Jueves 10 de Enero de 2013
Coordinación de servicios de inteligencia
Editorial de El Mercurio
Una de las debilidades que se observan en Chile para combatir el terrorismo es la precariedad de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). La ineficacia de esta institución ha sido reconocida por el fiscal nacional, que ha manifestado que sus informes no sirven para los propósitos de perseguir responsabilidades criminales. A la vez, los dirigentes agrícolas reclaman por una aparente ausencia de antecedentes sobre terrorismo para prevenir crímenes de grupos violentistas. Indirectamente el Gobierno ha reconocido la falencia de los servicios de inteligencia al disponer que se intensifique su coordinación y ordenarles enfocarse en contribuir a las pesquisas y el restablecimiento de la seguridad en la Región de La Araucanía.
Es indiscutida la necesidad de disponer de servicios de inteligencia para defender la seguridad nacional y combatir el terrorismo. Sin embargo, los elevados y probados riesgos de sus excesos han motivado, en algunos casos, restricciones operativas, medios insuficientes y dotaciones de escasa experiencia, que llevan a estas agencias a la irrelevancia. Parecería que esta es la situación de la ANI, entre cuyos múltiples propósitos se encuentra combatir el terrorismo, las bandas y las operaciones criminales transnacionales.
Esta última tarea, de suyo esencial, está diseminada entre otras, algunas más bien burocráticas y en gran parte provenientes del uso de fuentes abiertas, como son efectuar apreciaciones globales e informes periódicos sobre inteligencia y disponer normas y procedimientos para la protección de información crítica del Estado.
Nuestro Sistema Nacional de Inteligencia, regido por la misma ley que creó a la ANI, separa las funciones de los distintos servicios que lo integran. A los de las Fuerzas Armadas les entrega competencia en la obtención de informaciones que amenacen la defensa nacional, y a los policiales el procesamiento de aquella relacionada con personas y organizaciones que puedan afectar el orden público y seguridad interior. A la ANI, expresamente le entrega la competencia antiterrorista, pero con escasa capacidad operativa para este propósito.
Tanto en Europa como en Estados Unidos, a raíz del aumento del terrorismo y de cuantiosas pérdidas de vidas, los servicios secretos se han volcado en la lucha antiterrorista con unidades especializadas, con importantes medios, adecuados respaldos legales y bajo estrictos controles de los poderes del Estado, tanto del Legislativo como del Ejecutivo. Nuestro país se encuentra a la zaga de esa evolución. Por encomiable que sea mejorar la coordinación entre los servicios nacionales de inteligencia, será difícil lograr los propósitos esperados sin una reformulación del Sistema Nacional de Inteligencia para combatir el terrorismo.
jueves, 10 de enero de 2013
COORDINACIÓN DE SERVICIOS DE INTELIGENCIA
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