sábado, 2 de enero de 2010

DESAFÍOS A LA VISTA


Hernán Felipe Errázuriz
Sábado 02 de Enero de 2010
El Mercurio

El Presidente que venga -ojalá Sebastián Piñera, por sus capacidades- encontrará a Latinoamérica celebrando sus bicentenarios en un clima desordenado y -esperamos- mejorando. Lo inverso ocurrió hace 100 años en América Latina: los centenarios se iniciaron con un intervalo de orden, seguido por décadas tumultuosas.

Hasta hace poco, Chávez, Castro y sus socios del Alba marchaban victoriosos, expandiéndose, convencidos de que Honduras y otras naciones se entregarían indefensas. También las economías latinoamericana y chilena retrocedían. Ahora, la economía repunta, Chávez fue derrotado en Honduras y está forzado a mejorar su situación doméstica. Tendrá menos legitimidad por su impopularidad y dispondrá de menores recursos para aventuras externas, por su populismo.

De los tres vecinos, Piñera recibirá demandas pendientes que comprometen nuestra soberanía. Además, con Perú vendrán años ásperos; seremos siempre parte de su debate, y más agitado cuando se acerque el reemplazo de Alan García. Para recuperar su popularidad, seguirá jugando a provocarnos hasta el límite. Si su sucesor es menos hábil, puede no saber jugar e intentar ir más allá.

En Bolivia tendremos a Evo casi sin oposición. Habrá que sincerar esos lazos, haciéndole ver hasta dónde puede llegar nuestro país en sus concesiones. Si Evo quiere romper con Chile y buscar solidaridades en otros países, que sea su responsabilidad, y eso no debe amedrentarnos.

Serán un desafío las relaciones con Argentina, con su economía en decadencia, protestas y un panorama político poco estable. Hasta es posible que la Presidenta Kirchner no termine su período. El nuevo gobernante chileno tendrá que actuar con circunspección.

Brasil debería merecer mayor atención, sin olvidar que su política exterior es manejada por diplomáticos profesionales. La probable elección de un Presidente brasileño más pragmático permitirá estrechar más las relaciones y no repetir acciones poco felices, como la so- lidaridad compartida con Chávez respecto de Irán y la destemplada intervención en Honduras.

En Colombia, quien sea elegido Presidente no volverá atrás en la lucha contra las FARC y el narcotráfico. No habrá victoria fácil ni cercana allí, pero tampoco cabe esperar grandes retrocesos.

Complicado seguirá México, en una guerra interna que no puede ganar y en una situación económica que requiere reformas que el gobierno de Calderón no está en condiciones de realizar.

En EE.UU., Obama tendrá gestos amables para Latinoamérica, pero poco más. Su atención seguirá en otros hemisferios más conflictivos y lo mejor que puede aportar es una recuperación económica que dinamice las exportaciones a ese importante mercado.




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