miércoles, 24 de abril de 2013

CONTEMPORIZACIONES





Hermógenes Pérez de Arce



La ex ministra de la Corte de Apelaciones, Raquel Camposano, escribió a "El Mercurio", días atrás, una carta que en otra época habría provocado conmoción política y social, pero en los días que corren sólo tuvo eco en algunas redes virtuales y no alcanzó casi ninguno en el escenario público.



Decía que el diputado Pedro Velásquez, recién elegido segundo vicepresidente de la Cámara, había recibido una condena por fraude contra la municipalidad de Coquimbo, donde fue alcalde, y había sido sancionado con 300 días de presidio remitido y a una multa de 284 millones de pesos, de los cuales sólo había enterado un millón y medio.



Hacía referencia la ex ministra a la norma que impone un día de prisión por cada cierta cantidad de pesos, en caso del no pago de una multa, por vía de sustitución y apremio, norma que tampoco se había aplicado a Velásquez.

Pero nada ha sucedido a raíz de tamaña inconsecuencia moral. Todo bien. A nadie le importa mucho. Todos hemos "contemporizado" con la nueva mesa de la Cámara.



Poco antes la misma ex ministra había escrito al diario por llamarle la atención que se condenara a ex uniformados por secuestro, tipo descrito en un título del código sobre "delitos cometidos por particulares", siendo que aquellos eran funcionarios públicos; y recordaba que la misma Corte Suprema, que ha aprobado eso, absolvió hace años a un subsecretario y un director de Investigaciones en razón, justamente, de que eran funcionarios públicos y no podían ser condenados por un hecho tipificado en un título relativo a "delitos cometidos por particulares".



También hemos contemporizado con esa inconsecuencia judicial; es decir, hemos aceptado que a los ex uniformados se les condene en las mismas circunstancias y por las mismas razones por las cuales se absuelve a los funcionarios de la Concertación. Se contemporiza con todo, pero hay cosas con las cuales no.



Anoche me convidaron a hacerles preguntas en Megavisión a los candidatos Franco Parisi y Andrés Velasco. Se las formulé a ambos, pero sólo transmitieron una, la que hice a Parisi, preguntándole si, en caso de ser elegido, iba a hacer algo ante las condenas ilegales que sufren uniformados (r) a manos de la justicia de izquierda, pasando por sobre las disposiciones legales, lo que los constituye en verdaderos presos políticos.

Respondió que, en virtud de la separación de los poderes públicos, nada podría hacer como presidente, pero que valía la pena examinar una situación anómala en particular, como lo es la del "secuestro permanente".



En eso pidió la palabra Velasco, que no había sido preguntado en la materia (yo le había dedicado a él otra pregunta, que era si estaba de acuerdo con gravar el FUT, como lo proponen los técnicos de Michelle Bachelet, pero Mega no le dio cabida), y declaró que mi pregunta sobre los presos políticos uniformados era "repugnante", si bien no podía prohibírseme hacerla (lo que parecía estar a punto de encontrar conveniente).

Y en seguida lanzó una violenta diatriba de lugares comunes sobre "asesinatos, torturas y desaparecidos", mientras Megavisión hacía "pendant" y mostraba grandes imágenes del general Contreras y el brigadier Krassnoff.



Me sentí francamente ofendido por tanta odiosidad y por la complicidad manifiesta en ella del canal; y me sorprendió ver a Velasco, a quien consideraba respetuoso y ponderado, convertido en un segundo Teillier y olvidando por completo quiénes fueron en Chile los agresores de la democracia, los que formaron cuerpos de veinte mil terroristas armados, entre nacionales y extranjeros; los que torturaron a opositores pacíficos, según el propio Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973, y los que estaban organizados para matar con tal de conseguir el poder.



Podemos contemporizar con que los agresores se hayan travestido de agredidos; los totalitarios de demócratas y los victimarios de víctimas, logrando haber sido amnistiados e indultados por todos sus crímenes y delitos, además de haber obtenido pagos indemnizatorios de centenares de millones de dólares anuales que siguen recibiendo, se supone que como compensación por habérseles frustrado en su propósito de constituir en Chile un Estado socialista.



Pero yo, al menos, no puedo contemporizar con el hecho de que, sólo por impetrar la aplicación de las leyes vigentes a quienes se enfrentaron a la guerrilla terrorista, deba ver calificadas como "repugnantes" mis expresiones y dejadas al borde de ser censuradas.



Andrés Velasco no es, pues, el candidato respetuoso y ponderado que parecía ser. Dice no contemporizar con las "malas prácticas políticas" de algunos, pero cohonesta las escandalosamente malas prácticas judiciales de otros. Y, desde luego, no puede ser digno de confianza un candidato a quien "repugna" la sola idea de que se demande respetar la legalidad.



Como para tenerlo en cuenta.



No hay comentarios: