jueves, 31 de diciembre de 2009

CARTA: JUAN PABLO II EN LA MONEDA


Jueves 31 de Diciembre de 2009

Señor Director:

Monseñor Cristián Precht (domingo 27) me imputa “términos despectivos” hacia el cardenal Tucci por haber afirmado éste que Pinochet “hizo asomarse (a Juan Pablo II) al balcón del palacio presidencial contra su voluntad” en su visita a Chile en abril de 1987. Cita, además, palabras del entonces secretario privado del Santo Padre, el hoy cardenal Dziwisz, para afirmar que Juan Pablo II “después de verse ‘obligado’ a asomarse al balcón del palacio presidencial, en el encuentro privado, le sugirió a Pinochet que ya había llegado el momento de restituir el poder a las autoridades civiles”.

Nunca conocí al padre Tucci y no le tengo animadversión. Siento mucho que palabras mías afectaran a monseñor Precht. Desconociendo cuál (es) de ellas pudieron hacerlo, estoy disponible para explicarle por qué las dije y por qué disiento de él en calificarlas como “términos despectivos”.

Sobre los asuntos de fondo planteados por monseñor Precht, algunas palabras.

Nunca nadie en la Santa Sede, superior o inferior en jerarquía al entonces padre Tucci, me refirió en modo alguno la salida de Juan Pablo II al balcón de La Moneda a saludar a los miles de personas que se encontraban en la Plaza de la Constitución. Tampoco lo hicieron los dignatarios de la Secretaría de Estado con quienes me encontraba, en esos momentos, en el Salón Montt del primer piso de La Moneda. Me parece que la personalidad y el carácter de Juan Pablo II, tantas veces demostrados, son prueba de que si no hubiera querido salir a ese balcón y saludar a aquella multitud simplemente no lo hubiera hecho. Nadie lo habría podido forzar a ello. Habrá tenido sus razones para hacerlo.

En mi presentación de cartas credenciales, en noviembre de 1987, Juan Pablo II me refirió su conversación de La Moneda con el Presidente Pinochet en el sentido de su deseo de que la transición chilena fuera pacífica y mediante el diálogo y la negociación. Me citó el modelo de España post 1975. La hipótesis de la restitución del poder a las autoridades civiles, mencionada en abril de 1987, no era una novedad. Era una opción prevista en la Constitución Política desde 1980 como parte del fin de la transición institucional en torno a 1989. Ocurrió, de hecho y derecho, en los plazos y condiciones constitucionales al vencer el “No” en octubre de 1988. Tal resultado electoral fue comunicado por mí al Secretario de Asuntos Públicos, monseñor Angelo Sodano, en la madrugada del 6 de octubre de 1988 (hora romana), junto al compromiso personal del Presidente Pinochet al Santo Padre de cumplir estrictamente la Constitución y llamar a elecciones presidenciales y parlamentarias para diciembre de 1989, conforme a las normas constitucionales vigentes desde 1981. El Santo Padre agradeció la deferencia de la comunicación al Presidente Pinochet y le aseguró sus oraciones, en conversación de monseñor Sodano conmigo, a primera hora de esa misma mañana. En mi audiencia de despedida, en marzo de 1990, recordé al Santo Padre aquella opinión suya de tres años antes. Juan Pablo II me reconoció su conformidad con el curso efectivo de la transición en Chile, a días de concluir el 11 de marzo de 1990, y me pidió transmitir al Presidente Pinochet su especial reconocimiento y saludo.

Francisco Javier Cuadra Lizana




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