domingo, 9 de diciembre de 2012

¿ COMPLOT O DESPROLIJIDAD? CASO PRECHT



Cristián Precht: consideraciones


A propósito de los últimas noticias respecto del padre Cristián Precht, quiero compartir con usted mis observaciones personales, como cristiano y católico, sobre la actuación que ha tenido la Iglesia en este caso.

Revisemos los hechos.

1. En agosto del año pasado, la Iglesia recibió la denuncia de la familia Vela, uno de cuyos miembros había sido amigo de Cristián Precht por mucho tiempo y quien se suicidó en EEUU hace algunos años. La Iglesia acogió la denuncia y nombró a un sacerdote para realizar una "indagación previa", cuyo objetivo fue evaluar la "verosimilitud" de los hechos denunciados (vamos a volver más adelante sobre esta palabra). El padre Marcelo Gidi evaluó los antecedentes presentados por la familia Vela y descartó que de ellos pudiera desprenderse conductas abusivas de parte del padre Precht.
2. Sin embargo, el padre Gidi informó al Arzobispo que en el transcurso de esa investigación había recibido otras denuncias en contra del padre Precht, algunas de las cuales involucraban a personas que habrían sido menores de edad al momento de ocurridos los hechos denunciados. El Arzobispo decidió entonces designar a otro sacerdote para hacer la "indagación previa" de las nuevas denuncias, y el padre Precht, en común acuerdo con el Arzobispo, renunció a su trabajo pastoral en la Parroquia Santa Clara para favorecer el desarrollo de la investigación (aunque mantiene su trabajo en el Instituto Pastoral del Arzobispado).
3. Después de varios meses, la nueva investigación concluye y el reporte elaborado por el vicario judicial, padre Ortiz, establece que ha comprobado que el padre Cristián Precht ha cometido conductas abusivas, incluyendo algunas con menores de edad, y propone remitir los antecedentes a El Vaticano. El Arzobispo Ezzati comunica esto al padre Precht e inmediatamente a la opinión pública, indicando que ha enviado los antecedentes a Roma, pidiendo además que no se considere la prescripción, ya que varios hechos denunciados habían ocurrido hace más de 25 años.
4. Inmediatamente el padre Precht declaró su inocencia y reclamó la falta de un debido proceso. El vicario judicial dio por comprobados los hechos sólo a partir de escuchar el testimonio de los denunciantes, sin que se acompañaran pruebas ni pericias, sin corroborar datos y testimonios con otros testigos, y lo que es más grave, sin dar oportunidad al imputado de ejercer su defensa. Hasta ese momento, Cristián Precht no sabía ni quienes lo denunciaban ni en qué consistían las acusaciones, a pesar de lo cual, se daban en el proceso por acreditadas.
5. La respuesta del Arzobispado fue muy dura. Todos escuchamos a monseñor Contreras (obispo auxiliar) y al propio Arzobispo Ezzati salir a corregir al padre Precht. Explicaron que esta era sólo una "indagación previa" destinada a establecer la "verosimilitud" (otra vez esta palabra) de las denuncias, y que recién ahora comenzaría el juicio, en donde el padre Precht sí tendría la ocasión de defenderse.
6. Con los antecedentes en Roma, el padre Precht designó al Pbro. Raúl Hasbún como defensor, accedió por fin al reporte con las denuncias y presentó un escrito ante la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, haciendo ver la inconsistencia y fragilidad de algunas de las denuncias, pero pidiendo especialmente una cosa: que se haga un juicio, que los denunciantes presenten los antecedentes y pruebas de que disponen, que el acusado pueda presentar los propios, y que jueces imparciales resuelvan la materia.
7. Después de varias semanas, una comunicación de El Vaticano de una página informó al Arzobispo que, basados en los antecedente proporcionados en el reporte preparado por el vicario judicial, considera que es posible establecer la verosimilitud de algunas de las conductas abusivas denunciadas, y pide al Arzobispo que establezca las sanciones correspondientes. El Arzobispo estableció inmediatamente suspender del ejercicio público del ministerio sacerdotal al padre Precht por cinco años, renovables.
8. Al día siguiente, Monseñor Contreras reiteró que no se comunicaría al padre Precht cuáles eran las denuncias que habían sido acogidas ni sus fundamentos. El padre Precht ha reiterado su inocencia y la solicitud de un juicio formal.

