
El ataque a los conservadores
Se ha hecho ya frecuente, entre Carlos
Ominami y su hijo Marco, referirse a sus
verdaderos rivales como "los conservadores." Y
les prometen lucha sin cuartel.
Gran cosa esa declaración; gran aporte esa distinción.
Por una parte, porque es el
reconocimiento del auténtico adversario. Legítima
felicidad debiera producir en el mundo
conservador la detección que han hecho ambos
Ominami: revela bien que conocen las fortalezas
del conservantismo chileno y que le reconocen su
irreductible capacidad de presencia pública.
Por otra, porque deja a todos los
liberales en las mismas sombras a las que
pertenecen los dos díscolos parlamentarios. Hay
liberales genuinos en el PPD, en el PRSD y en RN;
hay liberales por inversión (conversión es una
linda palabra, que no debe ser utilizada aquí) en
la DC y en el PS; y hay liberales bobos y
neobobos en la UDI. Allá ellos, todos revueltitos.
Subsiste, eso sí, un problema. Queda aún
un área rara, integrada por conservadores
verdaderos pero que todavía recelan del término,
aunque no de la mayoría de las iniciativas
emprendidas por el sector. Estimados: va quedando
poco espacio para algo diferente del
conservantismo. Busquen temas, sugieran acciones,
descubran personas que los representen y, no les
quepa duda, sinceramente tendrán que reconocer
que ustedes son conservadores.
Negar esa posibilidad o asustarse por el
rótulo, los pondría en el disparadero hacia el
liberalismo. ¿Están de ánimo de seguir la misma
ruta de aquéllos que han hecho ese triste
recorrido en los últimos años (y que hoy son
comparsas de los liberales auténticos, quienes se
ríen a gritos de ellos) o prefieren reconocer que
llegó ya la hora de la definición, que es
conservantismo o nada?
Gonzalo Rojas Sánchez
miércoles, 21 de octubre de 2009
COLUMNA CONSERVADORA
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COMENTARIO G. ROJAS
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