sábado, 28 de agosto de 2010

" PARA MÍ HA SIDO IMPACTANTE CONOCER EL OTRO LADO"



PADRE FERNANDO MONTES
"Para mí ha sido impactante conocer el otro lado"



Lleva varios años yendo a Punta Peuco. Escuchando a algunos acusados de graves casos de derechos humanos, como el "Fanta" o "El Pegaso", tanto como ha escuchado a las víctimas. Aquí, el jesuita habla de esa experiencia, explica por qué apoyó el indulto, y habla de los problemas de la Iglesia. También, dice que le "duele" la venta de Canal 13, del que fue comentarista religioso.

POR PAULA CODDOU
Revista Sábado El Mercurio

Nadie le pidió que fuera a Punta Peuco hace unos años. Fue por esa sensación de sentir que ya no salían en los diarios, que ya no le importaban a nadie, y porque leyó un libro que lo impactó: "El verde manto de la impunidad", de Nelson Caucoto. "Y ahí percibí, por un abogado comprometido fuertemente en la defensa de los derechos humanos, que no puedo juzgar a todos por igual. Que había personas de tercero, cuarto rango, que procedieron muchas veces porque si no las mataban, y en ese libro las veía arrepentidas".

Pensó que había que mirarlas con más cuidado.

Y este sacerdote jesuita, gran orador, rector de la Universidad Alberto Hurtado, sintió compasión. Por esos seres que eran parias para las víctimas, para la izquierda y la derecha, para los mismos militares. Comenzó a ir de vez en cuando a confesarlos, a escucharlos, al Fanta, al Pegaso, a nombres que aparecieron en cientos de páginas de nuestra historia siempre del lado del terror. Montes vio en ellos también a hombres quebrados pero con voluntad de levantarse. "Y ahí donde estás sentada ahora he tenido a hijos de condenados, a señoras, que han sufrido lo indecible. Problemas, humillaciones...".

En Punta Peuco conoció a Osvaldo Romo, el "Guatón", ya amputado y diabético, que le habló de su madre, de sus recuerdos de niño.

Sentado en su oficina de la universidad, con una bufanda beige que cuelga de su cuello, una chaqueta azul con una cruz en la solapa, y con esa voz que muchos van a escuchar como un rito a los retiros de Semana Santa del Colegio San Ignacio, habla del fracaso de los indultos propuestos por la Iglesia Católica, que finalmente el gobierno de Sebastián Piñera decidió no acoger, de los problemas de la Iglesia. Viene llegando de España, de un mes de ejercicios ignacianos, de retiro, que le vinieron muy bien -dice-. Allá alojó en la casa de San Ignacio de Loyola. Acá, en Santiago, vive en el centro Bellarmino hace poco más de un año, después de vivir varios otros en una casa detrás de Infocap -la universidad del trabajador-, que compartió con el padre Felipe Berríos, quien ahora está en Burundí, África. "El Montes", como le dice Berríos, cocina, toca guitarra y es, sin duda, uno de los jesuitas más respetados de Chile.

-¿Qué le pareció la última entrevista de Felipe Berríos y la polémica que se armó después?

Calla un momento. La polémica incluyó una carta de monseñor Bacarreza, donde pedía al padre Montes una postura sobre las declaraciones de Berríos -que acusó a monseñor Ignacio González de haber trabajado en una oficina del régimen militar que espiaba a la Iglesia- y una carta del provincial de los jesuitas, Eugenio Valenzuela, que muchos interpretaron como un "tirón de orejas" a las palabras del padre Berríos.

-Sobre eso prefiero no opinar. Es una hoja pasada -dice-. Felipe tiene derecho a decir lo que dice, y contra de lo que algunos opinaron -que él habría ofendido a personas-, él relató hechos. Basta que se responda si los hechos existieron o no, y a mí me parece que está dentro del campo de lo opinable.

-Lo que siempre me impresionó y conservaré es que Felipe dice cosas que honestamente uno tiene que tener en cuenta. De alguna manera son cosas que inquietan enormemente a la gente y por algo se conmueve. Prescindiendo de si tiene razón o no, por lo menos, si uno tiene honestidad ante Dios, debe escuchar una pregunta que uno tiene que saber responder con libertad y honestidad, porque algo hay en lo que él dice que tiene un eco muy profundo en mucha gente, gente de buena voluntad.

El padre Montes no tiene el sello de polemista, pero nunca escabulle los temas. Habló de las denuncias del ex seminarista Andrés Murillo contra el padre Karadima, y dijo desde el comienzo que le parecían creíbles. Pero también dice le da lástima el padre Karadima.

-¿Qué explicación tiene hoy para que lo que denuncian, si es cierto, se haya prolongado tantos años?