En mis 44 años de vida es primera vez que veo y leo que una persona es condenada, no por los actos comprobados que haya podido cometer, sino que por la "verosimilitud" de las denuncias. Verosimilitud quiere decir que el relato de los denunciantes tiene consistencia interna y externa, es decir, que aparentan ser verdad.

Déjeme explicarlo con un ejemplo. Si yo le dijera que ayer Everton de Viña del Mar (el equipo del que soy orgulloso hincha) goleó siete a cero al Barcelona de España, usted probablemente no me creería. Aunque usted no sea una experto en el tema, ni tenga a la vista los diarios para verificar si lo que digo es cierto, resulta "inverosímil" mi afirmación. En cambio si yo le hubiera dicho que en la temporada pasada, el Barcelona había vencido por 4 goles a 1 al Zaragoza, aunque usted no fuera experto en estadísticas deportivas y no tuviera acceso a diarios o sitios web, mi afirmación le resultaría verosímil, que podría haber ocurrido. Y sin embargo no ocurrió, no fue ese el resultado del partido. "Verosímil" no es lo mismo que "verdad". Significa que podría ser verdad... o no.

¿Cómo alguien puede ser condenado, sin derecho a defensa, sólo por la "verosimilitud" de lo que han presentado los denunciantes? ¿Se da cuenta la Iglesia de la puerta inmensa que está abriendo? ¿Puede mañana una persona denunciar abusos o corrupción de cualquier sacerdote u obispo y bastará la "verosimilitud" de la denuncia para aplicar una condena similar?

¿Por qué ocurrió esto?

He conversado con mucha gente en estos días y he escuchado varias interpretaciones conspirativas para explicar lo sucedido.

Hay quienes sostienen que esta es una venganza del sector conservador de la Iglesia, que vieron caer a Karadima, que era su ícono y baluarte, y que al hacer caer a un ícono del sector progresista de la Iglesia, establecen al menos un empate moral al interior de la institución.

Otros han propuesto que esta es una operación de lavado de imagen, que después de la pésima actuación en el caso Karadima, el Arzobispo está empeñado en mostrarse implacable, aún cuando eso implique actuar con desprolijidad, exceso de premura y falta de justicia.

Finalmente, otros me han dicho que este caso es un escudo. Mientras la Iglesia se muestre dura y rígida frente a cada "caso", especialmente los emblemáticos, tendrá menos cuestionamientos en un tema de fondo que está detrás de la seguidilla de denuncias de abusos por parte de sacerdotes: el celibato obligatorio y la revisión radical de los procesos de selección y formación de sacerdotes (incluyendo la posibilidad de aceptar entre los sacerdotes a personas casadas y mujeres).

Yo personalmente no soy muy amigo de las teorías conspirativas, y tiendo a creer que generalmente lo que parece eventos planificados por un oscuro grupo anónimo y poderoso, no es más que una seguidilla de torpezas, ineptitudes, pequeños egoísmos o temores y fatales coincidencias.

Yo espero que en este caso también sea así. Como en el texto de San Pablo, en la lectura de la misa de hoy, "en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesús".

La Iglesia, en todo caso, tiene la solución a mano. Basta con acoger de una vez la reiterada solicitud del padre Precht: permitir que se haga un juicio en el que cada parte pueda presentar las pruebas, pericias y elementos de que dispone y en donde un juez o tribunal imparcial falle conforme a derecho y según el mérito de los antecedentes presentados. No es mucho pedir.




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