
Se buscaba el consenso en la elección del ex presidente Kirchner para la secretaría de Unasur. Y se logró, pero con dos grandes ausencias: la de los presidentes de Colombia y Perú, que delegaron en sus cancilleres. Escribe Lillian Calm.
Ha quedado en el aire el rintintín del “porqué” un desprestigiado Néstor Kirchner, enfrentado a serias acusaciones de corrupción en su propia patria, ha sido elegido primer secretario general de la UNASUR y, más aún, por consenso. Y en cuanto al “para qué” fue elegido, la respuesta es más incierta aún. Según cables de la agencia France Presse, el vicepresidente colombiano, Francisco Santos, comentó: “Esperemos a ver si de ese nombramiento sale el fortalecimiento de UNASUR o la muerte”. A Kirchner le sirve de plataforma para su candidatura presidencial, pero es bien sabido que nunca se interesó mucho por la política internacional, durante su mandato no iba a las cumbres y si iba… llegaba atrasado.
Se buscaba el consenso en la elección del ex presidente, por supuesto con la abstención de su cónyuge y sucesora, para así mantener las formas y guardar las apariencias. Y se logró, pero con dos grandes ausencias: la de los presidentes de Colombia y Perú, que delegaron en sus cancilleres.
Dicen que la UNASUR, cuyo tratado constitutivo aún no es ratificado por Chile y por otros países (se requiere que lo hagan nueve de los doce para su vigencia legal), es un invento brasileño para mantener al margen la primacía de México en la región y dejar en una posición equidistante a Estados Unidos, pero la verdad es que su origen tiene bastante raigambre chavista. Fue a fines de 2006 cuando el presidente venezolano rechazó la invitación del boliviano Evo Morales para, sin abandonar el Mercosur, volver a la CAN o Comunidad Andina (se había retirado por divergencias con Colombia y Perú). Chávez, que de paso también pronosticó el ocaso del Mercosur, le respondió a Evo que “la CAN, con todo respeto, no sirve… y creo que el Mercosur tampoco (…) Cuantas reuniones, cuantas cumbres, pero no tenemos claro hacia dónde vamos”. Y propuso “una Unasur”, Unión Sudamericana de Naciones, y no una Comunidad Suramericana de Naciones. Palabras, palabras, palabras.
Y, así, politizado desde la cuna, nació Unasur, cuya primera presidenta pro témpore fue Michelle Bachelet que, luego, le pasó el bastón al ecuatoriano Rafael Correa, quien lo detenta hasta hoy. Hay quienes le atribuyen éxitos al organismo, como su actuación en una de las tantas crisis bolivianas, pero la verdad es que se trata de una instancia multilateral más (¡una de tantas!) cuya utilidad o inutilidad daría para muchos foros de sesudos y no tan sesudos cientistas políticos.
Dicen que todo depende de la ideología —aquí no es del cristal— con que se mire, y los más partidarios de UNASUR, singularmente, han sido, junto a Brasil, los mandatarios de Ecuador, Venezuela y Bolivia (del eje que ellos desmienten que exista), y no así Colombia y Perú.
¿Y el Chile de Piñera? Ahí estuvo, en la última cumbre realizada en Argentina, el Presidente, acompañado de su Canciller, cumpliendo la palabra que poco antes había dado a la cónyuge de Néstor Kirchner. Le apoyaríamos al marido. ¿Alto precio por mantener la armonía bilateral con el vecino de la larga frontera? No tanto, porque, ¿qué le puede importar a Chile quién esté de secretario general de este organismo? ¿Tiene ello alguna trascendencia que gravite en el futuro de la humanidad? Y de paso, si se puede tener contenta a la vecina… En relaciones internacionales hay que sumar en vez de restar. Lo demás no es inteligente, especialmente si se tiene en cuenta que los países son fríos entes jurídicos que sólo actúan de acuerdo a sus pragmáticos intereses.
Pero hubo nubarrones: el ex tupamaru y hoy presidente de Uruguay, José Mujica, votó por Néstor Kirchner a pesar de que éste había sido vetado por su antecesor Tabaré Vázquez, lo que produjo revuelo en su país. El mismo Mujica dijo en su reciente campaña electoral: “No sé cuál es la ideología de los Kirchner. Parece que son progresistas, pero también son peronistas”. Aquí habría que preguntar si el populismo es también una ideología.
En Argentina, en tanto, y ante la inminente renuncia de Néstor Kirchner a la Cámara de Diputados (su nuevo cargo requiere dedicación exclusiva), sus pares han dicho de todo: “Este lugar nunca le gustó”. “Siempre demuestra un absoluto desprecio por los legisladores”. “Que deje la banca no cambia absolutamente nada. Esté o no esté aquí, las decisiones las va a seguir tomando él”.
En medio de todo este guirigay, el presidente de Chile Sebastián Piñera hizo un llamado en la reciente cumbre de Unasur, que si se toma al pie de la letra se convierte en una verdadera daga clavada en el corazón de muchos. Llamó, entre otras medidas, a “revitalizar nuestras democracias”.■■■■■
Lillian Calm
Temas.cl
sábado, 15 de mayo de 2010
UN NUEVO CARGO PARA DON NÉSTOR
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NUEVO CARGO PARA NESTOR
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