-Lamento la demora, pero es fundamental comprender que ha habido cambios radicales en la conciencia moral y en los procedimientos en los últimos años. Antes se le pegaba a una mujer y eso se guardaba en casa...Hoy se denuncia. Lo mismo, lamentablemente, pasaba con otros abusos incluidos los de la Iglesia. Afortunadamente, hemos progresado.

El padre Montes también ha dicho muchas veces en sus retiros que la Iglesia "Madre y Maestra", a veces parece madrastra.

-¿Y ahora no se arrepiente de haberse metido en este tema de los indultos, tan incomprendido (e impopular)?

-Lamento haber estado fuera. Me arrepiento de no meterme más. De no hacer ver lo que significa en el fondo un indulto.

Obediencia feroz

Cuenta que hace poco lo llamó "el Fanta", Miguel Estay Reino, uno de los condenados por el caso "Degollados". Hace un buen tiempo que habla con él. Y que la última vez que fue a Punta Peuco se encontró con uno de los presos "viejo, amputado". Lo cuenta conmovido.

-¿Y usted cree que esa gente -en su lógica de guerra- está hoy arrepentida?

-Eso es lo que he descubierto. Conozco a muchos familiares de detenidos desaparecidos. Los respeto y los quiero. Sé lo que han sufrido. Pero para mí ha sido súper impactante conocer el otro lado. Algunos de ellos ni siquiera eran militares. Eran personas que ayudaron, personas a las que les doblaron la voluntad y de víctimas los hicieron colaboradores, que pueden haber sido parte de Carabineros, por ejemplo, pero que estaban marginados de toda línea de mando. Entonces uno dice, cuidado, hay situaciones puntuales, momentos en que, obligados a una obediencia feroz contra la cual estaba un castigo o hasta la propia vida. A veces en un fatal acto de un minuto cambió su vida entera.

-¿Y están arrepentidos?

-¡Claro! Hay personas como "El Pegaso" Salazar (involucrado en el crimen de los degollados, en 1985) que ha suplicado a los familiares que lo perdonen, que él no quiso actuar, que lo obligaron y se arrepiente el resto de su vida. Es conmovedor oírlo.

-¿Y usted también ha hablado con Álvaro Corbalán?

-Con Álvaro Corbalán, no. Pero hay que tener cuidado. Hay que ver cada caso, considerar la edad, años de condena, qué rol cumplió, cómo se han comportado, si fueron ideólogos o personas de cuarto, quinto escalafón, que obedecen. Hay personas que fueron mandamases, que tienen una enorme responsabilidad porque involucraron a sus subalternos. Pero por eso es complicado hacer estas negaciones a tabla rasa.

Hace un tiempo leyó la novela de Irene Nemirovsky, El Caso Kurilov. Ahí un extremista -antes de la revolución rusa- es mandado a asesinar a un ministro del "Zar", el Cachalote, que era un monstruo. "Y, sin embargo, este enviado, va conociendo los ribetes humanos de este hombre, que siendo tan bruto, está con una enfermedad terminal. Que no tiene niveles de conciencia muy claras de las barbaridades que hace... Es ¡tan profunda! la novela que muestra tanto en la víctima como en el victimario lo sutil que es el alma humana, lo complejo que es que uno tenga juicios terminales. Me ha hecho pensar en lo delicado que es que uno se yerga como juez definitivo.

"En esa silla que estás sentada tu", dice, "también ha habido gente que para sanar su propia alma tiene que hacer un esfuerzo de perdonar. Si no, arrastran una enfermedad por años, justificada por el dolor que sufrieron, por la injusticia, pero finalmente para ayudarlos a ellos mismos uno les dice ¿tú quieres sanarte? Ponte en el caso del otro.

-¿Es posible perdonar después de tanto sufrimiento?

-Hay casos notables, que prefiero no nombrar, pero gente que para sanarse ellos tienen que ser capaces no de olvidar -que no se puede -sino de perdonar. Por eso es que ante un indulto mi primer trabajo sería suplicarles a los familiares que sean ellos. No se los puedo imponer.

-¿Por qué usted estaba a favor del indulto?

-A mí no se me olvida que soy discípulo de una persona a la cual no quisieron indultar. De hecho, pregunta Pilatos a los jefes judíos si suelta a Barrabás o a Jesús. Y la gente prefirió que indultaran a Barrabás y no a Jesús. Estoy por el indulto porque habiéndose dado una señal clara de juicio y de castigo, bajo ciertas condiciones es humano y divino dar otra oportunidad sin causar daño a la sociedad.

-El negarle el indulto a Jesús había en sí un acto de injusticia. ¿Le parece comparable?

