jueves, 17 de junio de 2010

Blatter, del pasto al polvo.


Gonzalo Rojas

La maravilla de fútbol también ha sido
tocada por la discriminación arbitraria contra
los creyentes. A petición de la federación danesa
-pobres tipos, no tienen más religión que la del
Yo- Blatter, el presidente de la FIFA, ha sido
tajante y se ha comprometido a rechazar cualquier
manifestación religiosa de los jugadores en este
Mundial.
Eso, aparte de ser abusivo, es imposible.
Cada ser humano -reconozca o no que es
creyente- manifiesta a cada rato su apertura a
lo trascendente. Hasta el ateo más declarado
ordena sus preferencias y busca en ellas una
jerarquía que lo eleve, que lo saque de la
precariedad de lo temporal y que lo abra a lo
desconocido.
Por supuesto, Blatter también tiene esas
preferencias: son el fútbol, el dinero, la fama.
Son sus dioses. Pasajeros los dos últimos,
(porque seguramente en el cielo, sí se jugará al
fútbol) pero divinidades al fin, dioses que son
objeto de su adoración. A ellas les dedica la
vida, ante ellas se postra.
Pero, al mismo tiempo, los jugadores no podrán rezar.
El problema es que hay poca voluntad para
enfrentar a Blatter. Su poder es enorme y su
palabra, la ley. Pero justamente en la medida en
que la FIFA ha ido cambiando su promoción de un
juego por su dependencia de unos falsos dioses,
Blatter se ha hecho más vulnerable.
El mundial está en curso y la
discriminación está siendo desafiada. Hasta ahora
son decenas los jugadores que han mirado al
cielo, que se han persignado (conmovedora escena
la del capitán sudafricano), que han cerrado sus
ojos para invocar la protección del Altísimo.
¿Irá Blatter a aplicarles un sanción?
¿Los irá a multar en francos suizos, como si las
creencias pudiesen sancionarse en metálico?
De hacerlo, sería una señal clara y
definitiva de su creciente adoración a los ídolos
de barro. Y en polvo se convertiría, mucho antes
de morir.

Gonzalo Rojas Sánchez

No hay comentarios: