jueves, 5 de julio de 2012

CARTA: MUSEO DE LA MEMORIA




Museo de la Memoria


Señor Director:

Haciendo uso de lo que cualquier experto en Museología sabe, y como lo dejaron meridianamente en claro autoridades indiscutibles como la directora de la Dirección de Museos, Archivos y Bibliotecas, señora Krebs, y el Premio Nacional de Historia, el colega Sergio Villalobos, insistí en que una cosa es un museo y otra completamente distinta una institución dedicada a la honra de víctimas, un mausoleo.

La carta de Squella deja en claro que a diferencia de la mentira, uno no saca nada con repetir la verdad mil veces a los sordos que no quieren oír. La verdad no se puede nunca transformar ni tiene tampoco una hora de validez determinable a gusto. La honra a los muertos debe -naturalmente- ser dedicada a ellos, en especial si se comprueba objetivamente que han sido objeto de tratamiento ilegal e injusto.

Por cierto, al hablar de "eventuales víctimas", lo hice teniendo en cuenta que las mismas organizaciones de detenidos y desaparecidos tuvieron que confesar y lamentar la sorprendente existencia de varios "muertos".

En cuanto a la aventurada afirmación de que el susodicho museo "sólo pretende mostrar... y mantener viva y alerta la conciencia etc.", sólo cabe recordar que todo "mostrar" supone una selección de lo que se quiere mostrar, su cuándo y su porqué. Si no se lo hace -y ello supone el esencial aporte de la historiografía fundada-, no se mantienen vivas y alertas las conciencias, sino que se las manipula.

Squella espera que no hable de "pronunciamiento militar". En la ciencia, como en el uso del sentido común, sólo se habla de certezas y nunca de esperanzas ni de esperas. La cosa se hace, en efecto, particularmente complicada cuando uno constata que el mismísimo Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista, define ideológicamente -en 1972- al gobierno de Allende y a la Unidad Popular como "dictadura legal de la clase trabajadora chilena". En especial, porque en derecho se debe derrocar a los dictadores, ante todo porque nunca renuncian por sí mismos. Yo quisiera poder esperar que gentes como Squella leyeran la frase y dieran cuenta de ella. Porque si de culpas se trata, cabe recordar el principio de Lenin: "Cuando no se cuenta con el 50% más uno de la población y no se ha dividido a las Fuerzas Armadas en el propio favor, intentar una revolución no es un error, es un crimen".

Prof. Dr. Víctor Farías
Universidad Andrés Bello





1 comentario:

Horacio dijo...

dijo...
¡¡¡¡¡LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DE ARGENTINA Y CHILE!!!!!

QUE MUERA EL MARXISMO CASTRO CHAVISTA!!!!!

VAMOS TRAIDOR!!!!!NO TE HAGAS EL IDIOTA , CUMPLE CON TU PALABRA WEON!!!!!!!PIÑERAS