jueves, 30 de abril de 2009

El IVA PARA ALLENDE


GONZALO ROJAS

Que la cultura de izquierda siempre ha querido vivir a expensas de los demás, no es misterio para nadie. Que en los últimos 20 años lo haya podido hacer a costa de los contribuyentes, no era tampoco desconocido: bastaba con mirar variados Fondart -ridículos algunos, grotescos otros, disolventes una buena cantidad, aunque muy convenientes para el bolsillo revolucionario.

Pero que ahora sepamos que, para financiar su actividad, 23 entidades, que van desde las más duras del PC hasta las más light de la DC, han obtenido bajo la Presidencia Bachelet mil 643 millones de pesos (bueno, apenas casi tres milloncetes de dólares) sorprende al más bonachón.


El eufemismo cae por los suelos: qué memoria histórica, qué cultura popular, ni qué otras monsergas; si no fuera por esas platas, si hubiera un mínimo de respeto y justicia con el ciudadano que paga impuestos, gran parte de la producción simbólica de las izquierdas apenas se asomaría a la luz.

La señora Juanita pagaba el IVA, pero no sabía adónde iba. La señora Michelle lo recibía, y sí sabía a quién lo regalaba.

Con esos dineros han podido editarse más de 800 libros, o contratarse por tres años a casi 50 personas con sueldos de un millón para cada uno, o financiarse más de mil viajes de una semana a Europa o Estados Unidos para asistir a eventos del progresismo, u organizarse unos 50 seminarios en Chile. O todas las combinatorias posibles de esas actividades, incluyendo también documentales para el cine y la televisión. Una cosita poca, una pitijaña.

Por cierto, quienes han obtenido esas platas pueden estar considerados, además, en otros dos circuitos complementarios: el de las asesorías directas al Gobierno y el de las contrataciones en universidades de financiamiento chavista. A cruzar información, señores, que aparecerá la nueva nomenklatura, la del artista, la del intelectual, la del comunicador "progre" (y se verá algo muy parecido a esa evidente confluencia entre grandes tiendas, programas nocturnos en la TV y diarios de amplia circulación, con los mismos rostros en los tres lugares, en perfecta sinergia).

El asunto es grave: gracias a aquella sumatoria se han gestado grotescos escándalos como "Los grandes chilenos" de TVN, los libros escolares sesgados o mentirosos, algunos premios nacionales de pacotilla y los recorridos históricos del odio. Y cuando conozcamos el listado completo de actividades, más de una conciencia reventará de furia. Otras, como los voluntarios de la Cruz Roja, de Coaniquem, del Hogar de Cristo, de Las Rosas o de Conin, se preguntarán qué tintas rojas habría que inyectarle a su actividad para quedar dentro de las seleccionadas.

Porque de organizaciones no gubernamentales, las fundaciones y corporaciones de la izquierda y la DC no tienen nada. Son simples organizaciones de financiamiento presidencial, las "OFP". Son las beneficiarias de una monarquía presupuestaria establecida por la Ley N° 19.862, cuerpo al que vaya uno a saber qué votos aprobaron. ¿Habrá algún aliancista ahora arrepentido?

Y todo esto mientras con descaro se habla de exclusión (por cierto, la Presidenta ha escrito sobre inclusión). Nada, dejémonos de mentiras: es el simple capitalismo rojo al descubierto, el gusto por la platita contante y sonante. Qué más da que se inspire en Lenin (sacarles el dinero a los ricos para ahogarlos) o en Gramsci (generar intelectuales orgánicos para hacer la revolución). Antes fue la pyme-MIR; hoy son las OFP. No contento con haber quebrado al país, Allende se queda ahora con el IVA.

El resultado está a la vista. No se llama cuoteo, ni manoseo, ni leseo. Es simple "choreo", y a mano armada.


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