miércoles, 7 de noviembre de 2012

A 47 AÑOS DE LA MUERTE DEL TENIENTE HERNÁN MERINO CORREA





DE CHILE INFORMA EDICIÓN Nº 1.150

A cuarenta y siete años de la muerte del
teniente Hernán Merino Correa

Los secretos de Laguna del Desierto
Recuerdo, como si fuera hoy, cuando me enteré del asesinato
del teniente Hernán Merino Correa. Usaba entonces uniforme
escolar. Era alumno del sexto de humanidades del Liceo de
Hombres Nº 4. Manuel Barros Borgoño, de Santiago.
El teniente Merino fue asesinado un seis de noviembre, pero
me parece que la noticia llegó al conocimiento de todos
después.
Recuerdo que estábamos en recreo y mientras conversaba con
algunos compañeros en el patio principal, mientras los más
pequeños jugaban, por el alto parlante se escuchó un:
Atención.
Dejamos de jugar o conversar. En el Liceo era una costumbre
que, sólo habiendo algo muy importante, se informaba a todo
el liceo, aprovechando el recreo.
La información fue escueta. Nos dijeron que en el sur del país,
en la zona fronteriza, hubo un incidente con guardias
argentinos, y que un compatriota nuestro, un teniente de
Carabineros, había resultado muerto.
Se produjo un silencio total, muchos de nosotros
sollozábamos. Me ocurrió lo mismo que antes, también en mi
Liceo, cuando fui informado del asesinato del Presidente
Kennedy.
Han pasado 47 años desde entonces, pero jamás he olvidado a
este teniente – que murió en defensa de su Patria- Hasta
entonces para mí Arturo Prat Chacón era la encarnación del
amor a Chile.
Desde ese día, un marino y un carabinero son los mártires
uniformados de mi Patria que más venero.
Buscando material para preparar una crónica para nuestros
lectores, encontré una publicada hace siete años. No dice qué
medio la dio a conocer, al parecer se trata de la Revista El
Sábado, que se entregaba ese día junto al diario El Mercurio.
Sólo sé que su autor es don Alfredo Sepúlveda, que la crónica
es muy buena, y por lo mismo la reproduzco completa.
El 6 de noviembre de 1965, el carabinero
Hernán Merino cayó fulminado por una bala
argentina

Por Alfredo Sepúlveda C.

El 6 de noviembre de 1965, seis carabineros estaban, casi a su
suerte, en Laguna del Desierto, un lugar al sur del Lago
O'Higgins que en ese tiempo era reclamado por Chile y por
Argentina y que hoy pertenece a Argentina.
Estaban preocupados: de un momento a otro esperaban la
llegada de Gendarmería argentina, y no precisamente para
compartir un asado.
Aproximadamente un mes antes, los Sepúlveda, la familia de
colonos que vivía en la punta norte de la laguna, denunciaron
en Chile que los gendarmes argentinos los presionaban para ir
a oficializar su residencia a Río Gallegos, capital de la provincia
trasandina de Santa Cruz.
El gobierno chileno reaccionó enviando carabineros a la zona,
entre ellos un teniente que se llamaba Hernán Merino Correa y
pasaría a los libros de historia.
Otros carabineros se le unirían en los días siguientes, hasta
casi llegar a la veintena. Los argentinos, mejor aprovisionados
y con más cantidad de hombres, también estaban en la zona.
Las condiciones de los policías chilenos eran malas.
Ernesto Hein Águila, un experimentado piloto de la zona, por
iniciativa propia, les arrojaba periódicamente alimentos y
provisiones envueltos en frazadas. Con el resto de las cosas,
tenían que arreglarse solos.

