DE CHILE INFORMA EDICIÓN Nº 608
Don Germán Barriga Muñoz
Es probable que más de alguien se pregunte: quién es el.
Las personas olvidamos pronto.
Un día como hoy, un 17 de Enero, a eso del mediodía, Germán
se lanzó al vacío desde la parte más alta de un edificio en
construcción en calle Los Militares, en la misma calle y cerca
de la Escuela donde se había formado y donde egresó como
oficial del Ejército de Chile.
Algunos amigos sostienen que él decidió terminar sus días
cansado de la persecución sistemática de los comunistas, del
hostigamiento de jueces marxistas que varias veces lo habían
encarcelado. Nunca estuvo condenado. Sólo procesado.
Pienso que mi amigo Germán dejó voluntariamente este mundo
por razones económicas.
Es cierto que jueces y marxistas le persiguieron sin tregua, que
le fueron a funar a su domicilio, que le obligaron a cambiarse
de casa, pero él era todo un hombre.
Desde hace seis años trabajaba a cargo de la seguridad de los
supermercados Líder, de la empresa D y S, que poseen los
hermanos Ibáñez. Su misión controlar y preparar a los
vigilantes. Su desempeño estaba calificado como
sobresaliente.
Un día, por mi trabajo de periodista del sector Moneda, me tocó
acompañar al Presidente de Chile a un homenaje que le
rindieron los hermanos Ibáñez.
Recuerdo que esa familia, levantó en sus oficinas, un monolito
en honor a las Fuerzas Armadas y de Orden.
Escuché los discursos. La familia dueña de esa cadena de
supermercados estaba profundamente agradecida de los
uniformados.
Le habían salvado éstos sus bienes, su fortuna. Además ellos
se tenían plenamente identificados con la política de libre
mercado.
Su único Dios el Dinero
Cuento esto porque los mismos beneficiados con la acción del
11 de septiembre, con esa consecuencia de algunos chilenos,
cuando los comunistas llegaron a uno de los supermercados a
funar al coronel ® de Ejército don Germán Barriga Muñoz, uno
de sus trabajadores, optaron por despedirlo.
Y lo hicieron ese mismo fin de mes. Llevaba 6 años con ellos.
Nunca lo tuvieron como empleado de planta, sino a honorarios,
con boletas, de modo que se pagó el mes, y hasta luego.
Si te he visto, no me acuerdo.
Germán no era entonces un muchacho, pasaba los 50 años.
Encontrar trabajo a esa altura de la vida, no es fácil. Más aún,
en sus papeles de antecedentes aparecían los procesos en su
contra.
Su mayor preocupación era su esposa, a quien adoraba. Ella
tenía una salud deteriorada, con medicamentos caros de por
vida. Con su pensión y su sueldo Germán había sacado a su
hija adelante. Se acababa de recibir de médico cirujano en la
Universidad Católica.
El era además miembro del MDS, Movimiento Diez de
Septiembre de 1973. Fue el tercero en ingresar, y el primer
militar ®. Colocamos esa fecha para no olvidar el caos que
vivía nuestra Patria ese día.
Lo dejaron detrás de las trincheras enemigas
Germán, me consta, tan pronto quedó cesante, buscó trabajó
denodadamente.
Visitó amigos civiles y uniformados. No consiguió nada.
Nos reuníamos una vez por semana. El no faltaba nunca a los
encuentros.
A comienzos de enero, tengo tan claras sus palabras:
“Fernando, si no encuentro trabajo, no llego a fin de mes’’.
Lamentablemente, no le di el alcancé que él imprimió a sus
palabras.
Era un hombre religioso. Profundamente católico. Se confesó,
comulgó. Visitó a Sor Teresita de los Andes y esa mañana,
salió de casa, dejando una carta para su esposa, otra para sus
amigos del Movimiento MDS, y una tercera para el juez.
Tenía todo pensado y realizó lo planeado rigurosamente. En
nuestro mails, varios recibimos una comunicación suya a las
11,05 AM.
Salió y se dirigió al edificio que ya había elegido, donde incluso
le conocían, pues había ido antes a recorrerlo, aduciendo que
se interesaba por adquirir un departamento.
Carta de Germán
Recuerdo que en el MDS, ocurrido su despido, redactamos una
carta de reconsideración a los hermanos Ibáñez. La misiva,
donde se pedía reincorporar al trabajador, fue firmada por seis
dirigentes del MDS.
Se la mostramos a Germán. Estuvo de acuerdo. La revisó y
aprobó, con algunos cambios. El quería y necesitaba volver a
su antiguo trabajo.
