lunes, 3 de mayo de 2010

Cardenal JORGE MEDINA ESTÉVEZ, orgullo de todos los chilenos


Fuente: Despierta Chile Mayo 2010

Hay que reconocer la eficiencia de la izquierda en lo único que saben hacer bien: la sicopolítica, la propaganda, la manipulación de los medios de comunicación social.

¡Cómo se mueven contra aquellos que piensan distinto. Cómo deliberan solidariamente buscando la descalificación, el bloqueo, el descrédito, de todo aquel que no comparte sus “renovadas doctrinas”!

Tomando una parte de la verdad, una base que sea cierta, se dan el trabajo de maquillarla y son expertos en darles “finas” terminaciones con agravios, injurias, calumnias y todo tipo de confabulaciones que permitan aniquilar a la víctima elegida. Se manejan moviendo disciplinadamente todo su aparato comunicacional, y se emplean con la crueldad de la peor de las dictaduras. Esta medicina la han probado y la siguen suministrando contra militares, empresarios, periodistas, deportistas, parlamentarios, etc.

El daño causado no se olvida y es muy difícil de revertir. ¡Más importante que la verdad, es lo que la gente cree!

¿Cuánto le ha costado al Senador Jovino Novoa desenmascarar a Gema Bueno y al cura “Jolo”? Un inmenso trabajo, pero le será más difícil aún llegar a la mano que sacudió el saco para que se mordieran unos a otros. Los autores intelectuales son siempre intocables.

De nada vale ser honesto si la reputación está en manos de los medios de comunicación que manipula la Concertación.

No ha podido evadirse y ser ajeno de este basural político que describimos, el sacerdote chileno que ha alcanzado el más alto rango y desempeño dentro de la Iglesia Católica. Su Eminencia Reverendísima, Jorge Arturo Medina Estévez.

Fue insólito, pero de toda justicia, que en el noticiario del Domingo 24 de Abril del canal de televisión de la Universidad Católica, el conocido comentarista deportivo don Julio Martínez, se empleara con una glosa al margen de su especialidad, para dar tribuna y destacar la trascendencia e importancia para el país, del eclesiástico chileno más importante en la Iglesia Católica, y que recientemente tuvo el privilegio de comunicarle al mundo: ¡Papa habemus!

Solitario reconocimiento que no se condice con la cobertura que se merece un hecho histórico de esta jerarquía, pero debemos recordar que en un pasado reciente y cuando el Cardenal Medina ya ostentaba altos cargos en la Iglesia, era agraviado por Eduardo Frei Ruiz Tagle, que siendo Presidente de la República, le hacía el desaire de no invitarle a actos públicos en que, como autoridad de la Iglesia, por protocolo, le correspondía ser considerado.

Los motivos de la animadversión que le tienen los concertacionistas, son conocidos. El viaje en 1988 del Cardenal Joseph Ratzinger a Chile, fue idea del entonces Obispo Medina y se debió a la preocupación por la crisis de fidelidad a Roma por parte de la curia chilena, evidenciada en su politización y comprometimiento con la izquierda.

El ahora Sumo Pontífice tenía como una de sus prioridades combatir la Teología de la Liberación, y por ello vino a verificar directamente el estado de división del episcopado chileno y el nivel de infiltración de las ideas marxistas en el clero. Confirmadas las ideas “progresistas” de los clérigos nacionales, que ya había sido evidenciada por S.S. Juan Pablo II, cuando les pidió abocarse a su misión pastoral y dejar la política a los políticos, se llegó a la determinación de nombrar a Monseñor Medina como Arzobispo de Santiago.

Cuando el Vaticano le ofreció esta dignidad, él puso como condición el cierre de la Vicaría de la Solidaridad y el traslado a otra diócesis del obispo auxiliar Jorge Hourton, demasiado comprometido con los marxistas y un ácido opositor al gobierno de las Fuerzas Armadas. El Vaticano lo respaldó en sus condiciones y le manifestó escuetamente su determinación: “Asuma y proceda. Tiene nuestro apoyo”. El Cardenal Medina en la reflexión serena de esta situación y en un gesto que lo ennoblece, finalmente declinó ser el Arzobispo de Santiago, para no provocar una mayor división en la iglesia chilena.

El Cardenal Medina debiera ser un profundo orgullo para todos los chilenos. Será muy difícil que se repita en nuestra historia la participación que a este chileno le ha cabido, desempeñando cargos de gran importancia eclesiástica en Roma y recientemente, en su calidad de Protodiácono del Colegio Cardenalicio, nada menos que anunciando al mundo la elección del nuevo Papa y luego entronizando a Su Santidad Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro.

De los ciento diecisiete Cardenales de la Iglesia en el mundo, en ese balcón flanquearon al nuevo Papa solamente dos y uno de ellos era él. Llegó el día de la oficialización del liderazgo de Benedicto XVI en la Iglesia Católica y nuevamente fuimos orgullosos testigos de la presencia del Cardenal Medina, quien ungió al Papa Benedicto XVI al entregarle el palio, esa estola de lana blanca y cinco cruces rojas bordadas en hilo de seda que simboliza la misión de Su Santidad como pastor de la Iglesia y su autoridad papal.