El 6 de noviembre de 1965, llegó la orden de retirarse.
Los policías debían abandonar la ribera sur de la laguna e irse
a la ribera norte.
Diez carabineros se volvieron.
El mayor Torres y cinco hombres se quedaron para levantar el
campamento. Eran el teniente Hernán Merino, el sargento
Miguel Manríquez, el cabo Víctor Menar; y los carabineros
Washington Soto y Luis Villagrán.
Cerca de las cinco de la tarde, los hijos de los Sepúlveda, que
estaban con los carabineros, alcanzaron a avisar que, entre los
árboles que rodeaban el lugar, había "cachacos" con casco.
La historia no dice si Torres, Merino, Manríquez y Menar se
miraron, ni cómo fue la expresión en sus rostros, ni si sintieron
miedo, rabia, o ganas de enfrentarse a los argentinos.
Los chilenos estaban rodeados.
El mayor se acercó a los gendarmes. Eran según un testimonio
escrito que Miguel Torres Fernández dejó antes de fallecer, en
1989, y al que "El Sábado" tuvo acceso, noventa gendarmes.
Un enfrentamiento de cuatro contra noventa: Torres avanzó
hacia quienes lo apuntaban con la intención de dialogar.
Atrás de Torres, con sus armas en la mano, iban el sargento
Manríquez y el teniente Merino.
"...El teniente Merino", relata Torres en su testimonio, "en su
afán de apoyar mis palabras o mi intención de hablar con el
jefe (argentino), tomó su fusil ametralladora, haciendo varios
disparos al aire".
Al instante, Merino estaba muerto y Manríquez, que no alcanzó
a disparar, gravemente herido.
Horas después, el cadáver de Merino sería llevado primero a
lomo de caballo y luego en avión hasta Río Gallegos.
Y con él irían Torres, Menar y Manríquez: los dos primeros,
presos, y el último, además de detenido, sería operado por los
argentinos para salvarle la vida.
El sargento Miguel Manríquez, carabinero chileno, aparece en el suelo, con la
mirada perdida tras ser gravemente herido de bala por los gendarmes
argentinos.
El sargento segundo de carabineros Miguel Manríquez Contreras fue herido por
los gendarmes argentinos en Laguna del Desierto,
No quería: Torres tuvo que convencerlo.
Hoy Laguna (también se le llama "Lago") del Desierto es un
destino turístico.
Un paraíso medio perdido, de paisajes sobrecogedores, bueno
para la pesca y para el trekking.
En o muy cerca del lugar donde cayó muerto el teniente Merino
hay una pequeña cruz erigida por los argentinos.
También, junto al camino, hay un monolito que recuerda el
incidente.
Nada más.
Hernán Merino, hijo de uno de los fundadores de Carabineros,
es un héroe.
Tras el asesinato del soldado chileno Merino, gendarmes argentinos arriaron la
bandera chilena que flameaba en las afueras del retén de avanzada de
Carabineros.
Para Carabineros es tan importante como para la Armada
Arturo Prat.
Hay escuelas y calles que llevan su nombre.
"Le dispararon por la espalda. Creo que con fusiles
ametralladoras, de 40 milímetros", dice Carlos Merino, que
recibió el cuerpo de su hermano e hizo las labores mortuorias
antes del funeral.
"El sábado anterior lo habían autorizado a contraer
matrimonio". Según el testimonio de Torres, además había
pedido el relevo de Laguna del Desierto: no se lo concedieron.
El resto del grupo que estaba con Merino vivió o ha vivido
vidas lejanas a la historia.
Manríquez y Torres fallecieron.
Víctor Menar, que estuvo preso en Río Gallegos, no quiso
hablar para este reportaje.
Del carabinero Luis Villagrán, "El Sábado" sólo logró saber que
está vivo.
El entonces carabinero Washington Soto vive ahora en Chiloé.
Todos pudieron haber recibido la bala que mató a Merino, sin
contar a los más de diez carabineros que, en uno u otro
momento, estuvieron en Laguna del Desierto.
Uno de los policías que prestaba apoyo logístico a sus
compañeros, Héctor Mancilla, incluso murió y su cadáver
nunca se encontró: la lancha que llevaba provisiones a través
del Lago O'Higgins naufragó.
Era un muchacho de 23 o 24 años. Junto a él iba un baqueano
que le iba a servir de guía: le decían "el Cartón" Segura. Su
cuerpo tampoco apareció.
Washington Soto es un hombre de pelo blanco, complexión
