Pinochet
Por
Hernán Larraín Fernández
Senador
Extractos principales de la carta pública enviada al
Comandante en jefe del Ejército, general Augusto Pinochet
Ugarte
Mañana 25 de Noviembre usted cumple el octogésimo
aniversario de su natalicio, ocasión en que un importante
número de chilenos celebrará tal fecha junto a su persona, a lo
largo de todo Chile. Sin embrago, lo más relevante de todo es
que en esta oportunidad, bajo la iniciativa de un grupo muy
cercano de sus ex colaboradores, se aprovechará la
conmemoración para tributarle un reconocimiento a su
gigantesca contribución al progreso de nuestro país. Por ello,
quisiera enviarle estas líneas que contienen algunas
reflexiones que me surgen a propósito de este acontecimiento,
perdonándome usted que, por su propia significación, las haga
públicas.
Los pueblos, por lo general, son poco agradecidos con
quienes colaboran en su desarrollo en vida de sus
protagonistas. Más bien la crítica y la descalificación, cuando
no la envidia, dan cuenta de nuestra pequeñez e incapacidad
para tributar en forma oportuna un justo reconocimiento.
La historia de Chile no sería la misma de no haber
intervenido usted en momentos cruciales de nuestra
evolución. No podemos olvidar el estado crítico, la ruina
material y la descomposición moral en que se encontraba
nuestra nación en 1973. La desesperanza cundía en todos los
ámbitos y la ciudadanía, indefensa y desprotegida, se
derrumbaba junto al fracaso de la institucionalidad vigente
para impedir la destrucción de la chilenidad promovida por
una ideología fundada en el odio y la lucha de clases.
Ni los Tribunales de justicia, ni la Contraloría General de la
República, ni el Congreso Nacional, pudieron impedir estos
hechos o revertir la situación caótica que se había
producido. El país pidió, entonces, la intervención de las
Fuerzas Armadas, llamamiento que luego de advertir la
imposibilidad de evitar de otra forma el desplome nacional,
fue finalmente escuchado por nuestros hombres de armas.
En la perspectiva del tiempo, este proceso adquiere especial
significado. Luego de ser un país encaminado – al parecer de
la época – en forma irreversible al colapso, Chile pasó del
Gobierno Militar a ocupar la posición expectante que hoy
tiene, configurando una situación inmejorable para superar la
pobreza y el subdesarrollo a que décadas de malos
gobiernos anteriores – salvo excepciones – nos habían
conducido. Aunque les duele a muchos en la actualidad, esta
es una realidad sólida y evidente como la cordillera de los
Andes, que fuerza a muchos hoy a prestarle su
reconocimiento público.
Otra vez fue necesario coraje y sentido de bien común
para adoptar el camino difícil y no demagógico que permitió
lograr estas metas. Nuevamente usted, al liderar el proceso,
mostró la calidad de estadista que pocos chilenos han podido
exhibir a lo largo del siglo que expira.
El proceso seguido a lo largo del régimen militar fue largo y
doloroso. La interrupción del proceso institucional, causado
por los hechos previos mencionados, generó enfrentamientos
que ocasionaron la vida de muchos compatriotas. Recordarlo
nos causa pesar y enluta el alma nacional. Nadie quiso que
ello ocurriera y nadie desea que ello vuelva a repetirse.
Incluso los errores y excesos que se cometieron – no
podemos olvidar la naturaleza humana – y más allá de la
aprovechamiento político que de ellos se ha venido haciendo
durante muchos años, deben servir para comprender lo
profundo del quiebre social que existió a comienzos de la
década del setenta y el grado a que había llegado la
justificación del uso de la violencia por los sectores
políticamente mayoritarios en ese tiempo.
Hoy, cuando aún quedan heridas por restañar y cuando se
buscan fórmulas para terminar con los problemas pendientes,
derivados de esos hechos en materias judiciales, producto de
la mala aplicación de la Ley de Amnistía dictada en 1978 para
contribuir a la paz social, advertimos la inequidad de algunos
sectores que, por un lado, procuran superar las dificultades
procesales y penales de terroristas de izquierda, para
intentar, por otra parte, la persecución implacable de todo
uniformado que pueda tener alguna responsabilidad en
hechos de entonces.
Fue necesario tener coraje para actuar en su debido
momento, como lo es necesario hoy para superar esas
inquietudes, sin olvidar el debido respeto por los
sentimientos de todos los afectados. Usted supo actuar
entonces y la ha sabido hacer en estos días, dando ejemplo
de autoridad, respeto personal y observancia de las normas
jurídicas vigentes en la actualidad.
• La restauración de la democracia exigió comprender la
profunda crisis institucional que entonces existió… La
Constitución Política de 1980 es fiel demostración de esa
vocación fundacional. La transición posterior y la actuación
de los gobiernos que han sucedido al Gobierno Militar permite
acreditar que esa institucionalidad ha funcionado con éxito.
De ahí que nos resulte incomprensible el esfuerzo de algunos
por revisar aspectos medulares de la misma, sin que existan
antecedentes objetivos que lo justifiquen.
• Los hechos que he reseñado muy sucintamente justifican,
pues, la recordación y celebración de estos días. No podemos
restarnos a esta situación, entendiendo que la obra de todo
hombre, por grande que sea, es fruto del trabajo
mancomunado de muchos. Creo justo recordar entre todos
quienes colaboraron con usted a una sola persona que, sin
dudas les representa, pero que, por la fidelidad a sus
principios, ya no nos acompaña. Me refiero a Jaime Guzmán,
cuya figura – como la suya – se agiganta con el paso del
tiempo.
• Por circunstancias particulares, no podré acompañarlo
personalmente en alguna comida de celebración de las
muchas que tendrán lugar el día de mañana. En esos
momentos, obedeciendo a una invitación del Comandante en
Jefe de la Armada, Almirante Jorge Martínez Busch, estaré
visitando el campo de Hielo Sur, respecto del cual existe un
diferendo limítrofe con Argentina, el que deberá ser revisado
próximamente en el Senado.
• La triste experiencia vivida hace poco con motivo del
conflicto de laguna del Desierto me fuerza a participar en ese
evento, lamentando tener que ausentarme en esta justa
celebración. Usted, que tuvo el coraje de defender cada
pedazo de tierra chilena con la determinación que rodean
todas sus acciones, podrá disculparme y, a la vez,
comprender el sentido de mi ausencia.HERNAN LARRAÍN
martes, 30 de noviembre de 2010
RECORDEMOS...... 25 DE NOVIEMBRE DE 1998.... LAS VUELTAS DE LA VIDA O .....LA VUELTA DE CAMPANA
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