sábado, 17 de julio de 2010

CARTA: RENUNCIA A EMBAJADA

Cartas
Sábado 17 de Julio de 2010
Renuncia a embajada


Señor Director:

En mi vida he conocido a personas que por diversos motivos han tenido la posibilidad de representar a nuestro país en alguna de las misiones diplomáticas de la cuenca del Asia Pacífico. Asimismo, he presenciado cómo todas ellas han regresado a Chile destacando y celebrando el estricto apego que existe a los códigos protocolares con que operan en la región, donde en términos simples, no hay nada más importante que la palabra empeñada.

Por este motivo, no deja de sorprender la actitud tomada por el ahora ex embajador Hernán Somerville, al rechazar la designación una vez dado el beneplácito del pueblo chino. Esto es una verdadera afrenta que en nuestro país aún no hemos considerado en su real dimensión.

La historia diplomática entre ambos países data desde 1970. Fuimos uno de los primeros países sudamericanos en reconocer a la República Popular China y el primer país latinoamericano en cerrar la negociación bilateral para el ingreso de China a la OMC. Además, fuimos los primeros latinoamericanos en firmar un Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones, acuerdo que a la fecha se traduce en un intercambio comercial de más de 17 mil millones de dólares al año.

Todo lo anterior ha sido producto del esfuerzo y dedicación de grandes nombres de nuestro quehacer político, quienes con visión de futuro y una cuota de austeridad, han apostado por construir una relación de largo plazo, trabajando siempre con presupuestos incluso ajustados.

Bien ha valido el esfuerzo desplegado. Prueba de ello es que el trabajo realizado en estos 40 años de historia diplomática entre Chile y la República Popular China, nos permite estar atravesando por un período de inmejorables relaciones entre ambas naciones.

Sin embargo, este camino recorrido ha sido enlodado con la actitud de quien por sus conocimientos, trayectoria y cercanía era, tal vez, la persona más idónea para el cargo de embajador. Declinar a la designación por parte del Gobierno chileno, luego de haberlo aceptado con orgullo, sin duda es un insulto para ambos pueblos.

Cuesta entender que se trata de la misma persona que meses atrás aceptó representar a nuestro país en la Exposición Universal de Shanghai, escribiendo en el sitio web de ese destacable emprendimiento que “este encargo es para mí una oportunidad para colaborar con mi experiencia y hacer de la participación de Chile una expresión acorde a la alta representación de que ya goza en el plano internacional y, en especial, en la región de Asia-Pacífico”.

Por este motivo es que me pregunto qué fue lo que hicieron los embajadores anteriores para lograr tales resultados con tan magro presupuesto: ¿magia?

Aquí, lamentablemente estamos una vez más frente a la diferencia de visión entre el ámbito público y el privado. Mientras el Gobierno confiaba en haber tomado la decisión más adecuada, en otro ámbito, al parecer, primaron intereses económicos por sobre el privilegio de una designación diplomática tan importante en la actualidad como es la de representarnos en China, país pujante, creciente y líder de importantes cambios a nivel mundial.

René Saffirio E.
Diputado



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