miércoles, 20 de junio de 2012

MUSEO DE LA MEMORIA II


Cartas
Miércoles 20 de Junio de 2012
Museo de la Memoria II


Señor Director:

La creación, por parte de la Concertación, de un Museo de la Memoria con gran exportación aquí y afuera es símbolo de un mal muy profundo incrustado en nuestra convivencia política. Padece de hemiplejia, porque sólo muestra situaciones en detrimento del gobierno militar. Los hechos expuestos allí nacen y mueren incausados, aunque provienen de un largo ancestro, una verdadera dinastía cuyo apellido es legión. Hacer una omisión tan grave no puede evitar la calificación de mentira.

Otro hecho referido recae sobre una entrevista del ex Presidente Aylwin al diario El País de España, en la que desliza afirmaciones descalificadoras de Allende como gobernante y político, y agrega algunos juicios atemperadores sobre el ex Presidente Pinochet, relativos a su persona y a aspectos de su obra de gobernante.

Estos últimos pareceres de Aylwin han sido la pequeña luz esperanzadora para recomponer una visión justa de la historia, frente a la brutal descompensación que han impuesto las izquierdas.

Bastaron, sin embargo, estas tenues rectificaciones para que se desatara una violenta reacción del extremismo, profiriendo en contra de Aylwin las denostaciones más desatinadas.

El tercer hecho se refiere a la reciente contramanifestación de agresividad extrema en contra de los concurrentes a un acto en el teatro Caupolicán en que se proyectaron imágenes de sucesos y de personajes de los acaeceres circundantes al pronunciamiento militar en 1973.

Estas meras pinceladas evocadas deben llevar a un pronto y enérgico esfuerzo por introducir una visión completa de nuestro relato histórico antes de que queden petrificadas en Chile y en el mundo versiones tremendamente incompletas sobre lo que se ha martillado tan fuertemente durante ya tanto tiempo y que pueden producir una enorme y dura desinformación, sobre todo en generaciones que ni siquiera habían nacido o razonaban en la época a la que nos hemos referido. El tiempo corre muy en contra, y no muy lejano se estaría en la misma situación de distanciamiento de interés, como ocurre con la pasión que estremeció a Chile en la revolución del 91, con el agravante de que lo que aquí estuvo en juego fue la subsistencia misma del Estado de Chile soberano.

Urge, por ello, que se organice, entre otras medidas, un Museo a la Memoria II. Allí se proporcionarían los elementos objetivos irrefutables sobre toda la verdad, virtud que, según las conocidas expresiones de Aylwin, es indispensable para toda reconciliación y convivencia en paz.

Sergio Rillon

Emol.


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