La carta la llevamos personalmente a la casa del socio
principal de los hermanos Ibáñez. Nos dijeron que no estaba.
La entregamos.
Todo se hizo por mano. Es imposible que se haya extraviado.
No hubo respuesta.
Se quedaron totalmente callados.
Nicolás y Felipe Ibáñez
Los Hermanos Ibáñez, una de las familias poderosas de
nuestro país, entre un coronel de Ejército, un leal trabajador, y
unos comunistas vociferantes, prefirieron a estos últimos.
En su mentalidad mercantil pensaron que los rojos podrían
perjudicar su “negocio’’, y el “negocio’’ importó más que las
personas.
Esta es nuestra gente. Esos son sus principios y valores.
Se decían pinochetistas, juntistas a rabiar.
Lo que narré del monumento que levantaron al general
Pinochet y al Gobierno Militar es totalmente efectivo. Concurrí
a la inauguración.
Fui testigo presencial, ocurrió una mañana y seguramente lo
debo haber despachado para el diario “La Segunda’’ donde me
desempeñaba entonces.
Creo que ellos, con su indolencia, no los comunistas,
provocaron la muerte de mi amigo.
Que después del desenlace hayan reconsiderado la postura,
eso no altera para nada que indujeron a una persona a la
desesperación y, de ahí, a la muerte.
Su muerte remeció….pero por poco
La muerte de Germán, su suicidio, provocó un remezón en la
sociedad chilena. Era el primer militar que se suicidaba.
La muerte ocurrió al mediodía. No obstante ello, “la Segunda’’
de ese día llevó la noticia en forma destacada y al otro día
apareció en todos los diarios del país.
Si hasta Ricardo Lagos, que entonces gobernaba Chile, se
mostró dolido.
El comandante en jefe del Ejército de entonces, el general Juan
Emilio Cheyre, fue a su casa, a visitar a su viuda y a su hija.
El mismo Cheyre que nunca movió un dedo por ayudarlo, pese
a que lo conocía perfectamente, ahora iba a su casa, a expresar
sus condolencias.
¡Hipócritas!.
Los mismos que al final de sus días le negaron todo,
monopolizaron todo.
El funeral de Germán, en el Parque del Recuerdo, fue
imponente. Centenares de personas. A lo menos ocho
discursos.
Sus amigos del MDS no lo pudieron despedir en el
camposanto.
El “protocolo’’ de los que apropiaron del sepelio no lo
permitieron. Hablaron otros. Los mismos que nunca más
volvieron a visitar su tumba.
A Germán no se le rindieron honores militares en el campo
santo.
La concertación había urdido una fórmula para perjudicarlos
hasta en el momento de la partida, impidiendo que se haga a
quien aparezca acusado de infringir derechos humanos.
Germán Barriga Muñoz, con su muerte, abrió el camino para
que la situación de los procesados y condenados por derechos
humanos cambiara.
A su muerte, salvo el MDS, no había en Chile organismo alguno
que públicamente saliera en la defensa de los procesados.
Los condenados eran visitados en los penales sólo por sus
familiares.
Los amigos y camaradas no se atrevían.
Germán y el MDS abrieron en ese sentido un surco que no
existía.
Hoy algunos visitan a los presos militares por razones políticas
y muchos son aún los que aún no se atreven.
Pero el cambio positivo registrado en medida importante
obedece a Germán Barriga Muñoz, coronel del Ejército de
Chile, infante, designado por su institución en la DINA, donde,
como en otras tareas, cumplió su labor a cabalidad.
lunes, 17 de enero de 2011
DON GERMÁN BARRIGA MUÑOZ ( Q.E.P.D.)
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2 comentarios:
El testimonio de Vergara, recogido en extenso en la investigación periodística La danza de los Cuervos de Javier Rebolledo, explica en detalle el tránsito de la militante del PC por Simón Bolívar. De acuerdo a este relato, cuando Reinalda ingresó al cuartel, Vergara vio a una mujer embarazada (desconocía su nombre) que era torturada en la parrilla –una cama, generalmente metálica, en que los detenidos eran maniatados y sometidos a vejámenes. El “mocito” (como se le decía) también fue testigo de cómo Barriga y Lawrence golpeaban a Reinalda con distintos objetos. “A esa mujer la torturaron brutalmente, y ella clamaba para que pararan porque decía que estaba embarazada. La teniente Calderón chequeó que eso era efectivo, pero igual el capitán Barriga siguió con las torturas y la corriente.
Bien muerto el animal
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