firme y voz clara y fuerte. Habla con ánimo y gesticula para
hacer valer sus puntos.
Desde hace años que es chilote; es el dueño de las cabañas
turísticas "Arrayán" en Llau Llao. La vida que tiene le gusta.
El 6 de noviembre de 1965, él tenía 23 años y buscaba los
caballos que los iban a llevar de vuelta al lado norte de la
Laguna.
Soto integraba el grupo de cuatro policías que salió de
Coihaique, junto al mayor Torres Fernández. "A Merino lo
encontramos en la ribera norte (de Laguna del Desierto)".
Los policías avanzaron hacia la ribera sur. Se quedaron en una
choza semi abandonada que ocupaba a veces la gente de la
vecina hacienda Arbilla, en territorio argentino.
Según el testimonio de Miguel Torres, el grupo de carabineros
permaneció quince días en ese lugar.
¿Qué hacían ustedes, aparte de esperar a los gendarmes?
Teníamos que entretenernos. Por ejemplo, llegaba un avión
argentino a hincharnos las pelotas. Un avión Lancaster.
Un día Merino nos dijo: junten todos los tarros de café. En el
medio del claro había un tronco. Ya. Le puso todos los tarros,
le quedó un "cañón" brillante.
"Cuando escuchemos el avión, salimos fuera y ustedes se tiran
como ayudantes de la pieza y yo la manipulo. El avión hizo
iiiiiii, y nunca más tuvimos al tábano ahí. También salíamos a
caminar. Vimos una leona parida, con unos leoncitos, parecían
gatitos".
Pero la estadía en la choza no era un paseo.
"No se puede hablar ni decir, en esta breve exposición", dice el
testimonio de Miguel Torres, "los días interminables en que el
personal de Carabineros debió vivir con unos granos de trigo
tostado, sin pan y sin nada que comer, pasando hambre y frío
(...). No es posible indicar asimismo en esta breve reseña el
enorme desconocimiento de la zona, donde las distancias que
en el mapa pueden aparecer pequeñas, en realidad se hacen
largas e interminables porque hay que rodear fiordos y
quebradas de gran profundidad que van a morir al interior de
lago, y es imposible atravesar sin hacer un enorme rodeo".
¿Qué comían?
Lo que podíamos recuperar de lo que tiraba Ernesto Hein.
Nos tiraban en frazadas de carabineros harina, lentejas; sin
paracaídas.
Algunas caían en los ganchos de los árboles y se reventaban.
Las ollas no nos sirvieron para nada; con el pencazo quedaban
torcidas.
Tengo entendido que la orden de retirarse llega días tarde,
porque ustedes no tenían radio.
Teníamos un walkie-talkie chiquitito con el que nos
comunicábamos con Ernesto Hein cuando llegaba el avión.
Éramos Chucao y él era Chucao uno. Se alejaba, se perdía la
comunicación.
¿Y qué hay de la leyenda negra: que se les agotaron unas pilas
escuchando un partido de fútbol?
Sí, se agotaron.
¿Pero las del walkie-talkie o las de otra radio?
Las del walkie-talkie. No me recuerdo quién se metió en eso y...
puuuh... se agotaron las pilas.
Bueno. Regresemos al día 6.
Yo me tiré para el sur a buscar los caballos. Se suponía que
andaban cerca. Llegué hasta donde teníamos un mirador en un
árbol. Y ahí estaba el sargento Manríquez con unos
prismáticos.
El teniente Merino querrá decir.
No. El sargento Manríquez.
Él estaba allá arriba mirando hacia el cañadón donde se
suponía que venían (los argentinos) y por donde entraron.
Entonces mi mayor me dijo que le dijera a Manríquez que
abandonara la vigilancia y que nos ayudara a empacar. Nos
vamos donde Juana Sepúlveda".
Aquí la versión de Soto se diferencia del testimonio de Torres:
"El teniente Merino fue el encargado de observar desde la
avanzada que teníamos como atalaya para evitar una sorpresa
por parte de la gendarmería argentina", escribe este último.
¿Y Merino?
Preparando sus cosas dice Soto.
Y mientras Manríquez también ayudaba a empacar, nosotros
fuimos a buscar los caballos. Si yo cuando escuché el tiroteo
estaría a unos doscientos metros. Yo venía con dos caballos
de tiro cuando escucho el tableteo de ametralladora.
Entonces, usted no ve caer a Merino.
No. No lo veo caer.
Porque Merino cae a la primera.
Eh... antes hubo unos tiros huachos. Y ahí fue.
Según el testimonio del mayor Torres, Merino disparó.
