lunes, 30 de agosto de 2010

Arenga del Padre René Trincado



Estimados camaradas y amigos:

En estos momentos en que la tormenta arrecia, con renovado amor a Chile recordemos el glorioso 11 de septiembre de 1973, día en el que las Fuerzaa Armadas chilenas, ejerciendo brillantemente el derecho de rebelión contra el gobernante ilegítimo, vencieron a los enemigos de Dios y de la Patria.

Se habla en estos días del "honor militar". El honor militar consiste ante todo en cumplir el juramento que hicimos, de dar por Chile "hasta la vida si fuese necesario". El honor militar obliga a ser leales con todos y cada uno de los soldados que dieron o cumplieron órdenes para defender la Patria en la guerra contra la maldita Bestia Roja Marxista, hoy metamorfoseada en socialismo liberal. Es contrario al honor militar dar crédito a jueces izquierdistas, gente sin Dios ni ley. Es contra el honor militar tener por verdadero lo que pretenda imponer como tal un adversario para el que la mentira es un medio ordinario y obvio de acción política; un enemigo para el que la palabra "moral" no tiene ningún sentido, ni menos todavía la palabra "honor". El honor militar y las exigencias de la auténtica caridad cristiana nos obligan a apoyar, hasta el fin y pase lo que pase, a nuestros camaradas veteranos.

Lejos de nosotros el deshonor de expresar un "repudio" que es de la máxima deslealtad.

El adversario izquierdista, antipatriota e internacionalista por definición, quiere ver nuestra rendición. Quiere la destrucción de Chile, de nuestras FF. AA., de nuestras tradiciones.

Sepamos, por nuestra parte, oponernos al poder enemigo siendo fieles a nuestra tradición histórica: "los chilenos no se rinden jamás". Mantengamos simpre en alto la bandera. Seamos los clavos que impidan que se pueda arriar jamás la bendita bandera chilena, defendiendo contra todo y contra todos, la verdad del siempre memorable 11 de septiembre y la gran obra del gobierno militar.

Y tengamos ánimo: "Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos, y al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos. Porque la victoria en el combate no depende de la cantidad de las tropas, sino de la fuerza que viene del Cielo. Ellos nos atacan, llenos de insolencia y de impiedad, para exterminarnos a nosotros. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestra vida y por nuestras tradiciones. El Cielo los aplastará delante de nosotros: ¡no tengan miedo!

Cíñanse las armas, sean valientes y estén preparados para atacar a esos que se han aliado contra nosotros a fin de destruirnos... Porque es preferible para nosotros morir en el combate que ver la desgracia de nuestra Patria y del Santuario". (de las arengas de combate del Libro Primero de los Macabeos)


Dios libre a Chile del yugo diabólico.
Dios libere pronto a los veteranos prisioneros.
Dios los bendiga.

Padre René Trincado.


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