lunes, 1 de noviembre de 2010

LAS MANIOBRAS DE ALAN GARCÍA



Editorial El Mercurio

Con una activa agenda, el Presidente peruano intenta apoyar su demanda por la delimitación marítima con Chile. Luego de su frustrado intento de neutralizar a Ecuador, ha recurrido al apoyo boliviano. Sus ásperas relaciones con Evo Morales parecen superadas al revivir el proyecto “Boliviamar”, al sur de Ilo. Esta iniciativa se origina en el acuerdo de los presidentes Jaime Paz y Alberto Fujimori, y consiste en conceder a Bolivia, sin soberanía, una franja de territorio, instalaciones para construir una escuela naval y un puerto para el uso de Bolivia por 50 años, que ahora se extendió a 99 años. Paralelamente, el gobierno peruano declaró que no sería obstáculo ante una eventual cesión de territorios chilenos a Bolivia en la zona de Arica. La intención de García es dar muestras de generosidad, involucrar a Bolivia en Arica y en la controversia ante La Haya y sugerir a los jueces de la Corte Internacional que tanto Perú como Chile, luego de conocido el fallo, cederían soberanía a Bolivia.

La apertura de García a la aspiración marítima boliviana carece de solidez jurídica: son meras declaraciones sin sustento político, no obligan a su sucesor y, además, son poco creíbles, pues se sabe que la conservación del límite del Perú con Chile es una política peruana de Estado, basada en consideraciones geopolíticas, económicas y culturales.

Independientemente de la viabilidad del proyecto Boliviamar, por falta de agua dulce, su relanzamiento debe ser doblemente celebrado: el uso de Ilo descomprime parcialmente las presiones por la aspiración marítima boliviana y, a la vez, es coincidente con la posición chilena de ofrecer las máximas facilidades a Bolivia para su acceso al Pacífico, sin cesión de soberanía y sin afectar la integridad territorial del país. No sucede lo mismo con la oferta de no obstaculizar la salida soberana por Arica, que por su ambigüedad y liviandad provoca sospechas y aumenta las desconfianzas tanto respecto del gobierno peruano como del boliviano.

Con prudencia, La Moneda optó por no pronunciarse públicamente sobre la ofensiva de Alan García. Sin esa cautela, sin medir las consecuencias ante la demanda de La Haya y sin clarificar los términos, parlamentarios chilenos han planteado plebiscitos y prestado acogida a las declaraciones del Presidente García.

Con todo, la Cancillería no podrá dejar de tomar nota de estos acontecimientos tanto peruanos como de los parlamentarios. Es probable que tales episodios se potencien cuando en la próxima semana se conozca la respuesta peruana a la contramemoria chilena en el juicio ante la Corte Internacional de Justicia. Su texto y las actuaciones del gobierno peruano deben ser considerados en relación con la conveniencia de la visita del Presidente Piñera a Lima, prevista para a fines de noviembre.


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