-No me estoy refiriendo a la justicia. Sólo recuerdo el hecho. Es obvio que entonces el juicio era injusto, en cambio, en nuestro caso el juicio parece justo. A lo que me refiero es que Pilatos quiso usar el mecanismo, él solía indultar a un preso con ocasión de las fiestas. Pero finalmente Barrabás fue indultado en el lugar de Jesús. La Iglesia nace de este hombre y la política de los indultos ha sido absolutamente tradicional de la Biblia. Pero no se trata de sacar gente condenada sin más, sin estudiar los casos. Se rebajan penas a gente que ya ha pagado parte importante y que demuestran, de alguna manera, que están corregidos. Tampoco se trata de una amnistía, que borra las faltas. Aquí, no. Aquí hubo condena, prisión, y hay arrepentimiento, o hay condiciones humanas inaceptables.

Las heridas

-¿Le sorprendió el fracaso de la petición de indulto que hizo la Iglesia?

-Me sorprendió. Es una tradición occidental de muy larga data, que exista indulto en las grandes fiestas y es una tradición en Chile. Pero éste reveló la hondura de las heridas, y ciertos malos entendidos del concepto. Se toma un indulto como si fuera sinónimo de amnistía para mucha gente, como si las cosas fueran a quedar sin resolverse. Me llamó la atención que por primera vez en una larga historia en Chile no se haya asumido la idea de un indulto.

-¿No cree que era un tema demasiado cargado emocionalmente y eso no se calculó?

-Estaba muy cargado y tengo la sensación de que el mundo político no se atreve a asumir responsabilidades por la gravedad de lo que sucedió y porque percibe que el proceso global no está terminado.Es un problema del conjunto de la sociedad.

-El no fue rotundo no sólo entre los políticos sino en todas las encuestas.

- Creo que eso fue en parte por la poca claridad en lo que se pedía y por el rechazo a la impunidad. Y aquí se mezcla la confusión en torno al indulto. Además se mezcla un problema político: ¿quién asume la responsabilidad? Si lo asume un gobierno de derecha, la izquierda se molesta y al revés.

-¿Era muy complejo para un gobierno de derecha hacerlo?

-Muy complejo y complicado. Para un gobierno de derecha doblemente complicado.

-¿Cree que con Bachelet hubiera pasado?

-Al menos hubiera estado más dispuesto, y es comprensible. Un gobierno de izquierda está más cercano a las víctimas. Hubiera sido más fácil que ellas lo aceptaran.

Mira de frente detrás de sus anteojos y continúa buscando las razones del fracaso: "Y la Iglesia tampoco está pasando un buen momento. Y no sólo por los problemas que hemos sabido de sacerdotes, sino porque ante ciertas leyes se ha presentado que la Iglesia ha querido imponer por la fuerza ciertas cosas. Y en este caso (indultos), mucha gente tal vez lo percibió como si la Iglesia usando su poder quisiera imponer ciertas cosas. Y eso la gente no lo quiere. Pero el documento de los obispos que leí simplemente lo pide, no impone. Y cuando tú me hablas del tajante no, no me extrañaría que más de alguno lo haya visto como una manera de decir "que la Iglesia no se meta en estas cosas".

-¿Fue una pasada de cuenta a la Iglesia Católica?

-De algunos, no todos, pero tengo la sensación de que hay una cierta pasada de cuenta y quieren que la Iglesia no se meta porque la han visto imponiendo, por su autoridad moral, ciertos juicios.

-Los sacerdotes que fueron la cara de la petición de indulto se la jugaron por los derechos humanos, Monseñor Goic, Precht. ¿Usted cree que esa Iglesia chilena se alejó de la gente?

-La Iglesia terminó el período del gobierno militar con una autoridad enorme y después tuvimos la sensación de que fue menos fuerte en defensas de temas sociales como salarios, injusticias, y demasiado centradas en temas sexuales e intimidad matrimonial.

-¿Usted comparte esa crítica?

-La Iglesia ha tenido una mala política de una hiper concentración en un punto y al menos en su expresión pública, menos claridad como conjunto. Siempre ha habido obispos, como Goic, que se han preocupado de la situación social, pero las tintas fundamentales tendieron mucho a una moral privada, en parte porque ha habido una revolución sexual brutal. Que puede costarle muy cara a la humanidad. Y es razonable que la Iglesia quiera ofrecer un aporte humanista a ese tema. El problema es que la gente percibe que la Iglesia impone, en lugar de hacer una proposición de ideas que son hondamente humanas. No hemos sabido encantar presentando nuestra doctrina y nos han visto excluyentes y imponiendo prohibiciones.

-¿Ha faltado un liderazgo más fuerte dentro de la Iglesia chilena?

-Tal vez. Tengo la sensación que ha habido un liderazgo más difuso y no tenemos figuras como monseñor Santos, Silva, González, que eran muy marcadoras, muy abiertos a los verdaderos problemas de la sociedad.

