jueves, 29 de marzo de 2012

Carta de un joven argentino a Camila Vallejo

Esto lo recibí hace unos momentos, creo bueno compartirlo



GAT



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Buena la pará de carro . Me hubiese gustado escuchar esto de un jóven chileno.

Carta de un joven argentino a la dirigente comunista chilena Camila Vallejo



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"Comenzaré estas líneas dirigiéndome a uno de los íconos que más fielmente representan todo lo que rechazo en este mundo. Sin embargo, Camila, no creas que mi mensaje es del todo personal. No. Me atreveré a dirigirme no sólo a ti, sino a todos tus similares: a ustedes, quienes consideran que su juventud les da derecho a no pensar.

Será de tu interés saber que quien te escribe comparte contigo una -y nada más que una- característica. La edad. Asumiré , por tanto, un pie de igualdad biológico a la hora de dirigirme hacia ti.

A lo largo de estos meses has logrado captar mi atención. Te he visto empuñar las mismas banderas que alguna vez han portado los más nefastos y sanguinarios dictadores y asesinos de la historia de la humanidad. Te he visto saludar con tu puño izquierdo alzado. Y te he visto reunir multitudes jóvenes bajo el poder de tu oratoria. Y todo este tiempo me he preguntado: ¿Por qué?

Camila, tan sólo existen dos opciones. O estás confundida, y te escudas en dicha confusión transformándola en una aparente rebeldía, o bien posees real convicción acerca de lo que defiendes. Creo que el motivo principal es que tu realidad se enmarca en la segunda opcion. Realmente crees que posees derecho sobre mi persona Y sobre todas las demás. Son tus ideas las causantes de toda la maldad que existe en este mundo. Tus ideas, Camila, destruyen al individuo. Me destruyen. Y, aunque no lo adviertas, también a ti. Sostienes que no existo como persona. Mi cuerpo, y mi mente -dices- no valen nada. Sólo soy una simple herramienta para satisfacer tus caprichos, asir tus deseos, y ejecutar tus órdenes. Seré persona únicamente cuando me encuentre dispuesto a someterme y a colocar voluntariamente mi cabeza bajo la pesada bota de “La Sociedad”.

Probablemente crezca en ti una fuerte sospecha de que no coincido con tu postura. Si tú deseas someterte, pues bien, hazlo. No juzgaré tus preferencias. Pero te recomiendo que no entrometas tus narices en mi persona. Repeleré, atacaré y acabaré de manera inmediata y tajante con todo aquel que intente esclavizarme. Todo aquel que avance sobre mi cuerpo, mi mente, mis pertenencias, o mis seres queridos.

Tú no posees derecho de quitarme lo que es mío por mérito propio. No posees la potestad de imponerme tus objetivos, tus fines, tus metas. Por una razón elemental. Yo he nacido como individuo, y como tal mi único fin en esta vida es perseguir aquello que yo desee perseguir. Soy un fin en mi mismo. Y mientras viva, seré yo quien decida qué hacer con lo que resta de mis días.

Defiendes, con un ahínco particular, la gratuidad de la educación. Sabes , en el fondo, que tu reclamo se nutre de falsedades. Se nutre, en alguna medida, de los principios básicos del mismísimo Marketing que tanto debes detestar. Pues no eres sincera. Eres mentirosa, y eres también cobarde. No posees el coraje de gritar al cielo tu verdadero propósito: quitarle a unos para darle a otros.

Todo lo que consumes, y todos los servicios que disfrutas, fueron, en algún momento, creados. El proceso de creación implica esfuerzo e insumos. En una palabra: COSTOS. Estimo que eres consciente de que todo posee un costo. Caso contrario, estarías afirmado que las cosas se crean a sí solas por designio divino y natural.

Partiendo de la base de la existencia dura y pura de los costos, me pregunto, ¿Cómo puedes defender tan abiertamente la gratuidad de un servicio? ¿Cómo puedes considerar que la infraestructura escolar se erige a si sola, que los instructores se remuneran a sí mismos, que el material educativo, los planes, el mantenimiento, y el avance se autogeneran? ¿Cómo puedes, en síntesis, defender la existencia de cosas gratuitas? Estimo que en algún punto de tu mente conoces la realidad. Sabes que no es factible que algo se auto sustente. Sabes que es necesario sustraer el fruto del esfuerzo individual de un grupo de individuos para entregárselo a otros.

