jueves, 14 de julio de 2011

Podlech aterrizó en Chile: "En la cárcel compartía con sicarios, indianos y mafiosos"



"Traté de ser siempre un ejemplo, un chileno frente al adversidad, frente a tanta porquería", sostuvo ex fiscal militar, absuelto en Italia por un caso de violación de derechos humanos ocurrido en Chile.

POR: POR VIVIANA CANDIA
LA SEGUNDA

"Hasta que a usted no le toque". Así se llamará el libro que comenzó a escribir en la cárcel italiana el ex fiscal militar Alfonso Podlech (76 años), quien hoy aterrizó en Chile luego de pasar tres años detenido en un penal europeo, acusado por la muerte y desaparición del ex sacerdote chileno-italiano Omar Venturelli.
Tras un largo juicio, el Tribunal en lo Penal de Roma lo absolvió de los cargos y estimó que el secuestro estaba prescrito.
Hoy quiere retomar su vida con su esposa, hijos, y hermanos, quienes lo esperaron ansiosos en el aeropuerto: "Realmente siento una inmensa alegría. Doy gracias a Dios y al Espíritu Santo porque realmente me dio salud, que es lo más importante", fueron parte de sus primeras palabras, y agregó: "En estos tres años no tuve ni siquiera un resfrío, Dios me dio fuerza, resistencia, coraje. Yo, que siendo subteniente de reserva entré al Ejército y me nombraron mayor, ahora en la cárcel ascendí a general, por el aprecio que me tenían".
Podlech se dio tiempo de relatar cómo "un albanés me tomó en brazos y me paseó por todo la celda" cuando supo que obtuvo su libertad, o su actitud permanente en el penal: "Traté de ser siempre un ejemplo, un chileno frente al adversidad, frente a tanta porquería, porque un fiscal -que dicen que es el mejor de Italia- estaba ayer totalmente destruido, derrotado. Y los abogados civilistas por lo menos tuvieron la vergüenza de no enseñar las cantidades que estaban pidiendo, porque no les dieron nada".
-En estos tres años ¿Se sintió abandonado por parte de las autoridades chilenas?
-No. Las autoridades chilenas, el señor Foxley (ex canciller), cumplió con su deber oportunamente, al otorgarme la protección consular. No le correspondía más. Pero hay muchos problemas graves que hay que resolver y no es esta la oportunidad de señalarlo.
-¿ Su caso podría sentar algún precedente?
-Sí. Se estableció la prescripción del secuestro. Los tribunales de acá deberán colocarse los pantalones de una vez por todas y hacer lo mismo que hizo el tribunal italiano.
-¿Qué le diría a la familia de Omar Venturelli?
-Lamento todo lo que pudo haber pasado con el señor Venturelli. Yo nunca lo conocí, ni supe de su existencia. Lamento lo que puede haberle sucedido, pero la amargura -que puede ser momentánea, transitoria- no puede ser permanente, porque ahí se transforma en un problema mental. Lo dije en mi declaración espontánea: Hay que buscar la reconciliación entre los chilenos, no podemos seguir desunidos por un problema de hace 40 años. Los jueces tienen que colocarse las pilas y terminar luego estos procesos.
-¿Piensa volver a viajar, particularmente a Europa?
-Yo no he hecho nada malo, pero a mis años no estoy para seguir viajando a Europa. De viajar, lo haré, indudablemente, pero con más tranquilidad, cuando ordene mis cosas: Comprenderá que en tres años uno queda bastante afectado en todos los aspectos, sobre todo cuando estaba 20 horas diarias encerrado.
Historias que quiere contar
Abrazado a su mujer y a su hermano Anfión (de 84 años) -quien fue uno de sus abogados en la causa-, recordó que además de los largos encierros tenían sólo una visita de 10 minutos los días martes.
"Estoy escribiendo un libro. Llevo más de 200 páginas contando todas las cosas", dice.
"Conocí a muchos mafiosos, también a un ladrón que hablaba diez idiomas, pero no sabía ni leer ni escribir... él vivía en la órbita soviética y cuando tenía seis años le mataron a toda su familia y el pobre muchacho comenzó a delinquir".
"Hay cientos de historias y espero poder contarlas", dice conmovido con lo que conoció en prisión.
"Mis últimos compañeros eran indianos, muy buenos humanos, me dieron recetas para muchas cosas... había sicarios, de todo, pero todos me tenían respeto", planteó.


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