Patricio Grez de H.
El salario mínimo actual está en $160 lucas. ¿Usted sabe que
significa eso?...muy fácil...significa que si hay un empleador dispuesto
a contratar un trabajador por $150 lucas y un trabajador dispuesto a
trabajar por $150 lucas, ese contrato privado entre ese empleador y ese
trabajador está prohibido por ley. Se le prohíbe a ese trabajador
trabajar por $150 lucas. Si el empleador no está dispuesto a pagarle más
a ese trabajador, ese trabajador se queda cesante, tan simple como eso.
¿Que es peor?...¿Ganar $150 lucas o ganar cero lucas? Para ese
trabajador, probablemente un joven muy poco calificado, la ley de
Salario Mínimo se transforma en Sufrimiento Máximo. Es tan sencillo como
eso, ni más ni menos. Las leyes de salario mínimo crean cesantía, se ha
explicado en todos los modos y unas quinientas mil trillones de veces
pero la crueldad de los demagogos y populistas no tiene límites, y lo
estamos presenciando hoy día en nuestro congreso nuevamente.
La libertad de trabajo permite que el empleador y el empleado
negocien libremente las condiciones y esta "intervención protectora" de
los todopoderosos políticos es contraproducente y termina perjudicando a
los trabajadores menos calificados que les ruegan a los políticos "No me
ayude tanto compadre".
Con la futura instauración del ingreso mínimo ético familiar (donde
el Estado complementa los ingresos autónomos de la familia), ha llegado
el momento de acabar con uno de los mitos más perversos de la economía,
que es el del salario mínimo.
Si la idea es que se pueden "estirar" los salarios mínimos por
decreto, ¿por qué pararse en las $185 lucas que ahora exigen los
populistas y demagogos? ¿Por qué no ir a las $250, $500 o incluso un
milloncito?
Quienes defienden el salario mínimo son gente de una crueldad inmensa
o no tienen ninguna teoría sobre cómo se forman los salarios en el
mercado. Ninguna. Ni buena ni mala. Los salarios se acuerdan en función,
esto no le extrañará a nadie, del valor que puede aportar el trabajador
a la empresa. Hay trabajadores que no pueden aportar mucho, que son poco
productivos. Porque son jóvenes y tienen poca experiencia y formación. A
lo mejor, para ciertos trabajos, no son capaces de aportar lo
suficiente, de modo que los salarios mínimos les expulsan del mercado.
Los jóvenes pierden oportunidades para formarse trabajando, y con ellas
su capacidad para progresar profesionalmente. Además, un salario mínimo
perjudica a las regiones más pobres, y las condena a un mayor desempleo.
Alemania no tiene salario mínimo. Dinamarca no tiene salario mínimo.
Italia no tiene salario mínimo. Ni falta que les hace. En un momento de
continua crisis mundial, cuando tenemos que mirar con detenimiento qué
estamos haciendo mal, es el momento de eliminar, para siempre, los
salarios mínimos en Chile.
jueves, 17 de junio de 2010
EXTRA DEL COMENTARIO POLÍTICO SEMANAL
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