El Protodiácono del Colegio Cardenalicio, Cardenal Jorge Medina Estévez, unge al Papa Benedicto XVI, poniendo sobre sus hombros el palio, la estola blanca símbolo de la misión de Su Santidad como pastor de la Iglesia y de su autoridad papal.
No es difícil de imaginar, en el plano de las suposiciones, que si el Cardenal Medina hubiera sido el sucesor de SS. Juan Pablo II, en Chile la prensa de izquierda, se habría retorcido en sus creencias y urdiendo cualquier maquinación habrían intentado minimizarlo y relegarlo en lo que les hubiera sido posible.

Aunque les provoque escozor, el recientemente elegido Benedicto XVI es amigo personal del Cardenal Medina, amistad que se remonta en el tiempo, en los cargos asignados en el Vaticano, y en las afinidades doctrinarias que ambos profesan y que les conocemos.

Es bueno recordar que S.S. el Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, como Cardenal afirmó hace algunos años atrás la reflexión siguiente y que también sintetiza el pensamiento del Cardenal Protodiacóno del Vaticano Jorge Medina Estévez, a quien tributamos desde esta modesta tribuna nuestro afecto, admiración y respeto:

“El Comunismo es la vergüenza de nuestro tiempo. La Cuba de Fidel Castro es la vergüenza de América Latina”.


Conozca al Cardenal Medina
Jorge Arturo MEDINA ESTEVEZ



Conozca al Cardenal Medina
Jorge Arturo MEDINA ESTEVEZ

Protodiácono del Colegio Cardenalicio

Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

Nació el 23 de diciembre de 1926, en Santiago.

Educación: Estudió en el Seminario Menor de Santiago, en Santiago; y en la Pontificia Universidad Católica de Santiago (licenciatura en letras y en biología; doctor en teología en 1955 y en derecho canónico).

Sacerdocio: Ordenado sacerdote, el 12 de junio de 1954. Miembro de la facultad del Seminario Mayor de Santiago de Chile. Asistió al Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965, como perito. Juez del Tribunal Metropolitano, pro-gran canciller de la Universidad Católica de Santiago; y canónigo penitenciario de la Catedral Metropolitana de Santiago. Consultor de varios dicasterios del Vaticano.

Episcopado: Elegido obispo titular de Tibili y nombrado auxiliar de Rancagua, el 18 de diciembre de 1984. Consagrado, el 6 de enero de 1985, en Ciudad del Vaticano, por el Papa Juan Pablo II. Trasladado a la sede de Rancagua, el 25 de noviembre de 1987. Trasladado a la sede de Valparaíso, el 16 de abril de 1993. Nombrado Pro-Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el 21 de junio de 1996. Renunció al gobierno pastoral de la diócesis, el 21 de junio de 1996. Promovido a Arzobispo, el 19 de septiembre de 1996. Asistió a la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos, en Ciudad del Vaticano, del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997.

Cardenalato: Creado cardenal diácono, el 21 de febrero de 1998; recibió la birreta roja y la diaconía de San Saba, el 21 de febrero de 1998. Prefecto, el 23 de febrero de 1998. Asistió a la Asamblea Especial para Asia del Sínodo de los Obispos, en Ciudad del Vaticano, del 19 de abril al 18 de mayo de 1998; a la Asamblea Especial para Oceanía de Sínodo de los Obispos, en Ciudad del Vaticano, del 22 de noviembre al 12 de diciembre de 1998; a la II Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos, en Ciudad del Vaticano, del 1 al 23 de octubre de 1999. Enviado especial del Papa al Congreso Eucarístico Nacional Mexicano, Ciudad de México, del 5 al 7 de mayo del 2000; al XX Congreso Mariológico-Mariano Internacional, Roma, del 15 al 24 de septiembre del 2000. Enviado especial del Papa para la apertura de las celebraciones del Concilio Plenario de Venezuela, Caracas, el 26 de noviembre de 2000. Asistió a la X Asamblea Ordinaria del Sínodo Mundial de Obispos, Ciudad del Vaticano, entre el 30 de septiembre y 27 de octubre de 2001. Renunció a la Prefectura de la Congregación el 1 de octubre de 2002. El 24 de febrero de 2005 fue nombrado Protodiácono del Colegio Cardenalicio. Participó en el Cónclave del 18 al 19 de abril de 2005. Como Cardenal Protodiácono, anunció el nombre del recién electo Benedicto XVI y en la ceremonia de iniciación de su pontificado le impuso el palio arzobispal, el 24 de abril de 2005.

En la Curia Romana es miembro de las Congregaciones para el Clero, para la Doctrina de la Fe y para los Obispos. Es miembro de Pontificio Consejo para la Familia y de las Comisiones para América Latina y Ecclesia Dei.

Información adicional: Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Liceo Alemán de Santiago. Antes de ingresar al seminario asistió a la facultad de derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Obtuvo el bachillerato en artes y biología. Hasta 1965 enseñó filosofía en el seminario y hasta 1994 teología en la facultad de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde sirvió algunos años como decano. Fue miembro de la Comisión Teológica Internacional y de la comisión encargada de elaborar el borrador del Catecismo de la Iglesia Católica.

Es autor de numerosas obras: libros, folletos teológico-pastorales y artículos sobre temas eclesiológicos, de espiritualidad y derecho canónico.

En 1996 recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Notre Dame, en Indiana y, debido a sus enseñanzas y publicaciones, recibió un Doctor Scientiae et honoris causa de la Pontificia Universidad Católica de Chile. También ha sido nombrado Capellán ad honorem de la Soberana Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.

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