domingo, 23 de noviembre de 2008

IMAGEN PAIS, DE AVESTRUCES


Hernán Felipe Errázuriz
Sábado 22 de Noviembre de 2008
Imagen país, de avestruces


Hernán Felipe Errázuriz

En algunos hospitales públicos cambian los recién nacidos a sus madres; se opera con instrumentos infectados; no se notifican sus exámenes a los portadores de sida; se olvidan bisturís, tijeras y apósitos en los interiores de los intervenidos; las esperas oftalmológicas superan un centenar de miles de pacientes, y para otras patologías transcurren meses para ser mal atendidos; un médico lleva a su hijo menor de edad como arsenalero, y se inaugura un hospital de tramoya, con pacientes falsos.


Se construyen túneles sin accesos para los vehículos; se dilapidan millones en el transporte público sin prever los recorridos, origen y destino de los pasajeros, y sin vías especiales para los buses; hay desidia en los controles de millonarias subvenciones escolares; un monstruoso centro de justicia, el edificio más grande del país, del cual sólo una parte se ocupa, por fallas en la climatización; se abandonan gasoductos por no disponer de suministro; se inauguran estaciones y redes ferroviarias para trenes fantasmas, y se construyen puentes que no sirven porque sus pilares son defectuosos. Así podría reportearse en la televisión internacional parte de la realidad chilena.

El Gobierno, ante inepcias reiteradas, parece decidido a cambiar su estrategia de más funcionarios, mesas, comisiones y concesiones a las presiones gremiales. También se olvida de la señora Juanita, la sufrida mujer símbolo, favorita de los políticos. Algunos aconsejan llamar a la Domitila, testigo folclórico de las chapucerías nacionales. Los gobernantes prefieren la pirotecnia de una campaña publicitaria de imagen país que mejore la percepción de Chile en el mundo. La anterior, "Chile All Ways Surprising" o "Chile Sorprende, siempre" (sic), según ProChile, no gustó. A los extranjeros no les atraen las sorpresas criollas, les huelen a engaño. "Pintoresco no gusta", repetía un gringo decepcionado de supuestas atracciones autóctonas.

Ahora proponen que la Patagonia sea la imagen chilena. Allí hay avestruces, los que esconden la cabeza cuando son sorprendidos. Entonces, renunciemos a la Patagonia, lo que nos queda, aportémosla a la humanidad. Que la vacacionen los extranjeros en bicicleta, haciendo trekking, en kayak, acampando y cabalgando, como la artificiosa publicidad de los cigarrillos Marlboro. Nada de aprovecharla para producir energía renovable para los chilenos. Preferible que se contamine el resto del territorio con la instalación de centrales a carbón. Y de la cuenta de luz de la señora Juanita, ni hablar. Ese es el país que queremos y somos, según los publicistas oficiales.



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