Eres una estratega, y como tal eliges encubrir tu real reclamo. Apelas a los sentimientos. Apelas a lo común, a lo compartido, a lo solidario. Eres conocedora de los principios de la persuasión. Eres conocedora de la necesidad de apagar las mentes jóvenes. Es ésa la única manera de que acepten ser guiadas como un rebaño uniforme. Pues bien, no será mi caso. Aquí tienes una mente joven y pensante que te colocará en tu debido lugar.

Me interesa particularmente indicarte cuál es la piedra fundamental del progreso de las sociedades. A ti y a todos tus similares, dado que será nuestra generación quien recorra las décadas venideras. La piedra fundamental del avance es el respeto del Derecho de Propiedad. Sí, aquel derecho que tanto te disgusta y te desvela.

El Derecho de Propiedad parte del Derecho de Autodominio. Es decir, parte de una realidad subyacente: cada quien es dueño de sí mismo. Por extensión, todo lo que el individuo produzca con su mente y esfuerzo individual, le pertenecerá.

No existe forma de separar el Derecho de Propiedad del Autodominio, y por consiguiente, todo intento de tu parte de confiscar, sustraer, y repartir lo ajeno es por extensión un intento de esclavizar a la víctima. Tu sustracción supone que ese individuo no trabajó para sí mismo, sino para tí. No se esforzó por si mismo, ni por su familia, sino por tí. No se sacrificó por su propio beneficio y progreso, sino por el tuyo. Esta situación posee nombre, y fue regla cotidiana durante siglos. Hoy, en el año 2011, Camila Vallejo, te invito a que contemples tu intento de reinstaurar la esclavitud.

Si niegas el Derecho a disponer del fruto del esfuerzo y sudor propio, sencillamente, nadie se esforzará. Debes entender que el individuo trabaja para sí, y para su propio avance. En cuanto amenazas y procuras imponer tus fines, los hombres libres harán uso de su libertad, y dejarán de producir. Dejarán de invertir. Dejarán de mejorar. Dejarán de inundar las calles con los bienes y servicios que día a día elevan nuestra calidad de vida. Dejarán, en cierta forma, de vivir. Entiéndelo: nadie produce para ti. No eres el centro del mundo. Cada individuo es su propio centro.

Intentas avanzar sobre la Propiedad Privada sin el menor tipo de reparo. No eres consciente del poder destructivo que acarrean tus propósitos. Las sociedades del mundo que han avanzado lo han hecho gracias al respeto y protección del fruto del esfuerzo individual. De idéntica forma, las sociedades que han sido aniquiladas, sumidas en la miseria, y en el estancamiento, encuentran el porqué de su infortunio en el pisoteo y desprecio por la Propiedad. Cuba , Vietnam, Rusia Soviética, e innumerables realidades entre las que se incluye mi país, Argentina, el cual se subordina a un retrógrado puesto secundario, gracias al Socialismo que profesan quienes nos gobiernan hace décadas.

No existe ninguna diferencia entre quien roba por medio de la fuerza pública y el común ladrón privado. Mi respeto intelectual hacia tu ideario es ínfimo, dado que ni siquiera pareces dispuesta a realizar acopio de tus convicciones. No pareces dispuesta a admitirme que deseas robar, que deseas utilizar la fuerza en su máxima expresión, y que deseas aniquilar a todo aquel que ose defender su lugar como individuo en este mundo. Yo defiendo la vida, la propiedad, y la libertad. Y tú, monstruo de dos caras, ¿qué defiendes?

Cerrando estas líneas, Camila, permíteme arrojar una última verdad: tu único argumento es la fuerza. Y como bien sabes, la fuerza es el argumento por excelencia de los no bien formados. Si en algún momento deseas presentar batalla ideológica, los jóvenes pensantes te estaremos esperando.

Dejaré en claro que jamás iniciaremos una agresión. Pero si acaso intentas imponerte por la fuerza, ten por seguro que no nos quedaremos de brazos cruzados. "
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(*) El autor tiene 20 años y es estudiante de Derecho.

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