viernes, 25 de febrero de 2011

CULTURA Y FESTIVAL



Cartas
Viernes 25 de Febrero de 2011
Cultura y Festival

Señor Director:

¿Cómo es posible que permitamos impasibles que la televisión chilena continúe degradando día a día la cultura y los valores de nuestra sociedad? ¿Qué laya de liberalismo es ésta, que no reconoce la diferencia entre libertad y responsabilidad?

Los medios de prensa reportan hoy que nunca antes se había alcanzado tan alto nivel de grosería y chabacanería en el Festival de Viña como en la presente versión, al mismo tiempo que su transmisión televisiva lograba ratings igualmente históricos. No es muy distinta la situación que se produce durante el resto del año, con varias teleseries paralelas de increíble truculencia moral y programas que cada día alimentan forzadamente a los chilenos de una enorme dosis de farándula y violencia.

"La televisión no es sino el reflejo de la cultura nacional, y por ende no es ella la responsable de lo que la gente quiere ver". "Nadie tiene la autoridad moral para dictarles a los demás lo que es bueno que vean en la pantalla de su casa". Detrás de estas dos elegantes frases se refugian quienes poseen la máxima responsabilidad en este auténtico y gigantesco crimen cultural que está teniendo lugar. Pero la verdad es que más allá del delgado velo de elegancia, todos sabemos -también los que se visten con él- que la televisión sí es el más potente formador cultural de la sociedad moderna y conectada que somos, y que quienes la dirigen escogen diariamente qué contenido les entregarán esa noche a los demás chilenos. (Yo mismo, cuando me tocó dirigir una empresa proveedora de televisión por cable, decidí que era legítimo incorporar a la oferta de canales adultos una señal de elevado contenido erótico. Si bien se hizo dándole a la señal un acceso protegido por una clave controlada por adultos, no puedo negar que la decisión fue mía, y no del público, y que fue una decisión que contenía un juicio de valor que es discutible.)

Ahora bien, seamos francos: en democracia todos tenemos responsabilidad sobre este asunto. ¿Acaso no teníamos todos los chilenos, especialmente la élite, parte de la responsabilidad por la mala calidad de la educación escolar que se imparte en el país? La brillante experiencia del movimiento ciudadano Educación 2020 demuestra que sí, que la responsabilidad por el estancamiento educativo no era sólo de la organización corporativa de los profesores, o de la inacción de los políticos, sino también de los ciudadanos que veníamos aceptando indolentemente esa pésima educación para los niños de Chile.

Alguien tiene que atreverse a decir "¡basta!". Está claro que no será el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Tampoco lo serán quienes quieren, o incluso están obligados a hacer de la televisión nada más que una máquina de ganar plata. No lo harán los intelectuales ultraliberales ni los ultraconservadores. No lo harán por iniciativa propia los políticos. ¿Quién, entonces?

Blas Tomic


Posteado por:
Luis Aravena Rodríguez
25/02/2011 09:42
[ N° 4 ] Don Blas:
Lo felicito.
Muy buena su carta, con un alto contenido de aporte tendiente a demostrar la decadencia cultural de nuestro pueblo y la degradación valórica en que está sumido, siendo el hedonismo su principal causante. La televisión uno de los medios que acusa o demuestra el reflejo de ese síndrome; y me atrevería a decir, esa metástasis que afecta y corroe a a la educación y formación de generaciones futuras.- Buen aporte el suyo, y ojalá la Alcaldesa de Viña, el Ministro de Educación, el Ministro de Cultura y el Consejo Nacional de TV, todos juntos, le pongan un límite a la grosería, a la ordinariez y a la vulgaridad.-
Advierto, que no soy un pacato ni mojigato, pero considero que todo tiene un grado de tolerancia, y ese cómico de antenoche, rebasó los límetes de la ordinariez y lo grotesco.
Luis Aravena Rodríguez.


Posteado por:
Juan Herrera Labarca
25/02/2011 10:12
[ N° 5 ] Nunca creí que una carta como la del señor Tomic llegaría a un medio ni que éste la acogería, dado su tenor.
Salvo este diario, todos los demás dan lugar a la procacidad.

En un tiempo que los medios fueron un servicio, esto no ocurría pero, ahora que son un negocio, ello ocurre y con una connotación demoledora: son los medios los que inducen los gustos, preferncias y estilos de la gente en general. Es la forma de asegurar el negocio.

Inducir a la juventud a beber, les gana la propaganda de la cerveza o el ron o cualquier otro. Así medran.

Y no es sólo el festival: hay programas que ocupan la mañana -y en esta época más tiempo- en trivialidades que, además de una lamentable pérdida de tiempo- son una vitrina de conductas impropias. Desde luego lo que llamamos "cahuineo".

Se anuncia por estos días una filmación "ciudadana" del terremoto 27/2 con unas imágenes confusas pero, lo que es claro, son las groserías que provocó el susto -al menos en esa grabación.
La procacidad es lo que lleva el chileno a flor de labios: es como piénsa. Por lo menos el chileno que la televisión ofrece como el prototipo.

Y hay mucho más que hace a los medios -sobre todo a la televisión- reo del desastre cultural nacional.

Patricio Herrera.


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