viernes, 3 de agosto de 2012

¡Último round!





By Ricardo Jorge Pareja

El Ministro de Justicia, Julio Alak, expresó que la población carcelaria había recibido con aplausos las palabras de la Señora Presidente de la Nación, al referirse a las “salidas culturales” de las que gozan. Este siniestro personaje, quien, a decir verdad, y hasta ese momento, me había pasado totalmente desapercibido, se convirtió de la noche a la mañana, junto a La Señora, y un Miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en una suerte de trilogía dispuesta a calar profundamente en la sensibilidad de los argentinos de bien, inspirados en el firme propósito de aplicarle el definitivo golpe de gracia.

¡No quiera imaginar el esfuerzo que estoy realizando para evitar “la palabrota”. Ocurre que semejantes exponentes interpretan que los homicidas, chorros, pedófilos, violadores, secuestradores extorsivos, y toda aquella lacra que se le ocurra merezca la cita distintiva, que se encuentran encarcelados purgando condena, deben gozar de semejantes beneficios, en tanto Ud. y yo ya no sabemos qué hacer, ¡y ni hablar a quién recurrir! para que nos liberen de quienes no estándolo, se encuentran empeñados en el arte de matar.

Les recuerdo, Señora Presidente de la Nación, señor Ministro de Justicia, y señor Miembro de la suprema Corte de Justicia de la Nación, que la primera misión que les fuera delegada, ya por voluntad popular, o “a dedo”, consiste en velar por el bienestar general, la vida, y el patrimonio de los hombres y mujeres de bien, quienes, por otra parte, todavía forman parte de la inmensa mayoría de los habitantes de este país. Les recuerdo que semejantes exposiciones, y deposiciones, no sólo constituyen el mayor atentado sufrido por Nuestra Constitución Nacional, sino que reniegan de la mismísima condición humana. El Derecho Positivo, que Uds. pretenden ignorar o alterar, fue creado por el propio hombre para hacer posible la vida en sociedad. El castigo y la reclusión de todos aquellos emparentados con el delito criminal, no devuelve vidas, ni sirve de paliativo para el más tremendo de los dolores. Se trata de una medida tendiente a apartarlos de una sociedad a la que ya han herido de muerte. El hecho de conferirles semejantes “beneficios”, de los que muchos argentinos marginados no pueden gozar, constituye un acto de perversión que no reconoce antecedentes dentro del mundo civilizado.

A Ud., que me dispensa el favor de leerme, le digo: haga de cuenta que ha sonado la campana del último round. Durante el transcurso de tan desigual combate, nos han propinado una paliza física y moral jamás vista antes. Desde el rincón de la sensatez, la vida y la dignidad, nos están indicando que debemos jugárnosla en la única opción de dejarles fuera de combate. De otro modo, la sentencia llegará de la mano de una lápida imposible de remover.




Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com


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