domingo, 29 de noviembre de 2009

HA MUERTO ENRIQUE ZORRILLA


(1916-2009)

Con él desaparece uno de los últimos representantes de lo que, en la literatura y en la política de Chile, fue la Generación del 38. Último testigo, a la vez, de la llamada "Matanza del Seguro Obrero", uno de los más innobles crímenes políticos colectivos en este país (5 de septiembre de 1938). Militante del Movimiento Nacional Socialista de Chile, al joven Zorrilla le correspondió estar entre los organizadores del "putsch del 5 de septiembre", cuyo objetivo declarado era la constitución de un gobierno provisional que diese garantías para la realización de las elecciones presidenciales de ese año. Zorrilla actuó bajo las órdenes directas de Oscar Jiménez Pinochet, quien años después sería ministro de Salud en el primer gabinete de Salvador Allende (1970-73). Fue el padre de la actual ministra de Educación en el gobierno de Michelle Bachelet. Ni él ni Zorrilla abjuraron nunca de su militancia juvenil ni negaron su participación en los trágicos acontecimientos de 1938.

Frustrado el "putsch" por la falta de apoyo del Ejército, asesinados a sangre fría, una vez rendidos, los jóvenes militantes nacistas que -en forma más bien simbólica- se habían atrincherado en el edificio del Seguro Obrero y en la Universidad de Chile, Zorrilla tuvo su cabeza puesta a precio. En un dramático cruce de la cordillera, logró pasar a Argentina. En forma novelesca, volvió clandestinamente para rendir el examen final en su curso de Derecho. Poco después, los militantes nacistas fueron indultados por el nuevo gobierno de Pedro Aguirre Cerda, en reconocimiento del evidente apoyo electoral del nacismo al candidato del Frente Popular. Característicamente, Aguirre indultó también a los jefes de la policía y a los civiles acusados de haber perpetrado la matanza.

Los años llevaron a Enrique Zorrilla a rutas políticas que no todos sus antiguos camaradas aprobaban. Fue diputado demócrata-cristiano (1965-1969) y embajador del presidente Eduardo Frei Montalva en Alemania Federal. Desempeñó también cargos diplomáticos en la ONU. Al mismo tiempo desarrolló una carrera literaria e historiográfica. No dejó de mantener vivo el recuerdo de sus camaradas asesinados, a través del Comité 5 de Septiembre, impulsando también la obra de solidaridad entre los antiguos militantes nacistas. En la década de 1980 polemizó públicamente con su amigo y pariente, Miguel Serrano, a propósito de la interpretación de la naturaleza de lo que fue el Movimiento Nacional Socialista de Chile. Su testimonio consta en particular en el libro La profecía política de Vicente Huidobro (1996).

En las últimas décadas Enrique Zorrilla se comprometió especialmente con la causa que llamó bolivariana -en el sentido de la unidad hispanoamericana, sin que ella tuviera nada que ver con las tendencias políticas del actual gobierno de Venezuela. Fue también colaborador de la revista CIUDAD DE LOS CÉSARES.

En el momento de su desaparición, CIUDAD DE LOS CÉSARES saluda al militante, al intelectual, al amigo y al camarada.

Enrique Zorrilla de San Martín y Santiago Concha: ¡¡¡Presente!!!


CIUDAD DE LOS CÉSARES

Independientemente de su militancia demócrata cristiana (aunque tantos nacionalistas históricos surcaron luego esos mares partidistas, lo que hacemos notar cuando se trata de la DC o de la izquierda, pero, curiosamente, callamos cuando se trata de la derecha). Enrique Zorrilla representó, a mi juicio, uno de los escasos representantes de ese nacionalismo "puro", chileno, profundamente arraigado en Chile, en América y su historia, ese nacionalismo que muchos hemos querido ver florecer, lejos de la derecha, de las veleidades conservadoras o liberales. Entre la visión mágica de Miguel Serrano y la visión histórica y política de Enrique Zorrilla hay una gran distancia, no obstante muchos hemos podido resultar atraídos por ambas, principalmente por que en ellas se expresaba un amor a la patria y al pueblo que difícilmente es posible ver encarnados en la política contingente. Saludo al camarada que ha partido.
JOSE AGUSTIN VASQUEZ

LA PARTIDA DE ZORRILLA.
TESTIMONIO DE UN PERIODISTA EL DÍA DEL FUNERAL DE ENRIQUE ZORRILLA CONCHA.


Adiós a Enrique Zorrilla

El funeral del maestro Enrique Zorrilla fue un relámpago. Pasó raudo, como apurado en su mero trámite y carente de trascendencia no dio tiempo ni para el adiós de un último discurso, ni para colocar la bandera de la patria en su ataúd. Aquella a la que juró consagrarse en nombre de la gloria y la grandeza de Chile. Eso fue hace más de 70 años en las oficinas del antiguo Cuartel General del nacismo, en calle Huérfanos 1540. Allí llegó el maestro Enrique, atraído por la lucha idealista de una juventud soñadora, allí vivió los gratos momentos junto a los camaradas del ideal: Cesar Parada, su amigo, Oscar Jiménez, su hermano entrañable, Juan Salinas su incondicional colaborador.

