Amigos
Como ya RUS anuncio el retorno a su Diario "Movimiento 10 de Septiembre," aquí va una nostálgica anécdota pichidanguina.
D. Paúl Barroilhet era dueño del fundo que devino a balneario. Cordial, gran señor, tenia un velero, el "Rosemary". Navegaba a lo largo de la costa, recalaba en Papudo, seguía a Algarrobo, regresaba a su comarca. Y así trascurrieron los años, envejeció, perdió la vista, y reflexiono sobre el destino del yate.
Algunos le aconsejaban que lo encallara en la playa, lo trasformara en restaurante, e hiciera pingues ganancias. Me dijo "en mi velero le he dado la mano a Dios en las soledades del Océano, y pretenden que lo vulgarice en un comedero publico..." Resolvió entonces otra opción. Taladro sus costados, los taponeo con madera, y enfilo hacia el centro de la bahía. Allí, retiro los tapones y, cuando el Rosemary se hundía, salto al mar desde donde lo recogieron sus amigos que rondaban en torno al yate que naufragaba.
Supe lo ocurrido estando en Santiago y cuado llegue al pueblo me tope en la Costanera con D Paúl, erguido, caminando, y le dije " Eh D Paúl, aquí HPB, supe que había hundido el Rosemary"
---No, eso no es cierto.
---Pero ¿como? si todo el pueblo lo comenta.
-- No, estimado Hector, yo no lo hundí. Le di sepultura, lo que es diferente....
Tiempo después falleció D Paúl. Suele suceder con los amantes de sus veleros. Otro día les contare el naufragio del My Way, frente al Puente en la Bahía, y como su dueño falleció seis meses después.
Los terrícolas pensamos que un velero es solo un barco, pero el corazón de sus dueños va mucho más allá, en las soledades crepusculares del Gran Océano.
HP
jueves, 17 de marzo de 2011
El hundimiento del "Rosemary"
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