
Hermógenes Pérez de Arce
Miércoles 05 de Noviembre de 2008
Preveo algunas lágrimas hoy
Cuando escribo, todas las encuestas dicen que va a ganar Barack Hussein Obama, así es que me apresto para recibir con pesadumbre, en la noche, la noticia oficial. Increíble que los estadounidenses, cuyos principales enemigos recientes se llamaron Hussein y Osama, elijan Presidente a un Hussein Obama. Cabalístico
Soy, como más de alguien sospechará, partidario de McCain, en quien lo que más admiro es la edad. Tiene la precisa para alcanzar la sabiduría. Me encantó su frase final de la campaña: "Soy más viejo que el polvo y tengo más cicatrices que Frankenstein, pero he aprendido algunas cosas en el camino". Por cierto, también celebro a Bush, contra la opinión de casi todos los que conozco. Le agradezco su fidelidad a principios que comparto y el haber ganado la guerra contra el terrorismo en Afganistán e Irak. Gracias a él, ambos son hoy países democráticos, y Osama vive oculto e inofensivo en un hoyo montañés.
Bush ha sido víctima de una campaña mundial de desprestigio izquierdista casi tan odiosa como la que sufrió Pinochet. A propósito de lo cual me llama la atención que Obama haya anunciado explícitamente que va a matar a Osama ("Time", 20.10.08), sin ningún de-bido proceso ni respeto a sus derechos humanos. Clinton había pro-curado matarlo de igual modo, y lamentaba no haberlo logrado. ¡Pero los demócratas norteamericanos (M. Albright) celebraban los juicios contra Pinochet por -alegaban- (lo que era falso) ordenar matar terroristas sin debido proceso! Es el mundo en que vivimos.
Obama va a ganar gracias al racismo de casi todos los negros y de una mayoría de hispanos, que votan por él por motivos raciales. Eso le da el margen de ventaja que tiene. Allá los blancos son menos racistas, si bien entre ellos gana McCain. Pues, ¿creen ustedes, acaso, que Colin Powell, ex secretario de Estado negro de Bush y hombre clave en la guerra contra Afganistán e Irak, apoyó a Obama por motivos ideológicos? ¡Por favor!
El rechazo mundial a Bush nace de que la izquierda lo ha demonizado. Ella sabe quiénes son sus reales enemigos. Y en medio de mi pesadumbre actual recuerdo con agrado cuando, hace cuatro años, todos pronosticaban el triunfo de Kerry. Una señora, muy de derecha, en una comida me dijo entonces que cómo podía yo ser partidario de Bush. Le habían lavado el cerebro, como a tanta gente de su sector. Además, estaba influida por las encuestas y los inefables y siempre "políticamente correctos" grandes diarios norteamericanos, que apoyaban a Kerry. ¡Qué agradable resultó, entonces, cuando ganó Bush, contra todos los pronósticos! Las cadenas periodísticas se tuvieron que tragar sus titulares anteriores a la elección. Pero ahora todo indica, por la amplitud del margen de las encuestas, que no deberán hacerlo otra vez. Lástima.
Y también recuerdo que, tras la elección de Bush, cuando vino la de nuevo Papa, la izquierda se lanzó con todo contra Ratzinger. Una querida amiga de derecha, también propensa al lavado cerebral mundial, me llamó por teléfono y me dijo, con tono de advertencia: "¡Supongo que no estarás con Ratzinger!". Le dije que, por supuesto, sí lo estaba. No lo podía creer. Por eso fue tan agradable cuando, contra todos los pronósticos "políticamente correctos", resultó elegido Ratzinger. Un jesuita de acá dijo entonces que "el Espíritu Santo no había estado ahí". "¡Ay, Jesús, qué Compañía!".
Bueno, supongo que debo aprestarme a derramar algunas lágrimas hoy. Y sobre todo cuando acá ni siquiera tenemos un candidato presidencial de derecha. Pero ése es otro tema, sin perjuicio de lo cual deberé soportar a todos los que hay, aplaudiendo el triunfo de Obama. Otro desagrado.
viernes, 7 de noviembre de 2008
PREVEO ALGUNAS LÁGRIMAS HOY
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