Sí. Y le dijo: "Yo lo cubro, mi mayor".
Entonces, cuando llego, veo a Merino tirado. Yo no andaba ya
con los caballos, porque me iban a cachar, así que me tiré, y
avancé entre las matas hasta ubicar el claro.
La familia del mayor Torres tiene la teoría de que la aparición
de Soto y Villagrán, o al menos el ruido que produjeron, salvó
las vidas de todos los demás.
Nunca se imaginaron que éramos seis dice Soto. Ellos
suponían que éramos cuarenta, treinta.
¿Dónde le llega la bala a Merino?
En el pecho.
El hermano del teniente me dijo que le llegó por la espalda.
No.
Me dijo que lo vio, lo vistió y vio la herida y que era muy
grande.
Claro. Si era un tiro de un FAL. Usaban el mismo armamento
nuestro.
¿Y cómo usted no se va preso con los otros a Río Gallegos?
Yo me quedé escondido entre las matas, en el follaje.
Ah, usted no llega...
No, lo veo a la distancia. Veo también al sargento Manríquez,
apoyado en un árbol. Estaba herido, pero yo pensé que
también estaba muerto.
De ahí me arrastré para ir a buscar mi armamento a la rancha.
Y cuando iba llegando ahí, iba saliendo Gendarmería con todo
el armamento. Me quedé calladito allí, y ellos pasaron al lado
mío.
¿Y los caballos?
No los vi nunca más.
¿Y Villagrán?
Perdí contacto. Por lo que supe, regresó y alojó esa noche en
el mismo campamento. Cuando gendarmería ya no estaba.
¿Y usted volvió caminando?
Caminando y corriendo y a nado. Ese río Las Vueltas te va
cortando el camino continuamente.
¿Quién es el primero que llega al retén Lago O'Higgins y cuenta
lo que pasó?
Yo. Ahí estaba el mayor Moreno en la tenencia. Se suponía que
algo había ocurrido. Ernesto Hein había sobrevolado la zona y
no había visto la bandera izada.
Ximena Torres, hija del mayor Miguel Torres, en 1965 era una
niña que le había prestado un bolso a su papá para este viaje
que, de un día para otro, le habían comunicado que tenía que
hacer.
Su padre, dice ella, no sabía por cuánto tiempo iba a estar fuera
de Coihaique.
funeral de Hernán Merino Correa. Se observan su madre y su prometida,
desconsoladas.
La primera información que llegó a la casa de los Torres en
Coihaique fue que el muerto no era el teniente Merino, sino el
jefe de hogar. A las cuatro de la mañana, recién, el error se
corrigió.
"Tras unos diez o quince minutos de intenso tiroteo por parte
de ellos", escribe Miguel Torres, "llegó el jefe de la
Gendarmería e hizo alto al fuego.
En seguida me manifestó que su misión era la de obligarnos a
que nos retiráramos de ese lugar, ya que ése había sido el
acuerdo tomado por los gobiernos de ambas naciones.
Agregó que en vista de lo sucedido, debería trasladarnos hasta
Río Gallegos para ponernos a disposición de la justicia
argentina por invasión del territorio y agresión a la
Gendarmería nacional".
La imagen de Merino colgando del caballo (cuando los
argentinos se llevaron el cuerpo) dice Ximena, mi papá la tuvo
toda la vida.
En Río Gallegos un comandante de la Fuerza Aérea argentina
recibió a Torres y ordenó la hospitalización de Manríquez.
"Antes", dice Ximena, "el trato era malo. Cuando este oficial se
hizo cargo, el trato hacia mi papá cambió".
Menar y Torres estuvieron dos días en Río Gallegos,
separados. El ministro del Interior subrogante chileno de la
época, Juan Hamilton, los fue a buscar y los trajo de vuelta.
Pero el regreso de Torres y Menar, y los días siguientes de
Soto, no fueron heroicos.
El procedimiento de Carabineros implicaba que todos debían
ser sumariados.
Esto significó que los sobrevivientes fueron detenidos en
Santiago mientras se desarrollaba el sumario.
Torres quedó en el edificio de la dirección de Carabineros.
Menar, Soto y Villagrán, en la escuela de Carabineros.
En Coihaique, la familia del mayor Torres ignoraba lo que
pasaba en Santiago. La señora del mayor viajó a verlo.
Ximena cuenta que su mamá encontró a "otro": desde que
había abandonado Coihaique, el 11 de octubre, el mayor Torres
había perdido veinte kilos.
Las visitas, aparte de ésta, la familiar, eran pocas: el mayor
estaba detenido.
Cuando el sumario terminó el mayor Torres se fue en tren