La mesa de todos

-Roberto Méndez escribió en "Sábado" una columna donde criticaba que esta mesa de todos -que pidió la Iglesia para indultar- no corriera para otros, como los separados.

-No leí esa columna. Pero mi propia experiencia sacerdotal es que hay gente que ha sufrido horrores por situaciones matrimoniales, y en eso la Iglesia debiera tener sumo cuidado. Y no creo que hayamos tenido la sabiduría de un acompañamiento porque, justa o injustamente, se han sentido marginados y eso es un drama cristianamente hablando. Jesús vino sobre todo para la gente que sufre más.

-Pero esa gente está fuera de la mesa, si uno lo toma como la comunión.

-Así es. Pero deben saber que no están fuera de la Iglesia.

-Pero un arrepentido en Punta Peuco puede comulgar, lo que algunos juzgan.

-Es que por la doctrina de la Iglesia, en el caso de la separación y segundo matrimonio creando una situación permanente. Pero el de Punta Peuco hace 30 años cometió una situación, está arrepentido y puede comulgar. Decir esto es complicado para mí porque cuando hay hijos de por medio, y una situación estable yo no podría pedirle hoy a una pareja que se separe. Y en esto me parece que los cristianos debemos reflexionar lo que se llama el sensus fidelium el sentir de los fieles. Hay gente muy buena, con gran sentido común, que tenemos que escuchar porque nos pueden ir abriendo el Evangelio. El magisterio no es sólo hablar de arriba hacia abajo sino también escuchar el sensus eclesiae porque Dios ha estado hablando en todos. ¡Cuánto he aprendido yo de laicos!

-¿Hubo gente feliz de inflingirle una derrota a la Iglesia?

-No soy muy paranoico, de pensar los problemas en términos de amigos y enemigos o vivir pensando que se trata de una campaña contra la Iglesia. Obviamente algunos lo gozarán como una derrota.

-¿La venta de canal 13 -del que fue comentarista- también la considera una derrota?

-No estoy muy informado, porque vengo llegando. No sé la viabilidad real del canal. Da la impresión de que era inviable y si era así, había que hacer lo que hizo. Pero obviamente me duele. La familia Luksic me merece el máximo respeto, supongo que se ha llegado a un buen acuerdo con ellos pero me duele como una solución de mal menor. Parece que no había otra salida.

"Ha habido un liderazgo mas difuso y no tenemos figuras como Monseñor Santos, Silva, González que eran muy marcadoras".

"Lo que siempre me impresionó es que Felipe Berríos dice cosas que uno tiene que tener en cuenta cosas que inquietan y por algo conmueven".

"Uno gobierno de izquierda está mas cercano a las víctimas, hubiera sido más fácil que ellas lo aceptaran (el indulto)".

"Hay una cierta pasada de cuenta y quieran que la iglesia no se meta por que la han visto imponiendo, por su autoridad moral, ciertos juicios".



POR PAULA CODDOU.


3 comentarios:

Roberto Finat Díaz dijo...

Es un jesuita chileno de los de ahora. Es unos de los jefes de los jesuitas de ahora.
Es, por eso, un pura lacra.
Solo Dios sabe que lo lleva a acercarse a los "agentes del estado".
Tiene inmensa influencia en su sector politico, los Progresistas. Si quisiera habria hecho algo mas que lloriquear y tratar de dividir en "buenos y malos".
Recomiendo sagacidad en el trato con jesuitas chilenos de los de ahora, como si fueran viboras, ni mas ni menos.
Roberto Finat
Catolico, apostolico y romano pero no huemul.

Anónimo dijo...

RF: Es una lástima que te proclames católico, apostólico y romano sin tener un grado de misericordia ni de educación para tratar a un sacerdote, un consagrado al Señor.
No estoy de acuerdo en muchos puntos con el Padre Fernando, pero eso no me autoriza para ser soberbia ni irrespetuosa.
Creo que un cristiano no puede tratar de "lacra" a nadie.
Conozco al Padre Montes sólo en sus misas, te aseguro que nada tiene que ver como tú maliciosamente lo dices "sólo Dios sabe que lo lleva a acercarse a los agentes de estado".
Siento mucho por nuestra Iglesia que existan personas que se dicen católicos y tienen un trato muy duro y altanero con el prójimo.

Ana María R.L.

Roberto Finat Díaz dijo...

Ana María
Espero que ahora predique con voz de hombre y no con la voz plañidora que usaba y que me motivó, ya hace años a mandarle un mail pidiéndole en nombre de la dignidad de la Compañía que predicara con voz viril.
Si no le parece lo que yo escribo y firmo con MI nombre, haga el favor de dejarse de leseras de beata y firme con el suyo.