
Después del terremoto
Cuando este artículo salga publicado, Sebastián Piñera ya será presidente de Chile y los ánimos amargos de tanto damnificado contra el gobierno saliente se estarán apaciguando. Del empresario presidente se espera que sepa mostrar una eficacia y diligencia que no tuvo el gobierno de la “desconcertada” Concertación. A Piñera se le recibe con alivio, como el despertar de una pesadilla y él renacer de una esperanza.
De las agencias de prensa no se puede esperar una verdad clara. Siempre son muy encubridoras de los fallos cuando los gobiernos siguen “el pensamiento político correcto” impuesto internacionalmente. Pero en cambio, a nivel interno, las críticas iracundas fueron muy ácidas contra el gobierno saliente, por la incompetencia de la Sra. Bachelet y su equipo, al enfrentar, tarde y mal, la catástrofe material y peor todavía el maremoto social de las turbas robando, incendiando y arrasando con todo.
Ya el 3 de marzo un diputado del gobierno pedía desesperado que “si Piñera va a tomar el mando que lo haga ahora” acusando a la Sra. Bachelet de falta de liderazgo y diciendo que sus ministros no hacían “absolutamente nada”.
Duras fueron también las declaraciones del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile puntualizando que su institución –personal, aviones y helicópteros– estaban listos y disponibles tan sólo dos horas después de ocurrido el sismo del sábado 27 de febrero. Esta institución ya había mostrado sus capacidades con ocasión de los acontecimientos en Haití pero aquí no recibieron orden alguna de actuar ni en ese día ni en el siguiente. El domingo 28 la Sra. Bachelet comenzó a pensar en llamar a las Fuerzas Armadas pero éstas solo comenzaron a llegar tres días después. Mucho antes ya las estuvieron pidiendo autoridades locales, entre ellos la alcaldesa de Concepción.
Los ciudadanos de a pie, van divulgando lo que llaman “frases pal’ bronce” contrastando la petición sensata que hizo Piñera, el mismo día del terremoto: habría que instaurar a la brevedad el toque de queda, con las respuestas arrogantes de Edmundo Pérez Yoma, Ministro del Interior: Hay un solo gobierno, así que el nuevo Gobierno puede participar después del 11 de marzo, y la del Subsecretario del Interior, Patricio Rosende que le mandó recado a Piñera diciendo que estaban administrando la seguridad con rigor, en horas donde el “tsunami social” ya estaba arrasando con todo. Peor declaración, ese mismo día, la de Sergio Bitar, Ministro de Obras Públicas. Tuvo el despiste de afirmar que “Chile está conectado. Solo hay un par de focos que hay que considerar. Se puede llegar a Puerto Montt casi normalmente. Eso cuando prácticamente toda la amplia zona terremoteada estaba aislada, sin luz ni ningún tipo de comunicaciones.
Tambien ese día, Bachelet declara: El Gobierno tiene los recursos para hacerse cargo de todo sin la ayuda extranjera. Pero los daños pronto se evalúan en al menos 30 mil millones de dólares y el martes 2, Bachelet estaba pidiendo ayuda a EE.UU. y otros países. A Clinton incluso le pide -¿tal vez por surmenage?- celulares que las FF.AA. y medio mundo tiene en el país.
Y el lunes 1 de marzo, cuando lo peor del pillaje ya había sido, el Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, parece despertar y dice que: “El orden se va a imponer por la razón o la fuerza.” El martes 2, el Subsecretario del Interior, Patricio Rosende, todavía está en la luna y suelta la mejor frase para el bronce:“No tengo información de saqueos. Son rumores que echa a correr la gente, está todo tranquilo”.
Bien, todo eso ya es cosa del pasado. Sebastián Piñera no es hombre de confrontación. Mas que dedicarse a hacer acusaciones seguirá en su actitud positiva de unir y progresar. Le espera una ingente labor de reconstrucción material. Y es muy posible que en eso triunfe por su carácter emprendedor y el respaldo que tendrá en medios internacionales para conseguir préstamos seguros.
Peor es la reconstrucción moral. Vuelvo a citar al periodista chileno de mi anterior artículo y que explicaba el “tsunami social” como resultado de “una mezcla explosiva de aspiraciones adquisitivas con una distribución del ingreso que impide a muchos satisfacerlas y de dos generaciones de chilenos pobres -padres entre 25 y 40 años, hijos de entre 10 y 20- criados casi sin control parental ni escolar.” Añadiendo la mala interpretación de los derechos humanos, que favoreció la delincuencia y “que entorpecen gravemente la determinación o voluntad del Estado para preservar el orden público. (...) De eso es muy consciente la inmensa cantidad de ciudadanos resentidos, frustrados y llenos de instintos destructivos y depredadores que ha criado el sistema (...) Se sienten con esa sensación de derecho a cometer delitos que otorga la impunidad.”
Luis Fernández Cuervo luchofcuervo@mail.com
(artículo para publicar el lunes 15 de marzo)
lunes, 15 de marzo de 2010
CHILE: EL PAÍS QUE RECIBE EL NUEVO PRESIDENTE
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ARTICULO DE FERNANDEZ CUERVO
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