miércoles, 28 de agosto de 2013

EL SENADOR HERNÁN LARRAÍN FERNANDEZ





El senador Hernán Larraín

Reconozco que el “perdón’’ ofrecido por el actual senador de la
UDI, Hernán Larraín, al mundo de la izquierda chilena, me ha
sorprendido vivamente. Voy a contar un hecho real que explica
mi sorpresa.
Hace dos decenios me desempeñaba profesionalmente en el
vespertino La Segunda, como redactor de temas políticos y
castrenses, cuando en el periódico de la Av. Santa María, en Lo
Curro, recibimos su visita.
Larraín no es de los fundadores de la UDI. El tampoco se formó
al alero de la Secretaría de la Juventud, del Gobierno Militar,
donde se formaron los Coloma, los Chadwick, los Cordero, los
Melero, los Longueira, los Astete y otros próceres que
“piaban’’ y crecían políticamente al amparo del Gobierno
Militar.
Larraín no fue de esa camada. El era mayor que los otros y sus
deseos políticos surgieron más tarde. Destacó en la
Universidad Católica y se ese plantel saltó a la política y al
parlamento. Merecía recelos entre algunos de la UDI, quienes
sostenían que su esposa –posteriormente ministro de la
Vivienda en el actual gobierno- era de izquierda. El hijo de
ambos, Pablo, ha seguido el camino de la izquierda.
Hernán Larraín llegó a la empresa El Mercurio por una razón
personal, profunda. Era el mes de noviembre y se acercaba un
nuevo aniversario del nacimiento del Presidente Pinochet.
Larraín, por razones que no recuerdo en ese instante y no
poseo la documentación a la mano por no estar en la capital,
no estaría en Santiago el 25 de noviembre y, por lo mismo, no
podría participar en las visitas y saludos que los políticos
solían hacer al gobernante.
Su no presencia para felicitar al General, le dolía. Más que eso,
le atormentaba. Era comprensible, considerando su cariño por
el Presidente, por el Gobierno de las Fuerzas Armadas y de
Orden.
Tanto era su deseo de manifestar su cariño y adhesión al
General que le escribió una carta. No era una misiva
cualquiera, sino una extensa, profunda, donde enumera las
principales realizaciones del Gobierno Militar.
Pero Hernán Larraín consideró que esa carta suya al
Presidente no podía ser privada, personal, sino que la deseaba
pública, y quería además que La Segunda se la publicase,
completa, y más encima gratis.
Realmente le costó, y mucho que la carta le fuera publicada.
Los reparos del diario iban por la extensión, pero él conversó
con Pedro, Juan y Diego para avalar su largo, diciendo que un
gobierno tan exitoso como ése, no se podía sintetizar en tan
poco.
Recuerdo perfectamente esta carta, que es pública. ¿La
recuerda ahora el senador Larraín? ( Fue publicado por este medio)
Si se le ha olvidado, como
las cosas que allí dice, se la puedo reproducir íntegra, en unos
días.
Conociendo de esa carta, conociendo de sus gestiones para
lograr su publicación, me sorprende su pedido de “perdón’’ de
ahora. Esto es, gráficamente, lo que se llama “vuelta de
carnero’’.
Larraín, como Clodoveo, por razones políticas, es capaz de
arrepentirse de lo que ayer adoró.


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