al desacuerdo internacional sobre cómo manejar la crisis siria. Pero si utiliza armas químicas, los aliados occidentales probablemente se unirían en un plan de intervención más agresivo para derrocarlo y se tornaría difícil una solución diplomática. Si el gobierno sirio se ve obligado a abandonar el poder y Assad no acepta refugiarse en Moscú o Teherán, puede que se retire a la costa mediterránea como sostiene la inteligencia turca, allí la población mayoritaria es alawita. Si los rebeldes conquistan áreas claves y Assad se ve amenazado, recurrir a las armas químicas será una opción para el. Hace tiempo que Damasco trata de limpiar de sunitas áreas estratégicas como Hama y Homs con el fin de crear un Estado étnico que podría ser defendido por la minoría étnica alawi a la que pertenece el presidente.

En Siria se están cometiendo crímenes de guerra y contra la humanidad, las cosas pueden ir a peor cuando se habla de armas de destrucción masiva. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe referir la situación de Siria al fiscal de la Corte Penal Internacional y asegurar que la misión de supervisión ONU en Siria esté dotada de un mayor componente de derechos humanos y que los observadores tengan la capacidad y los medios necesarios para proteger a las víctimas.

George Chaya

http://www.georgechaya.info

* El Prof. George Chaya es escritor y analista político experto en asuntos relativos a las Relaciones Internacionales y la Seguridad y Prevención del Terrorismo, es autor de “La Yihad Global, el terrorismo del Siglo XXI” y varios libros de pensamiento.