viernes, 21 de diciembre de 2012
La Última Vuelta de Tuerca del Desvarío
El "Manifiesto Ante el Desvarío" del ex marino y abogado Adolfo Paul Latorre resume la angustia de todo un sector de la nacionalidad que ha visto derrumbarse uno a uno sus valores básicos. Cuando ya creíamos que nada peor podía verse, nos encontramos hoy con un suelto de crónica de "El Mercurio" que nos anuncia que ¡el Gobierno! se querella ¡por "homicido calificado"! contra varios uniformados (r) por la muerte de Miguel Enríquez, máximo jefe del MIR, el 3 de octubre de 1974.
Con esto, ya Sebastián Piñera superará a Patricio Aylwin, en materia de vuelta de carnero frente al extremismo, lo que no era fácil de lograr. Bueno, ambos nacieron políticamente en la DC, especialista en tales acrobacias.
En los desesperados días de 1973, cuando era inminente el golpe totalitario, todos los demócratas clamaban por que los uniformados usaran sus armas. "Ustedes tienen las bayonetas, pero no las usan", le decía Frei Montalva a un general, y añadía: "Esto se arregla sólo con fusiles". Aylwin, el 11 de julio de 1973, en discurso en el Senado, llamaba a los militares a "poner término" a la situación existente. Todos sabíamos que se nos venía encima el régimen totalitario o, en el mejor de los casos, una sangrienta guerra civil. Los obispos adevertían acerca de su inminencia.
En ese tiempo, la mayor amenaza la constituía la más fuerte de las organizaciones armadas ilegales encubiertas por el gobierno de Salvador Allende: el MIR. Una asociación ilícita terrorista formada con el explícito fin de tomarse el poder por las armas. Cuando un regimiento se alzó el 29 de junio de 1973 por su cuenta, el Ministro del Interior, Carlos Prats, que ya en Moscú había prometido que, en caso de un alzamiento opositor, el Ejército entregaría armas al MIR, pedía telefónicamente a Andrés Pascal Allende, jefe mirista y sobrino del Presidente, que usara sus armas contra los amotinados.
Después del 11 de septiembre la mayor amenaza contra la paz interna la representaba entonces el MIR. Éste estaba lejos de haber sido erradicado. Jóvenes oficiales asignados a la función de inteligencia trataban de averiguar los escondites de sus principales jefes. Los mismos seguían comentiendo crímenes y perpetrando atentados. En un asalto a una oficina del Banco de Chile un heroico Agente, amenazado de muerte por Miguel Enríquez para que entregara las llaver de la caja fuerte, le había propinado a éste un golpe de puños tan eficaz que lo había derribado y dejado groggy. Enríquez les ordenó a sus secuaces matar al Agente, y lo llenaron de balas, pero éste sobrevivió y su heroísmo frustró el asalto al banco.
Un metódico teniente, de nombre Miguel Krassnoff, durante 1974 reunió antecedentes hasta identificar una casa donde se ocultaba el cabecilla del MIR. Llegó a ella desprevenidamente, pero fue recibido con una lluvia de balas, de la cual lo salvó un suboficial de carabineros que oyó amartillar los fusiles en el interior y empujó a Krawssnoff a un lado. Éste pidió refurzos, que llegaron, y gracias a los mismos se pudo enfrentar a los terroristas. Al cabo del combate, Enríquez reusltó muerto. El Agente del banco al cual él había ordenado matar, sobrevivió, en cambio, aunque recibió numerosos balazos.
Bueno, los años han transcurrido, se ha cambiado la historia, los terroristas derrotados se han travestido de demócratas, se han apoderado del Poder Judicial y hasta ¡cuentan con el apoyo del gobierno "de centro derecha"! (risas en tribunas y galería). Y le ha correspondiedo a un Ministro del Interior que otrora fuera uno de los jóvenes UDI favoritos de Pinochet, Andrés Chadwick, promover ahora la "última vuelta de tuerca del desvarío". En efecto, el "Programa de Derechos Humanos" (léase "Programa de Persecución contra Militares") ha interpuesto querella por el "homicido calificado" de Miguel Enríquez. Más años de condena, que ya suma cadena perpetua y más, contra los militares que salvaron a Chile del terrorismo.
Las voces de los Frei Montalva y Aylwin Azócar, agradecidos en 1973 y 1974 y proclamando que los militares habían salvado a Chile, han sido ahogadas por la polvareda política. Los DC se cambiaron de bando una vez más y ahora castigan a los soldados a quienes otrora convocaron a combatir a los extremistas, mientras protegen e indemnizan a éstos.
La historia y la justicia están en manos de la izquierda. El MIR devino "empresa", según dictamen de la Contraloría, tras haber sido asociación ilícita terrorista; sus caídos en la lucha subversiva ahora pasan a ser víctimas de "homicio calificado", cuando han abierto el fuego contra las fuerzas armadas y éste les ha sido respojndido.
Y la gran ironía es que el gobierno "de centroderecha", cuyos hombres hicieron fortuna bajo el Gobierno Militr y colaboraron con éste, encabezan ahora la persecución contra los uniformados a los cuales Frei, Aylwin y, desde luego, toda la centro derecha, convocaron en 1973 y aplaudieron por lo que hicieron.