hasta Puerto Montt. Y ahí quedó. No había más movilización.
Se consiguió que un avión particular lo llevara a Coihaique.
¿Nunca hubo un homenaje para ustedes, algún
reconocimiento?
No, nunca dice Soto- . Una vez se pensó hacer, pero quedó en
nada. Es que la institución es fría.
¿Pero por qué, después de pasar todo esto, lo detienen?
Procedimiento. Se supone que esto era un sumario grande.
Yo fui el primero que di la versión en la Dirección General de
Carabineros. Y como me dijo el general (director de
Carabineros, Vicente Huerta) en aquella época: "Si usted me
miente a mí, yo le voy a mentir a Su Excelencia el Presidente de
la República".
Vicente Huerta Celis
¿Y por qué iba a mentir usted?
Es que tampoco nos creían.
¿?
Ellos pensarían que era una fiesta lo que hubo allá,
prácticamente, por lo que me dieron a entender. Que
estábamos tomando, que estábamos curados, que...
Pero, ¿y de dónde iban a sacar trago?
¡Es que ésa es la ignorancia! No conocen el sector. Las
determinaciones las toman en Santiago, pero en terreno es otra
cosa.
Los propios sobrevivientes de Laguna del Desierto fueron,
durante años, los menos interesados en contar la historia.
El grupo nunca más se volvió a juntar. Aunque todos siguieron
en Carabineros, y terminaron sus carreras sin contratiempos,
Laguna del Desierto no fue algo de lo que pudieran estar
orgullosos.
Ximena Torres y Washington Soto me dan algunas pistas de
por qué. Tienen que ver con la cultura de los carabineros.
El teniente Merino murió y fue un héroe. El mayor Torres, su
superior, no.
Ximena recuerda un incidente ocurrido en la calle, años
después, en el que un carabinero de franco, llamó "cobarde" a
su papá.
Hay una injusticia ahí. Tal vez consideran que el mayor "se
entregó" dice Soto. Tal vez consideran que debió haber
peleado. Si hubiéramos muerto todos, seríamos héroes. Mire.
Prefiero no ser héroe, pero estar vivo.
El senador chileno Antonio Horvath fue uno de los más férreos
defensores de la soberanía chilena en Laguna del Desierto. Aportó con
mapas y material histórico para defender la tesis chilena.
Con su madre en el día de su graduación
¿Qué dicen quienes conocieron al Teniente
Merino?
SELECCIÓN DE FRASES CELÉBRES
"El nombre del Teniente Merino pasó a simbolizar un profundo
recado de amor a la Patria”.
REVISTA DE CARABINEROS, NOVIEMBRE DE 1965
“Compartimos la misma sala de clases. Se caracterizó por su
espíritu de cuerpo, caballerosidad y amabilidad con sus
compañeros".
RAUL CÁCERES HERNÁNDEZ
"El sacrificio del Teniente Merino no fue una acción temeraria,
sino que fue meditada, él ya había tomado la decisión de no
ceder ante el abuso de fuerzas extranjeras".
SERGIO COTRONEO CONCHA,
GENERAL DE CARABINERO
"Lo que sucedió estremeció al país y fue muy impactante, pues
a pesar de que fue como David contra Goliat, porque habían 90
argentinos y sólo 5 chilenos, Hernán no se rindió y luchó hasta
morir". CECILIA MERINO CORREA (HERMANA)
“No me preguntes por el joven muerto. Prosigue allá,
guardando la frontera”.
SARA VIAL, POETISA CHILENA
“Más allá de ser siempre un Oficial ejemplar, era un excelente
amigo. Sobresalía en todos los ámbitos; era un hombre muy
deportista, estudioso y con gran sentido del humor”.
HÉCTOR JARA LLANOS
CON NOST ALGIA Y MELANCOLÍA…“Lo recuerdo en los años
de escuela sentado en el pupitre de mi espalda, como también
cuando servimos juntos en los años ´60 en la 16º comisaría
Carrión, privilegio que me llena de orgullo por un gran osado
amigo y compañero”. MARIO COBARRUVIAS OLIVARES
“Una de las cosas más penosas de su muerte es que falleció
un mes antes de casarse. Nos marcó mucho que el destino
truncó la vida de dos personas que se amaban.
Innegablemente, las características de su muerte afectaron a
su familia para siempre”.
Capitán de Carabineros MARCELO CÁCERES MERINO
(Revista de Carabineros, Noviembre 2003)
"Por haber sido compañero del “curso B” de la Escuela de
Carabineros guardo gratos recuerdos, de allí mi interés por
destacar su acto heroico, que me causa admiración".
OSCAR ARENAS GONZÁLEZ

