sábado, 6 de octubre de 2012

¿Un Potemkin argentino?




By Antonio Gaspar Viana

En el siglo XX hubo dos rebeliones famosas de suboficiales de la Armada, que fueron precursoras de sendas tomas del poder por parte del comunismo revolucionario. La primera fue la del acorazado Potemkin en 1905, inmortalizada por el más grande film de toda la historia, dirigido por el cineasta Sergei Eisenstein; y la otra, en 1936, fue el motín de la flota española en los puertos del Ferrol, Cádiz y Cartagena.

La gran diferencia del actual conflicto salarial de las FFSS y FFAA es que:

En primer lugar, los suboficiales, gendarmes, prefectos y soldados no son marxistas, sino todo lo contrario: son patriotas y bien argentinos.

En segundo lugar, los comunistas de Lenín adularon a los suboficiales y soldados del acorazado Potemkin, y las autoridades republicanas españolas (rojos) también lo hicieron con los suyos. Por el contrario, el gobierno totalmente inconsciente, les ordena a sus propios funcionarios gubernamentales y a sus partidarios del FPV que ataquen verbalmente por los medios audiovisuales y en la prensa escrita a los uniformados reclamantes, que las organizaciones K realicen marchas en todo el país, y lanzar sus militantes por las noches a realizar pintadas callejeras insultantes contra los suboficiales movilizados de la gendarmería, prefectura y de las FFAA en general.

En la ciudad de Córdoba, la policía provincial, durante la noche del 3 al 4, detuvo (aparentemente con muchísimo placer) a 16 militantes K sorprendidos in fraganti cuando pintaban consignas agraviantes contra la Gendarmería Nacional, la Prefectura Nacional Marítima y las Fuerzas Armadas de la Nación, secuestrando los aerosoles y otros elementos, y poniéndolos en un principio a disposición de la justicia de faltas, analizando si infringieron además las leyes penales vigentes.

Todo esto mientras realiza una mal simulada preocupación por su situación salarial, la tira a la larga, ignora que el conflicto se extiende a las fuerzas armadas y a las policías y obvia, además, que aún no les otorgó el 21% de aumento a partir del 1° de julio, que ya recibió el resto de la administración pública, y que, para colmo, la misma presidente se los anunciara expresamente en su discurso en la cena de camaradería de las FFAA del mes de julio pasado.

Por supuesto que los participantes del conflicto, además de conocer todo esto, también se irán enterando puntillosamente de todas y cada una de las operaciones irracionales pergeñadas por el gobierno nacional en contra de ellos, dado que se descuenta vienen siendo informados por sus respectivas jefaturas militares de inteligencia (que las operan los mismos suboficiales) y tomando debida nota para el futuro, sobre quiénes son sus declarados enemigos, de hoy y de siempre (cuando en los ‘70 los acribillaban inermes en las calles y los volaban al aire en sus domicilios y lugares de trabajo).

El Potemkin argentino, en caso de producirse, o sea, en el caso de que la paralizada oficialidad superior no despierte antes de que sea tarde y se ponga al frente de los reclamos salariales (que también son los suyos), no sólo se los llevará puestos a ellos (los oficiales superiores) sino también al gobierno, sus militantes y una buena cantidad de políticos, periodistas, artistas e intelectuales vendidos al oro K (en rigor de verdad, nuestros propios impuestos).

O sea, en resumen, los K no son sólo incompetentes, sino absolutamente suicidas.


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