jueves, 24 de noviembre de 2011

Jefe mirista de la V Región, Eric Zott, en careo judicial con Miguel Krassnoff




Jefe mirista de la V Región, Eric Zott, en
careo judicial con Miguel Krassnoff o la
historia verdadera que no cuentan los
periodistas de izquierda


Jamás la propia Ministra en Visita ni el mismo Miguel Krassnoff
imaginaron que el mirista Eric Zott, jefe del MIR en la V Región,
declararía en el Tribunal y que los dejo atónito.
Eric Zott viajó especialmente desde Londres, donde reside, a
Chile para prestar su declaración como testigo en uno de los
juicios contra el brigadier de Ejército ®, actualmente preso en
el Penal Cordillera, en la comuna de Peñalolén, en Santiago.
En los careos sostenidos ante la Ministra en Visita Gloria
Olivares, a partir de Octubre de 1992, se produjeron hechos
insólitos.
Un día, estando Krassnoff sentado en el despacho de la
magistrado y vestido con su uniforme de coronel, le comunican
que será careado con un testigo clave, quien acaba de llegar
desde Londres.
Cuando entró a la oficina tal persona, le pareció conocido su
rostro, aún cuando no logró identificarlo.
“Buenas tardes”, dijo el recién llegado, de pie en el umbral de
la puerta.
“Señor, ¿Usted conoce al coronel que está sentado aquí?.
Tome asiento, por favor”, le respondió la Ministro.
“No, no me voy a sentar, gracias.”
El Coronel Krassnoff creyó que el hombre iba a iniciar la misma
verborrea de falsedades ya escuchada con anterioridad.
“Señora, mi nombre es Eric Zott.”
En este momento, el oficial logró reunir el rostro y el nombre.
Por cierto que sabía quién era, aunque nunca antes había
tenido la oportunidad de verlo personalmente. Fue, durante los
tiempos más crudos de la lucha anti-terrorista, el jefe del MIR
en la Región de Valparaíso y miembro de su Comité Central.
En esa época no lo había conocido personalmente, por cuanto
su área de trabajo era Santiago. Pero, ciertamente, había visto
cientos de veces su nombre en diversos informes y había visto
su foto.
“Mire, señora Ministro, son la una diez de la tarde. A mí me
invitaron a esto, a participar en este proceso como testigo. Al
saber que se trataba del señor Krassnoff, acepté de inmediato.
Felizmente me pagaron el pasaje, la estadía y todo.
Mi avión aterrizó, aproximadamente, a las once de la mañana.
Yo vivo en Londres actualmente y trabajo en la BBC. Pero no
estoy aquí para lo que usted cree señora Ministro, yo vine
exclusivamente porque quería conocer personalmente al, en
esa época, señor Teniente Krassnoff".
"Pese a no haber tenido jamás ningún contacto con él, quería
conocerlo.
A este señor yo no lo vi nunca antes, para que usted sepa,
señora Ministro. Que quede claro, él no me detuvo, ni me
torturó, ni nada.
Sin embargo, mientras yo estaba en actividades, cuando
estaba a cargo del MIR en mi región, escuché hablar mucho de
él. Porque él, evidentemente, cooperó bastante en nuestra
derrota.”
El Coronel Krassnoff miraba de reojo.
“En nuestras conversaciones clandestinas internas se hablaba
mucho del Teniente Krassnoff. Él hizo, realmente, un trabajo de
inteligencia. Conversó mucho con cada uno de los capturados,
habló mucho con los nuestros.
La verdad es que yo no tuve acceso a ninguna información
relacionada ni con tortura, ni con nada parecido, practicada o
supuestamente practicada por el entonces teniente Krassnoff,
que es el Coronel que está sentado aquí.
Por eso me llamó mucho la atención, porque realmente con su
trabajo quebró muchos compañeros nuestros.
Muchos terminaron delatando depósito de armas, depósitos
logísticos, casas de seguridad.
Por nuestras redes me llegó también la información sobre la
historia de su familia.
Con todo respeto, coronel, qué carajada le hicieron los
marxistas a su familia, ¿no?
Me interesó tanto esto que, tras ser detenido, cuando fui
expulsado de Chile y exiliado, decidí irme a Austria.
¿Sabe por qué escogí Austria?
Porque quise comprobar la historia del teniente Krassnoff.
Efectivamente, me fui a Austria, porque usted nació en el Tirol,
¿Cierto?”
“... Sí, efectivamente...”, respondió el oficial.
“¿Y fue bautizado en la Iglesia de San Miguel?”
“...Sí...”
“Yo vi su partida de nacimiento, señora Ministro.
Nació ahí. Vi también un monumento a los caídos, a los
cosacos, a los combatientes del Ejército Ruso Blanco, caídos y
traicionados por los ingleses y entregados a los soviéticos.
Eso fue una barbaridad, eso fue un holocausto.
Los soviéticos se encargaron de liquidar a toda una casta, una
casta privilegiada, hombres intelectuales, gente guerrera, que
representaba la máxima tradición del alma rusa.
Ellos los martirizaron.
Al papá y al abuelo del Coronel, que está sentado aquí, se los
llevaron después a Moscú. Estuvieron dos años en la cárcel de
Luvianca. ¿Sabe usted, señora, que le ofrecieron al papá y al
abuelo trabajar para los marxistas y que ellos se negaron?
¿Sabe que fueron colgados y sus cuerpos fueron hechos
desaparecer?
¿Sabía usted esto, señora Ministro?”
El Coronel, ante este insólito testimonio de la supuesta parte
contraria, escuchaba atónito sin decir palabra.
La sorpresa había también alcanzado a la Ministro y a su
actuario, quienes no podían dar crédito a lo que escuchaban.
Menos considerando que era la declaración de un ex jefe del
MIR.
“Ya le conté que en la actualidad yo trabajo en la BBC de
Londres. Nosotros estamos esperando obtener la autorización
de desclasificación de los últimos documentos de la
Conferencia de Yalta.
Este fue el último de los horrendos crímenes cometidos por los
aliados y manejado por Moscú.
Esto no puede quedar en la impunidad.
Nosotros, la BBC de Londres, estamos esperando la
desclasificación de los documentos, porque vamos hacer un
documental al respecto.
Señor Krassnoff, aquí tiene mi tarjeta. Señora Ministro, usted
me va a perdonar, pero yo tengo vuelo a las cuatro de la tarde.
Señor Coronel, con todo respeto, ha sido un honor, me tiene
su disposición, lo que se le ofrezca. Con permiso. Hasta
luego.”


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