Este nuevo proceso se inserta en la etapa iniciada por el comunismo con su reciente querella contra todos, incluidos civiles, que apoyaron el Pronunbciamiento. Es la última vuelta de tuerca del desvarío que ha pasado por sobre la historia, la verdad, la moral, el derecho y los hechos. Es el Chile de hoy, el de la falsificación histórica, del engaño, del atropello del derecho. El Chile que premió al terrorismo y castigó a quienes lo derrotaron. Un país irreconocible, en el cual cada día aporta un dato nuevo para concluir que ha perdido la razón.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Otra Vez "El Pago de Chile"
Ésta siempre ha sido una nación de individuos acreedores, en el sentido de que una inmensa mayoría cree tener muchos derechos y muy pocas obligaciones. Eso nos ha llevado a acuñar la expresión "el pago de Chile", alusión al insuficiente reconocimiento, por todos los demás, de lo que cada uno dice haber hecho por el bienestar y la grandeza del país. Pues siempre los chilenos estamos esperando algo extra, algo que nos beneficie más allá de todas las retribuciones que durante nuestra vida hemos acordado o pactado libremente con los demás por nuestras prestaciones o servicios.
Yo siempre creí en la aseveración de un amigo en el sentido de que el 11 de septiembre de 1973 se había debido a "los camioneros, las mujeres y Pérez de Arce", aunque no necesariamente estaba de acuerdo en ese orden. Tampoco me fijaba mucho en que el aserto había omitido a "los militares", seguramente debido a que no tenía la pretensión de ser exhaustivo.
Bueno, el hecho es que en estos días algunas entidades comunistas, aportando lo que vendría a ser ya la guinda de la torta del desvarío jurídico que vive el país, han presentado una querella para que se castigue penalmente a todos los responsables del 11 de septiembre de 1973. Afirman que haber apoyado la gesta constituyó un "delito de lesa humanidad", imprescriptible, inamnistiable e imperdonable.
Otro amigo me hizo llegar el texto de la querella, que leí con ansiedad, porque supuse que, tras "los camioneros", "las mujeres" y, bueno, en fin, también "los militares", vendría la mención de "Pérez de Arce"; pero leía y leía y este último no aparecía mencionado para nada.
Apenas, ya hacia el final, se me nombra muy secundariamente, en conjunto con otros personajes a quienes se pide al juez citar a declarar, pero sin atribuirnos casi ninguna responsabilidad en la salvación de la Patria. Es "el pago de Chile".
Ojalá ese pago a mis esfuerzos hubiera sido como el que se les ha dispensado a los que intentaron tomarse el poder por las armas y destruir la democracia, los agresores de entonces, hoy transformados en agredidos; los que se armaron clandestinamente para establecer el socialismo real totalitario, hoy travestidos de demócratas; los entonces sedientos victimarios ("la momia al colchón, el momio al paredón"), devenidos hoy "víctimas", que cobran al erario más de doscientos millones de dólares anuales... y aumentando (¿cuánta plata fiscal y particular esperan ordeñar con esta nueva querella?)
Siempre en mi familia han creído que los comunistas podrían hacerme cosas terribles y, de hecho, hasta me han disparado (claro, esto nadie me lo cree, porque así es la gente). Es que las familias de las personas invariablemente estiman que éstas han tenido una participación principal y relevante en los hechos de mayor importancia de su tiempo. Bueno, ahora los comunistas me han inferido un ataque mucho peor que dispararme, el más vil que podrían haber discurrido: en su querella figuro como un personaje casi sin importancia en el desenlace del 11 de septiembre de 1973. ¡Qué abuso, qué atropello a la razón! En cambio, ellos destacan como uno de los mayores responsables a quien se convirtió, posteriormente, en su gran benefactor moral y pecuniario, don Patricio. Lo elevan a la categoría de uno de los promotores del 11 de septiembre de 1973. Y, la verdad sea dicha, lo fue. Lo malo es que se le olvidó, les clavó el puñal en la espalda a los militares que prestaron oído a sus llamados. Pero esto no tiene importancia. Tan poca la tiene que el Ejército acaba de condecorar a don Patricio y Andrés Allamand acaba de declararlo su político chileno más admirado.
Este proceso iniciado por los comunistas va a durar muchos años. En un país en que se han demolido sistemáticamente las bases del Estado de Derecho (son cuatro: la certeza jurídica, dada por la cosa juzgada y la prescripción; el principio de legalidad, según el cual no puede haber delito sin ley previa; la irretroactividad de la ley penal y la presunción de inocencia; todos los cuales han sido hechos polvo por la justicia de izquierda) esta querella comunista viene a ser como el último acto, la Marcha Triunfal de la ilegalidad.
Sólo falta que víctima de la misma caiga ahora don Patricio. Como un nuevo Monsieur Guillotin, quien jamás pudo prever que su invento iba a servir para cortarle la cabeza a él.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce
viernes, 21 de diciembre de 2012
DEL BLOG DE HERMÓGENES
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