martes, 23 de diciembre de 2008

EDITORIAL EL DIARIO DE HOY

EDITORIAL EL DIARIO DE HOY
Lunes 22 de diciembre de 2008 editorial@elsalvador.com
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Declaración Universal de Derechos Humanos
Hace 60 años, un 10 de diciembre
de1948,tuvolugarun gran acontecimiento
para la humanidad,
fue firmada la Declaración sobre Derechos
Humanos. La misma fue fruto del
acuerdo de muchas personas pertenecientes
a múltiples nacionalidades, creencias,
razas, ideologías, todos y todas reunidos para un propósito en común,
el reconocimiento de los derechos para
la humanidad. Dos años atrás de ese hito
el mundo acababa de salir de la Segunda
GuerraMundial y se perfilaba la
búsqueda de mecanismos de entendimiento
que evitaran caer en otra nueva
espiral de violencia.

La Declaración contiene las bases
para la convivencia, se procura su reconocimiento
para luego evitar su vulneración.
En ese sentido, se persigue que
ninguna persona sea discriminada por
razón de su condición social y raza entre
otros factores para acceder a otras
prerrogativas, por ejemplo, a la salud,
alimentación, educación, etc.
Está grabado en los anales de la historiaqueloshombresymujeresdeaquel
entonces, de los inicios e incluso postrimerías
de la Guerra Fría, estuvieron sometidos
a retos que pusieron a prueba
susderechos.Muchos de esos fueron superados
--en algunos lugares del planeta--,
además que las guerras civiles que
comprometieron su respeto finalizaron
reciente y oficialmente en la parte occidental del globo terráqueo.
Sin embargo,
a 60 años de esa firma, esos derechos
nuevamente se enfrentan a otros retos
igualmente difíciles que los anteriores,
aunque su impacto sea sutil no por ello
sonmenos lesivos y sofisticados.
Ante los nuevos desafíos que
plantea la globalización, debemos
darle una nueva lectura a
las normas que protegen los mismos,
para que en definitiva se garantice la
protección del ser humano. Nos referimos
aquepara garantizar elderecho
a la vida, a la integridad física, a la salud,
a la educación, todos los estados,
ricos y pobres, deben establecer políticas
comerciales que no sólo garanticen
la competitividad global, sino que
aseguren una competencia justa que
no aniquile los recursos naturales y
culturales en perjuicio de la humanidad
y sobre todo de los países en vías
de desarrollo ymenos adelantados. El
Salvador, ubicado en el primer grupo
debe suscribir Tratados de Libre Comercio,
cuyas normas comerciales no
sacrifiquen el interés de muchos en
beneficio de unos pocos. Su omisión
puede ser consciente o inconscientemente
--o mejor dicho por ignorancia.
Más en concreto, nos referimos a
que las normas jurídicas del derecho
de autor (internacionales y nacionales),
no pequen por exceso de protección
para asegurar los intereses de
unas empresas en detrimento del derecho
a la educación, información y
cultura. También que la regulación
protectora de patentes no obstaculice
el desarrollo industrial y la innovación
en países en desarrollo, para evitarles
el acceso a la tecnología y ciencia.
Que tampoco por exceso se aplique
ese mismo derecho (patentes) en
beneficio de compañías farmacéuticas
y químicas, para asegurarles su
rentabilidad en perjuicio de grandes
porciones de población mundial, urgidas
para adquirir alimentos ymedicinas
a precios asequibles.
A mayor protección de los intereses
privados mediante normas
de propiedad intelectual, al parecer existirá mayor probabilidad de existencia de
conflicto con los intereses del
público en general. El escenario de la
afrenta puede ser variopinto, dentro de
los contratos o de las sociedades. En
tanto dicha regulación influya y limite
aspectos vitales de la vida del hombre
(mujer), aquellos perderán su razón de
ser (legitimidad) y serán factores de altercados.
Dicho en términos económicos:
generarán externalidades negativas
(daños a terceros), queperturbarán
el mismo mercado y a la sociedad.
En palabras más simples, “quien a
dos amos sirve, con uno que dama l”, los
estados y gobiernos que los conducen
deben tener claro que no pueden suscribir
acuerdos o aprobar normas que
minimicen el goce de los derechos humanos
de sus ciudadanos, para favorecerel
interés de otras naciones o de empresas
transnacionales.
En época de elecciones lo anterior
constituye un tema que debería figurar
en la agenda de los partidos políticos,
fundamentado en argumentos
técnicos y no en artificios improvisados
a la sazón del momento.
Por último, dado los peligros a los
que nos enfrentamos, los institutos de
investigación y la sociedad deberían
informarse al respecto, para alertar y
no adentrarnosmás en un camino sin
retorno.
*Máster en Derecho,Universidad
Carlos III deMadrid.




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