Hubo momentos duros. Le tocó estar encargado de las comunicaciones durante la masacre del 5 de septiembre. No sólo resistió la muerte de sus hermanos sino, luego del genocidio, la persecución. Huyó a Argentina en una gesta superior al conocido exilio de Neruda. Tuvo un gran amor que fue Gloria Izquierdo Hunneus. Con los años viajó por el mundo, fue condecorado como héroe internacional y como reconocida figura intelectual en toda nuestra América. Filmó documentales, escribió libros y memorias. Entre sus obras destaca “La profecía política de Vicente Huidobro” y “Masacre”.

Reivindicó su pasado de nacista con honor, llenando de luces esclarecedoras la oscuridad de ese infausto episodio propiciado por Alessandri y la derecha económica que siempre nos ha gobernado con brutalidad.

Enrique Zorrilla fue ante todo un revolucionario y su bandera, que fue la de los caídos en el 5 de septiembre, siempre fue opositora a las camarillas de notables, a la impunidad, al olvido y al crimen.

Con los años formó el Comité pro-homenaje a los caídos.

Hoy una comitiva discreta se nos escabulló con ganas de terminar pronto su entierro, propiciada de paso por la hora erróneamente puesta en El Mercurio. Pese a su militancia en el Partido Demócrata Cristiano y su figuración en la embajada de Alemania durante el gobierno de Frei padre, ningún político dio señales de interés. Y a no ser por tres camaradas que allí estuvimos –Pedro Godoy, Erwin Robertson y quien escribe-, la presencia representativa de los ideales del maestro no hubieran tenido la mínima impronta. Ningún himno –como yo tenía un camarada- se oyó entre las viejas lápidas y su muerte, para el país, fue sólo un obituario más.

Llegamos a la hora y ni vimos pasar el cortejo, que seguramente no tenía más de 10 o 20 personas a su haber. Uno esperaba un funeral de Estado; banderas chilenas flameando entre los vítores que despedían al héroe ¡Nada! Sólo los buenos recuerdos y las anécdotas. El cariño de los discípulos más viejos y del más joven.

Cuando llegamos finalmente al mausoleo su cajón descansaba solitario en el altillo de un nicho interior cubierto por coronas. No había nadie en la cercanía. Todo terminó como empezó. Sin aviso, sin importancia, sin que nadie dimensionara la tremenda pérdida del hombre y del maestro.

Es propicio este espacio para recordar el momento de conocernos. Fue a principios de año, en su última casa: un asilo de ancianos. Allí el maestro con la mirada perdida sólo recordaba y sonreía. Era, como siempre, bondadoso y fino. Conversamos sobre sus días de juventud en el Movimiento Nacional Socialista, almorzamos, revisamos viejas fotos de la masacre del Seguro Obrero, nos firmó unos libros y luego nos despedimos con el corazón impregnado de mística y gratitud.

¡Gracias camarada, amado maestro y forjador de juventudes!

Honor y gloria eternamente a Enrique Zorrilla

Mauricio Emiliano Valenzuela
Periodista


3 comentarios:

Unknown dijo...

Conocì en mi infancia en Parral a don ENRIQUE ZORRILLA CONCHA, eran los tiempos de la fiebre DC, era un hombre bondadoso, gentil y distinguido, muy activo en polìtica en esos años. Nuestro padre habìa fallecido, y la situaciòn econòmica nuestra era bastante precaria, siendo ademàs una familia numerosa, el insinuò a mi hermana, la posibilidad de adoptarme, cosa que enojò mucho a mi madre, a raìz de eso nos alejamos, pero el mantuvo una amistad con mi hermano Arturo, hasta casi sus ùltimos dias. Descanse en paz, chileno, grande y nacionalista.-

Hugo Vilches Fuentes dijo...

Conocí por razones de vecindad a don Enrique Zorrilla Concha. Mi padre, don Gilberto Vilches Vásquez (Q.E.P.D.), un hombre campesino de Camelias, al interior de Parral, camino a la Montaña (Bullileo, La Balsa, etc.) lo conoció bien, incluso trabajó para él en un plantación de pino insigne en un campo de su propiedad en las Lomas de Catillo, a fines de la década del '40 del pasado siglo. Fui a su casa, en el Fundo de San Marcos, una mañana de la primavera de 1983 y hablamos largo de Historia y un poco de Política, siendo yo un joven estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía de la Universidad de Talca. Me regaló un libro de su autoría ("historia de una Historia", Edit. Zig-Zag (Santiago, 1958), 277 pp.), incluso me lo autografió, libro que conservo hasta hoy. Fue curiosa y algo extraña la vida política de este hombre intelectualmente inquieto. No cabe duda. Hugo Vilches Fuentes, Abogado y Profesor.

Tiendita de los libros dijo...

Gran libro, gran aventura vivida por ese trío de grandes. Tengo ese libro en mi tienda, una joya.