Pérdida chilena de Laguna del Desierto


El gobierno del Presidente Patricio Aylwin llevó
adelante las negociaciones con Argentina por
Laguna del Desierto, secundado por su Ministro de
Relaciones Exteriores, Enrique Silva Cimma.
CHILE INFORMA

1 comentario:

Pedro Nelson Henr?quez Vel?squez dijo...

...La educaciòn chilena,ignora a sus pensadores, a sus ciudadanos ilustres...hay obras que deberìan ser orgullo nacional, como el artìculo de Gabriela Mistral EL GRITO. Pienso que casi nadie lo conoce...otra gran mujer chilena Amanda Labarca, tiene una publicaciòn de oro, cuyo nombre es VOZ DE LA RAZA...Creo no equivocarme, si señalo el completo desconociento de Renè Echaiz, quien ha lanzado libros sobre chilenidad...La obra: GEOGRAFIA ECONOMICA DE CHILE, deberìa ser un libro de bolsillo de todos nosotros...y pudiera continuar citando autores, sin deconocer a otros valiosos chilenos...pero no, rendìmos culto a Europa, nos encanta la visiòn blanquista, que de allà proviene...todo esto deberìa ser causa de un llamado de consulta nacional...un pueblo debe encontrarse consigo mìsmo, tomar conciencia de sì y para si...la vida es dura, y estamos rodeados de un cinturòn de odio y de venganza...es hora de reaccionar...