domingo, 13 de enero de 2013

Cuando se acaban los conflictos rentables




By Carlos Tórtora

CFK pudo comprobar, en su breve estadía en La Habana, el éxito de la operación cubano-bolivariana para violar la constitución venezolana evitando el llamado a elecciones para presidente. En una situación de ilegalidad manifiesta, Nicolás Maduro pasó a ser ahora el regente que gobierna en nombre de un fantasma, del cual desde hace tres semanas no se conoce siquiera un parte médico. Semejante alquimia, que convierte a la democracia venezolana en una dictadura encubierta, sólo fue posible gracias a un insólito fallo del Tribunal Superior de Justicia, que entendió que la asunción presidencial es una formalidad que puede soslayarse y que carece de toda importancia que Hugo Chávez sea un moribundo. El abierto encolumnamiento del poder judicial con el ejecutivo marca entonces una diferencia fundamental entre el kirchnerismo y el régimen bolivariano. Si Cristina hubiera contado con magistrados tan entusiastas como los del Tribunal Superior de Justicia de Venezuela, ya se le estaría aplicando plenamente la ley de medios audiovisuales a Clarín y el gobierno aprovecharía el impacto político favorable para poner en marcha cuanto antes la reforma constitucional y la reelección. Pero el cristinismo cree que no todo está perdido y que todavía es posible, antes de que empiece el cronograma electoral, un fallo de la Corte a favor de la constitucionalidad de los artículos 45 y 161 de la ley de medios. Para el kirchnerismo, la importancia del fin justifica casi cualquier medio, hasta la coacción agravada que está realizando Hebe de Bonafini con su supuesta investigación de la actuación profesional y la vida privada de los ministros de la Corte Suprema, que en realidad consistiría en una serie de informes provistos por la Secretaría de Inteligencia. Pero el caso es que CFK marchó a su gira oriental con la carga de un circulo vicioso. Los jueces de la Corte han demostrado que sus fallos más trascendentales reflejaron la sensibilidad del momento político. En otras palabras, si el expediente del caso Clarín llega a la Corte en un cuadro de debilidad de la imagen presidencial, las posibilidades de un fallo adverso aumentarían considerablemente. Y el extremo nerviosismo de Cristina en los últimos días reflejaría justamente su impotencia por no encontrar la forma de recuperar el favor de los sectores de clase media que la votaron en el 2011 pero que el 13S y el 8N pasado salieron a la calle a cacerolear. La trepada del dólar paralelo y de la inflación de enero aseguran un comienzo híspido de las paritarias y tal vez un nuevo cacerolazo nacional antes de marzo. Y el clima de tensión en el gobierno no sólo afecta a la presidente. Amado Boudou, ahora a cargo de la presidencia, se hizo la semana pasada un chequeo de urgencia en el FLENI. El vicepresidente podría estar somatizando ciertas versiones sobre nuevas revelaciones en el caso Ciccone que lo complicarían aún más, dificultando el operativo que hoy comanda la Procuradora General Alejandra Gils Carbó para desincriminarlo. El fallo de la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones agravando y ampliando los procesamientos por la tragedia del Once, no deja de inquietar en Olivos, si bien Julio de Vido consiguió, una vez más, quedar fuera de alcance de la justicia.

Sin oposición
Eterna buscadora de batallas para retener la iniciativa y desarticular a la oposición, la presidente sondeó el camino para rechazar pagarle al fondo NML, convirtiendo en una saga política la caída en default técnico que sería la consecuencia de no aceptar lo que resuelva a fin del mes que viene la Corte de Apelaciones de Nueva York. Pero el nerviosismo del mercado y la suba del dólar blue podría entonces agravarse, entre otras consecuencias negativas de un default técnico. Con estos límites, la confrontación con los fondos buitres será tan sólo retórica, porque mientras la presidente alce su voz contra el capitalismo financiero, el gobierno estará obligado a negociar y acordar en Nueva York. Claro está que la Casa Rosada, menospreciando una vez más al Congreso, dispuso que el estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton, que representa al Estado nacional, entregara el 28 del mes pasado a la Corte de Apelaciones una propuesta de reapertura del canje de deuda cuyo contenido parece ser secreto de estado. El artículo 75 de la Constitución Nacional, al señalar que “es facultad del Congreso contraer empréstitos sobre el crédito de la Nación”, pasó una vez más a ser letra muerta. En este caso, sin que siquiera se escuchasen las protestas de la oposición.

Un dato curioso es justamente que la debilidad económica del gobierno está muy lejos de motivar reacciones opositoras importantes. Ricardo Alfonsín, por ejemplo, acaba de avalar el aumento de la presión tributaria y las críticas de Hermes Binner son muy cuidadosas. Por su parte, fuertemente atacado por el gobierno en los últimos días, Mauricio Macri no recoge el guante y deja pasar la oportunidad de convertirse en la figura central de la oposición. Su estrategia, por más que dé algunas señales en sentido contrario, parece continuar apuntando más al 2015 que al 2013. Como están las cosas, sólo una postulación de Macri como candidato a diputado por Buenos Aires generaría una fuerte expectativa opositora, pero esto es muy improbable. El juez federal Sebastián Casanello tiene pendiente desde septiembre pasado la firma del requerimiento de elevación a juicio oral de la causa de las escuchas ilegales, en la que el jefe del PRO es el principal imputado. Si éste decidiera intentar arrebatarle el triunfo al Frente para la Victoria en Buenos Aires, el juicio oral podría activarse con un claro propósito: demostrar que Macri busca fueros para evadir la acción de la justicia. A todo esto, la totalidad de los gobernadores e intendentes se enfrentan al año electoral en malas condiciones: deben poner en marcha sus estrategias electorales mientras ajustan y aumentan los impuestos. Una combinación que los vuelve más dóciles al poder central.

Así las cosas, la principal batalla del gobierno -con Clarín- tiene pronóstico reservado y la presidente no encuentra otra bandera que le permita pasar a la ofensiva y evitar que la dureza de la realidad económica se convierta en el condicionante casi exclusivo del resultado electoral.

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