Abogado y columnista
La izquierda siempre,
pero siempre, hace trampa. La DC las hace a veces, pero también siempre, pero
siempre, cuando no las ha hecho ella misma, después se hace cómplice de las de
la izquierda. Por eso los DC son llamados “kerenskys”, el apellido del ruso que
pavimentó el camino a los bolcheviques.
En 1970 todas las encuestas serias anticipaban que Jorge Alessandri iba
a ganar la presidencial. Y yo siempre he creído que efectivamente la ganó, pero
Allende y Tomic habían hecho un pacto secreto, que a posteriori se descubrió, y
es seguro que en las mesas donde no había apoderados de Alessandri (muchos
derechistas no quisieron levantarse temprano a estar todo el día en una mesa,
cuando “tenían ganada” la elección) se repartieron los votos de éste. Con eso,
Allende ganó por apenas 39 mil votos y Tomic acortó su diferencia.
Los DC, coautores en esa trampa, luego votaron por
Allende en el Congreso Pleno y lo hicieron Presidente, no sin antes exigirle un
“pacto de garantías” constitucionales. Por supuesto, Allende no pensaba
cumplirlo y así se lo confesó paladinamente, poco después de firmarlo, al
marxista francés Regis Debray, en una entrevista de la cual siempre se
reproduce la parte menos decidora (“era una necesidad táctica”) y no la más
elocuente, donde Allende
anticipaba que “nuestro objetivo es el socialismo marxista, científico, total”
y “respecto del Estado burgués que tenemos en este momento, estamos tratando de
superarlo, de derrocarlo”, es decir, sus
verdaderas intenciones estaban en frontal contraversión con el “pacto de
garantías”.
Como efectivamente después su gobierno lo
quebrantara en forma reiterada, preparando el autogolpe armado con pertrechos
cubanos y arruinando de paso al país, la DC junto a la derecha y parte de los radicales convocó a los
militares a “poner término” a la caótica situación. Pero, después de conjurada
la asonada marxista y pasado su gran susto, a su vez la DC les hizo trampa a
los militares y, mediante sus jueces afines, de consuno con los marxistas, los
condenaron y siguen condenando ante los tribunales por haber intervenido el ’73
a pedido de ella misma y los demás partidos democráticos.
Y precisamente la izquierda y la DC, después de
1990 y durante todos estos años han hecho trampa para nombrar sólo a jueces DC
y de izquierda. Como después de una
reforma se requiere de 2/3 de los senadores para designar integrantes de la
Corte Suprema, en 2008 la Concertación, por una parte, y la derecha, por la
otra, hicieron un “pacto de caballeros”. Se iba a nombrar un izquierdista,
Haroldo Brito (un reconocido activista judicial en los procesos contra
uniformados), y a un derechista, Alfredo Pfeiffer, que respetaba las leyes de
amnistía, prescripción y cosa juzgada y no condenaba sin pruebas. En la primera
vacante que se produjo se nombró, entonces, a Brito, pero en la siguiente los “caballeros”
DC y de izquierda dijeron que Pfeiffer era “un nazi” y lo rechazaron. Desde entonces éste aparece en todas las quinas, pero este gobierno,
menos que ningún otro, jamás se atreverá a proponerlo ni lo va a proponer.
Después hubo otro “pacto de caballeros” para
nombrar ministro de la Suprema, en el caso en que se designó a Lamberto
Cisternas, un ex subsecretario del Gobierno Militar que se pasó “con camas y
petacas” al enemigo y nunca respeta las leyes en los procesos contra
uniformados (r), y el Ejeutivo retiró el nombre de Juan Manuel Muñoz, que
alguna vez ha sido sorprendido acatándolas y aplicando la prescripción, y que
apareció votando a favor de un amparo a favor de algunos procesados políticos
en el caso Frei Montalva, fallecido a raíz de la operación que le hiciera el
doctor Larraín Orrego, la misma que casi mató a Isabel Allende, según ha
reconocido paladinamente ésta, que no cree en la fábula del “asesinato” del ex
Presidente. El hecho es que volvió a incumplirse el “pacto de caballeros”, con
el agravante de que uno de los incumplidores, Eduardo Frei (hijo), anunció su rechazo al ministro Muñoz por su fallo
en la causa en que él mismo tiene interés directo y la cual él aspira,
obviamente, a que termine en una jugosa indemnización a expensas del “Papá
Fisco”, acostumbrado a pagar
por todas las trampas de la izquierda, con o sin concurso o complicidad de la
DC (la una y la otra ahora metidas hasta el cuello en una trampa muy rentable: el fraude de los falsos exonerados políticos).
Entonces, en cumplimiento de su sino político
histórico, ahora la izquierda se apresta a consumar “la madre de todas las
trampas”, consistente en derogar la Constitución mediante un decreto de la
futura Presidenta Michelle Bachelet que establezca una “Asamblea Constituyente”.
No vale la pena perder tiempo en demostrar la magnitud de tal disparate
jurídico. En Chile lo que menos importa hoy día es el derecho.
¿Qué saldrá de ahí? Cualquier cosa. Lo que grite
“la voz de la calle”. Y al que discrepe, los “encapuchados” se encargarán de
darle su merecido y silenciarlo. ¿Por qué creen ustedes que los inversionistas han retirado US$11.400
millones de dólares del país este año y el dólar rompió la barrera de los
quinientos pesos el viernes?
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