sábado, 1 de mayo de 2010

ODIO CALLEJERO



Fue este lunes recién pasado. Eran las
18.40 cuando en la esquina de Pedro de Valdivia
con Eleodoro Yáñez, sí, justo al costado del
Caleuche, se oyó un lejano "Rojas".
Una mirada hacia atrás y nadie conocido.
A los pocos pasos, esta vez más clara, una nueva
llamada, algo así como "Rojasista".
Un individuo, de unos 50 años, bien
educado, bien alimentado y bien vestido,
acompañado de una mujer algo menor, avanza
caminando mientras grita de forma ya evidente:
"Rojas, fascista". Al llegar al cara a cara,
pregunta: "¿Tú eres Rojas, el de El Mercurio"?
Sí, yo escribo los miércoles; encantado: ¿con
quién tengo el gusto de hablar? La mano queda
estirada, porque el sujeto, quien da su nombre de
inmediato, acota que él no saluda a los fascistas
criminales.
Y de ahí en adelante no para. Durante 3 ó
4 minutos -incluso ya subido a un bus del
Transantiago- gatilla sus adjetivos (sustantiva,
más bien). "Criminal, manipulador, mentiroso,
fascista". Animado a conversar, por ejemplo,
sobre el fascismo como movimiento, se niega a
todo diálogo. Su afirmación es lapidaria: "Tú
eres un fascista criminal; apoyaste a Pinochet,
perteneces al sector más duro de la UDI, escribes
para el diario de ese otro miserable y cómplice
de crímenes que esS". Cuando se le consulta por
un posible diálogo a través del blog de Emol,
arde de indignación: "Escribo todas las semanas,
pero me censuran".
Y vuelve a la carga: "Manipulador,
mentiroso, criminal; han pasado más de 35 años,
pero ya se te va a acabar la teta, ya llegará tu
hora."
Se ensaya una última posibilidad: No, no
soy un fascista; eso es tan falso como que usted
sea un primateS Pero, qué ingenuidad; la
pretensión de que reaccione racionalmente está
totalmente descartada. "Rojas, fascista
criminal", es lo último que grita desde su bus ya
en marcha.
¿Mapucista? ¿Socialista? ¿Comunista?
¿Mirista? Eso importa poco: en él estaba
condensado todo el odio del siglo XX. Ahí estaban
Marx y Engels, Lenin y Trotsky, Stalin y Beria,
Brehznev y Andropov, Kadar y Ulbricht, Hoenecker
y Ceacescu, Ho Chi Minh y Pol Pot, Guevara y
Castro; por las ráfagas de sus palabras se
asomaron Katyn y Kolyma, la Lubianka y Nazino, La
Habana y Managua, Saigón y Phnom Penh.
Ese odio, esa irracionalidad y esa
agresividad caminan también por Providencia y por
Maipú; votan además en el Parlamento y se enseñan
en algunas Universidades. Sí, eso que comenzó a
difundirse desde el poder en 1970, eso, todavía
existe en Chilito.

Gonzalo Rojas Sánchez


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