miércoles, 13 de enero de 2010

Eduardo Frei Ruiz-Tagle Ciudadano de Suiza


Desde hace dos meses, según propia confesión, el candidato de la Concertación Eduardo Frei Ruiz Tagle tiene la ciudadanía de la República helvética de Suiza. No le fue dada por gracia, ni mucho menos. La obtuvo después de insistentes presiones personales directas, llenando y firmando de puño y letra los formularios correspondientes, acompañando la documentación exigida y cancelando el subido derecho que impone Suiza por este largo trámite.

Frei Ruiz Tagle presentó los papeles de su abuelo Eduard Frey Schlinz, nacido en 1885 en el poblado de Feldkirch, Austria, nieto de Elias Frey, artesano tintorero suizo avecindado en suelo austríaco. Eduard Frey Schlinz, cesante, se embarcó a Chile en 1909, en busca del pan que no pudo ganar ni en Austria ni en Suiza. Tuvo el cuidado de conseguir un pasaporte helvético, el mismo que el candidato de la Concertación ha exhibido a las autoridades de Berna para sus propósitos de ser ahora considerado ciudadano de una nación europea, digna de su elevada persona.

El opaco gobierno de Frei Ruiz Tagle no condujo a Chile al desarrollo, pero, al menos, el nieto de suizo ha conseguido ahora para él la nacionalidad de un pueblo desarrollado. Eso satisface al progresista Frei, lo llena de orgullo (“soy suizo a mucho orgullo”, le dijo a la prensa), porque, íntimamente, andar presentando por el mundo el pasaporte chileno le resultaba incómodo, desagradable, el pasaporte de un pueblo subdesarrollado y sudaca. Para un Frei tal cosa resultaba repugnante. Lo resolvió, entonces, sacando a lucir todos los pergaminos de su antepasado tintorero.

Suscita Frei Ruiz Tagle, con todo esto, un delicado asunto constitucional, sin precedentes en la historia del país. El Presidente de Chile no puede tener doble nacionalidad y, por consiguiente, tampoco puede tenerla un candidato a la primera magistratura. Su confesada y anhelada lealtad con Suiza pone en serio entredicho su lealtad a Chile. Incluso su condición de senador está ahora cuestionada y sobre ello debiera pronunciarse la Justicia y el Tribunal Constitucional.

Le provoca un secreto rechazo a Frei ser chileno; es lo que cualquier siquiatra deduce de este obsesivo afán suyo por llegar a tener la nacionalidad suiza, pese a los obstáculos que encontró por la filiación suiza descontinuada de su abuelo. ¿Querrá Suiza recibir a tan acomplejado personaje? Si fuera así el pueblo chileno se lo despacharía feliz, para que allá continúe ejerciendo esas capacidades que lo caracterizan, indultando narcotraficantes e inventando crímenes con calculada rentabilidad política y económica.

Que se arrodille Eduardo Frei Ruiz Tagle ante la bandera de cruz blanca, la enseña de silenciosos negocios bancarios (¡¡ojo!!), y que muestre orgulloso su pasaporte suizo. Aquí no necesitamos tránsfugas ni arribistas. Despreciamos la retórica del falso progresista. Los que habitamos y amamos de verdad esta tierra nos contentamos con nuestra bandera tricolor y el pasaporte que dice simplemente: REPUBLICA DE CHILE.



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